Opinión Nacional

Generación MTV

“Modestamente, la televisión no es culpable de nada. Es un espejo en el que nos miramos todos, y al mirarnos nos reflejamos.”

– Jaime de Armiñan

Uno de mis programas favoritos de la televisión es el que transmite la cadena MTV. Se llama Next. O sea, El que sigue, aunque sobra la traducción en este país donde a casi nadie le interesa hablar el español. Este programa es muy interesante y educativo, y no podía ser de otra forma; MTV se ha convertido por generaciones en el profesor de millones de jóvenes alrededor del mundo.

En un camión con ventanas polarizadas meten a 5 chicos o a 5 chicas para que un Romeo o una Julieta puedan encontrar a su media naranja. Romeo por lo general siempre tiene un nombre como Shawn, es decir, de surfista alocado y buena onda. Y no nada más su nombre es alocado y buena onda: <<Hey, soy un tipo cool, tengo 22 años, y quiero conocer chicas lindas para embarrarles el trasero de crema chantilly>>, dice Shawn mientras camina como un mico escaldado.

Shawn mediante citas románticas debe conocer a las finísimas y también muy buena onda y alocadas damiselas que aguardan anónimas a sus ojos dentro del autobús. <<Hola, soy Brooke, 17 años, tengo un par de tetas de campeonato>>. <<Shaniqua, soy una negrata rabiosa del ghetto de Snoop Dogg y si no me eliges te voy meter cinco plomazos en el estómago por no saber tratarme con dulzura. Tengo 20 años>>. <<Stephanie, 22 años, soy ardiente y mi mayor cualidad es que soy rubia natural, compruébalo>>.

Esa es la carta de presentación de las princesas. El Romeo, que es de gustos muy recatados por lo general, las invita ya sea a cenar, a caminar por la playa, al gimnasio, a nadar con delfines o las pone a bailar como unas teiboleras frente a un tubo o a probarse bikinis diminutos o a retarlas a que le besen las tetillas y demás zonas erógenas, etcétera. Cabe recalcar que las citas son individuales, y el galán, dependiendo de que tan bien o que tan mal se la esté pasando con la chica en turno, decide si se queda con ella para salir en futuras ocasiones o si le dice <<Next>>, lo cual quiere decir que la manda a volar para que salga otra Julieta del camión para tratar de divertirlo y/o erotizarlo como él espera que lo diviertan y/o eroticen.   

La cosa no cambia cuando es a la inversa, es decir, cuando la mujer es la que tiene que elegir entre 5 hombres: <<Hola, soy Rebeca, tengo 18 años, me gusta el sexo y la equitación, por eso busco a un hombre que pueda cabalgarme toda la noche>>. Luego se presentan los galanes, todos ellos metrosexuales surfistas del sur de California que aseguran (con toda dignidad y orgullo) poseer el récord de infracciones automovilísticas de todo Estados Unidos y/o haberse acostado con el mayor número de mujeres.

Lo mejor del asunto es que, como en todo buen programa de concurso que se de a respetar, te pagan, es decir, a los aspirantes a ser la media naranja de Romeo o Julieta les dan un dólar por cada minuto que logren aguantar en la cita. Y claro, como en MTV son muy liberales y transgresores, hay capítulos donde le dan su oportunidad a los gays para mostrarle al mundo que los gays también tienen su corazoncito, pues MTV sabe muy bien cómo se comportan los gays. Traducción: llenan el camión de pajarracas promiscuas parlanchinas que se la pasan refocilándose.   

Y así, programa tras programa. Desde uno en el que el protagonista (alguien como tú o como yo) tiene que encontrar a su alma gemela mediante el procedimiento de husmear en las habitaciones de tres perfectos desconocidos y donde invariablemente termina eligiendo al candidato que tenga el mayor número de cajas de condones en el buró, hasta un programa donde el protagonista es un pobre diablo al cual tienen que convertir (porque ese es el deber moral de MTV) en un chico popular mediante la asignación de un asesor de imagen (un negrazo proxeneta) que le da consejos de cómo llevarse a la cama a la popular rubia porrista el día de la graduación escolar, lo cual, ahora que lo pienso, no es tan mala idea después de todo, mejor que desvirguen por millonésima vez a la rubia oxigenada a que el chico introvertido por falta de autoestima, popularidad e indigesto de una estricta dieta de humillaciones y vejaciones decida que es un buen momento para comprar una ametralladora en el supermercado y dejar como queso gruyere a todos los estudiantes y maestros que le hicieron miserable la existencia, como en el elocuente documental de Michael Moore, Masacre en Columbine.

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