¿Hacia dónde vamos?
Nos preparamos para un evento que encrespará la psiquis de los venezolanos y en donde no necesariamente estaremos frente a lo mejor de la condición humana. Insultos, amenazas, mentiras y cuanto truco exista en la política estará de nuevo en la agenda electoral que se avecina. El Gobierno, al igual que en ocasiones anteriores, usará todos los recursos que tiene disponible del Estado para usarlos como ventaja comparativa frente a la oposición. Por supuesto, las formas se tratarán de cumplir y como antes tendremos un CNE parcializado y actuando como si efectivamente fuese una dependencia del Ejecutivo.
Los opositores protestarán y denunciarán hasta el infinito el ventajismo y la falta de transparencia en el proceso. Sin embargo, aunque en condiciones poco transparentes, la oposición al Gobierno no tiene más opción que participar y hacer todo lo posible para que los abusos se conozcan. Denunciar hasta el cansancio y tratar de llegarle al mayor número de venezolanos que sea posible. No será una tarea fácil. Especialmente cuando esta campaña tiene como epicentro las emociones que produce la muerte del Presidente.
Sin embargo, el país lo que requiere es una campaña basada en ideas y propuestas. Las visiones están muy claras. El continuismo nos sitúa en una sociedad asentada en control del Estado por encima de la libertad individual. La corrupción y el abuso del poder estarán en el epicentro. La economía seguirá estancada y la inflación continuara acabando con los ingresos de los venezolanos. Los contratos colectivos brillarán por su ausencia y el deterioro físico del país se acelerará.
Un nuevo gobierno le dará oxigeno a la nación. Permitirá enrumbar al país hacia el progreso y deberá unir a los venezolanos con miras a una sociedad más estable y democrática. Venezuela está cansada de tanto conflicto. De tanta tensión. Tenemos que reencontrarnos y trabajar por superar la pobreza de amplios sectores del país. Los venezolanos tienen derecho al trabajo decente y buscar el camino hacia la movilidad social es un imperativo. La historia de estos últimos años está por escribirse. La evaluación seguramente será muy crítica. Mientras tanto requerimos de una democracia serena, previsible y sobre todo capaz de reducir tanta injusticia y abuso por parte de una minoría.
@bernalette1
