Opinión Nacional

Guerra en las tinieblas

En alguna oportunidad dije que en mi larga actividad pública había sido mejor profeta que político. Hoy lo ratifico. La peor forma de equivocarse uno es teniendo razón antes de tiempo. Recordar que las cosas fueron advertidas resulta intrascendente cuando no hay remedio. Lo cierto es que nada de cuanto acontece logra sorprendernos y, sin embargo, nos aferramos a la convicción de que sí hay salida, de que aún podemos detener el desastre venezolano. Queremos seguir creyendo en las reservas democráticas de la sociedad venezolana, en el coraje de sus dirigentes políticos, económicos y sociales, en la vocación rectora del liderazgo religioso de la nación, en el valor orientador de las universidades y, entre otros factores, en la lealtad a la nación de una fuerza armada que sigue sin reaccionar cuando la destruyen progresivamente, alejada de sus obligaciones constitucionales en forma artera y criminal. Por supuesto que hay de todo, como en todo, pero sería un hipócrita si no confesara que a lo largo de estos años hemos acumulado demasiadas decepciones. Tantas que sentimos no poca dosis de desprecio por buena parte de ese liderazgo, especialmente político. He presenciado muchas desviaciones y traiciones, claudicaciones y entregas, errores y juegos calculados para diferir confrontaciones a conciencia de que son inevitables. Por eso el proceso castro-comunista que encabeza Hugo Chávez avanza. Lo grave es que esto sucede en momentos de su mayor debilidad interna y externa. Víctima de su propio espíritu subversivo y de la ausencia de principios éticos y morales, mientras más poder concentra más se aleja de la nación, es decir, de la gente de carne y hueso. Se mantiene sobre la base del fraude, del miedo que producen la represión y la violencia física e institucional. La nueva agresión contra RCTV lo confirma.

Hugo Chávez dijo textualmente el 27 de mayo de 2005: “El socialismo de Venezuela se construirá en concordancia con las ideas originales de Carlos Marx y Federico Engels”. Desde antes, pero careta abajo desde entonces, aceleró el proceso comunista a la cubana y la más plena identificación con los esquemas y valores de la Unión Soviética, la China maoísta y selló alianza con gobiernos y organizaciones subversivas y narcoterroristas en el mundo entero en rabiosa actitud de desplante irracional contra Estados Unidos y cuantos gobiernos y dirigentes del mundo asuman la defensa de los valores judeo-cristianos con los cuales nos identificamos.

Ahora necesita imponer fraudulentamente una nueva constitución para institucionalizar la dictadura y construir la legalidad necesaria para legitimar el desastre actual y proyectar la acción hacia el futuro. Mientras el régimen exista todo irá hacia peor, tanto con relación al mundo como con nosotros mismos. Éste es el problema fundamental a resolver sin demora. Cualquier otra cosa será complicidad, nunca oposición o resistencia. Cuando este objetivo se clarifique, la unidad será posible.

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