Opinión Nacional

Furiosa paz

Hay palabras que simplemente no van juntas, deja de tener sentido o congruencia alguna que se planteen en pareja. No sólo se plasma en palabras, hay hechos que demuestran la realidad de las cosas, que aunque exista un discurso rayado con palabras prestadas, se realiza todo lo contrario. La furia se come la paz de tus palabras y a las pruebas de tanto daño (causa de distintas índoles) me remito.

Yo no les otorgo un espacio tan digno para que vengan a ensuciarlo, jamás pretendí que por mis venas corriera tanto rojo de sangre, nunca imaginé que mis hijos se iban a pelear hasta matarse. Soy hermosa, lo sé; hago comparativas en función a otras como yo y por más objetiva que sea, resulta que siempre me destaco. Mis montañas no son para que se usen cual bloqueo; para que me llenen de pobreza, no; es todo lo contrario. ¡Les ofrezco tanto!, que no entiendo cómo son capaces aún de ponerse en mi contra, de ultrajarme de todo y de dejar que mi brillo se opaque.

Ese bendito clima que tengo no se los regalo para enfermedades psicológicas provenientes de un odio que hagan que me traume. Me sorprende lo corto que se queda su raciocinio para no ver más allá de sus ideales. Porque yo también tengo uno y no es precisamente que se maten. La dichosa tierra que les brindo, digna de protección para sus alimentos, por ustedes mismos; me niego a que la llenen constantemente de desaparecidos, de traumas, de heridas. Considero que merece respeto y estás en la obligación de dármelo porque si no te das cuenta, vives conmigo y eres «MI» ciudadano.

Te otorgo una soberanía no para que la regales; mis recursos no son presentes para cumplidos con partes estratégicas del mundo, en lo absoluto. Son para todos y por todos, por eso es que naciste en este lugar, bajo mis brazos y tú, de un tiempo para acá lo único que haces es destruirlo irrespetando ese nombre de venezolano que llevas dentro de una cartera el cual indica que eres hijo mío.

He llorado por tantos que me han dejado, entendiendo que se van con otras madres a buscar otros caminos, puesto que aquí se sienten desprotegidos; no tiene sentido. No borres mi amor ni frustres caminos, no te creas mi dueño ni mi enemigo, siéntete hijo mío y compórtate como tal. Respeta mi mesa y recuerda, furia con paz no cuela, no te burles de mí; de Venezuela.

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