Opinión Nacional

Fracaso carcelario

El gobierno ha reconocido su estruendoso fracaso en materia penitenciaria. No tiene una política acorde con los postulados constitucionales plasmados en el artículo 272 de la CRBV que establece que el Estado garantiza un sistema penitenciario que asegure la rehabilitación del interno y el respeto a sus derechos humanos.

Este tema lo hemos abordado muchas veces: las cárceles en Venezuela son un desastre. No creo que las cosas mejoren con la creación de un Ministerio exclusivo para el manejo de las mismas, y tampoco creo que la ministra designada tenga méritos ni credenciales para resolver ese problema añejo, y menos con decisiones arbitrarias y espasmódicas.

Esto es el colmo del desparpajo. Sabemos que Chávez es pura improvisación. Un sindicalista del transporte es el canciller; la economía la dirige un ingeniero electricista, y la electricidad un economista. Y ni se diga de los militares que sirven para todo (basta examinar el servicio exterior que es un reducto de militares retirados). Ahora, Iris Varela dirige la política carcelaria: sabe alguien qué experiencia tiene «la fosforito» en esa materia. Así que el progresivo fracaso parece no detenerse.

El sistema penitenciario no puede estar divorciado del sistema judicial. Los jueces son los únicos que tienen competencia para decidir quién va o no a la cárcel. Nunca los ministros, por muy de prisiones que se llamen.

La solución va más allá de impedir que sigan abarrotándose los centros penitenciarios. El asunto es cómo atender a los que ya están presos y los que seguirán llegando a los sitios de reclusión.

La política ante el desastre carcelario no puede ser la arbitrariedad. De ser así habrá mañana toque de queda para combatir la inseguridad. Prohibición de manejar vehículos por los huecos de las calle. Igual no transitar por los lados de la piedrita o el 23 de enero.

Cárceles como señuelo

Chávez, un ex preso y militar, ha fracasado paradójicamente en las materias en las que se presumía, por esa doble cualidad, que podía introducir avances: la materia penitenciaria y la seguridad. Hoy, doce años después, desfachatadamente habla de las cárceles como si estuviera recién juramentando.

El Presidente necesitaba a alguien como Iris Varela para nombrarla Ministra de prisiones. Encarna perfectamente la realidad carcelaria. Creo que nadie mejor que ella para hablar de esos temas probablemente con el mismo lenguaje. Si no era ella, Darío Vivas hubiese sido ideal.

Pero ante los monumentales problemas que aquejan a la nación, que son responsabilidad exclusiva de Hugo Rafael, pareciera un distractor el hecho de que ahora a Chávez sí le preocupan los presos. Permítanme decirle algo amigos: les aseguro que mientras tengamos este mismo gobierno los presos seguirán en pleno abandono y padeciendo violaciones.

Chávez debería saber que las cárceles se llenan de presos comunes mientras no exista una política seria que reduzca índices delictivos. En Venezuela no la hay, y su gobierno no ha sido capaz de brindar ningún tipo de seguridad a los ciudadanos.

Propongo que aunque sin dejar de preocuparnos por los Derechos Humanos de 38 mil hombres y mujeres privados de libertad, ocupémonos de los 30 millones de venezolanos que sin estar privados de libertad en una cárcel convencional, el Estado tampoco garantiza sus Derechos Humanos, que somos todos los demás ciudadanos.

Así de cruel como suena es lo que vivimos. A los presos no se les garantiza la vida, a nosotros tampoco; ellos no tienen una enfermería dotada de insumos para atenderlos, nosotros tampoco tenemos hospitales dotados de nada. Los presos están a merced de los «pranes»; en la calle también existen mafias. Señores no nos distraigamos con lo menudo y pensemos en la desgracia generalizada en la que este hombre ha sumido a Venezuela.

Larga, costosa y electorera agonía

Cuando escucho a Chávez hablar de su enfermedad, no puedo dejar de recordar a los pacientes con cáncer que están en los centros oncológicos venezolanos o en sus casas esperando cupo en los hospitales.

No sé cuál es la razón que inspira al Presidente para estrujarle en la cara a los que sufren ese terrible mal, anunciándoles que las sesiones de quimioterapia se las aplicarán en Cuba. Por Dios: ¿por qué allá? Él mismo dijo: cáncer… ¿qué es eso pa’mí? Bueno, entonces nos preguntamos: ¿es tan complicado aplicarse la quimioterapia aquí en su país?

Pareciera que usa su enfermedad como fetiche publicitario y con fines electoreros. El tiempo le pasará factura a él y a sus seguidores, porque nosotros pagamos esa cuenta.

Por cierto, vaya desde aquí mi crítica a los diputados de oposición por haber autorizado el sábado el viaje del presidente a Cuba. No es cuestión humanitaria. No sean soquetes. Ya basta de hacerle el juego a Hugo Rafael. Aquí tenemos centros hospitalarios, y punto. Pero peor aún, dieron una autorización para un tratamiento de cáncer, cuando ningún médico venezolano ni extranjero se ha pronunciado sobre la enfermedad que aqueja al Presidente, y el órgano afectado. Mi recomendación a los diputados es que si quieren ganarle a Chávez y salir de este estilo de gobierno, no pueden estar con boberías. El juego es duro y con responsabilidad. Haberle negado ir a hacerse la supuesta quimioterapia a Cuba en las condiciones que se conocen de su enfermedad es un acto responsable de mucha seriedad, y no una simple retaliación.

Pisemos tierra firme y no caigamos en trampa-jaulas. Si el hombre está mal de salud o es pura coba, allá él con su padecimiento, nosotros debemos seguir construyendo la plataforma para la transformación de país, pasando por una delicada etapa de transición.

Desenlace

Chávez sabe que su régimen agoniza: grava el futuro con emisiones de bonos; cede ante Santos; cada vez más depende del imperio y jamás deja de venderle petróleo. Si lo del cáncer es cierto, es poco probable que sea candidato, o que haya elecciones el próximo año. Y si es una falsedad -como muchos lo sospechan, aunque lo veamos demacrado, rapado e hinchado- creo que estamos llegando a los estertores del chavismo.

La MUD debe trabajar en un gabinete económico consensuado. No cerrarle las puertas a nadie que venga del chavismo. Debe reconocer que no todos los militares son malandros.

Se avecina un deslave para lo cual es necesario no torpedear la MUD, sino, por el contrario, ayudar a darle cauce a ese río incontrolable de voluntades que hoy se sienten atrapadas en el chavismo, pero que quieren brincar la talanquera.

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