Opinión Nacional

¡Hasta cuándo!

Venezuela asiste conmocionada a un espectáculo insólito y paradójico. Por un lado, un chavismo encabezado por un presidente absolutamente enajenado en su narcisismo ideologizado a la fuerza, con el único propósito de amarrarse al gobierno, como quien cabalga un tigre, y, por el otro, una “oposición” que parece distraída en la contemplación de su ombligo.

Estamos presenciando un proceso de devastación institucional, física, moral y social de una nación, con la excusa de una revolución que se va alimentando de sus entrañas, devorando a un pueblo inerte y desasistido de apoyo, por la irresponsabilidad de los actores llamados institucionalmente a auxiliarlo.

Los partidos políticos han nacido históricamente para reunir voluntades alrededor de una idea de gobierno, de una ideología, de una política, pero no es cierto que sólo estén para alcanzar el poder. Tienen una misión mucho más trascendente cual es la representación y asistencia a la sociedad.

A su vez, las Fuerzas Armadas modernas están llamadas a asegurar el respeto a la ley, único instrumento de vida de una sociedad,  su razón de ser; sin esa misión, no vale concebir una institución militar; su existencia, costosa y exigente, es el peso necesario para la paz de los ciudadanos. Por ello, afirmó acertadamente el General Jorge Rafael Videla, en una oportunidad dramática para Argentina: “Cuando las demás instituciones hacen crisis, sus fuerzas armadas son  la  reserva de la nación”.

Hoy estamos presenciando una conducta ajena a la ley, ley constitucional y ley natural, de un presidente devenido en ególatra y tirano, por su irrespeto a ella, que se empeña en la destrucción de toda oportunidad de vida y paz en Venezuela, como método para mantenerse en el poder con el concurso de alabarderos cómplices. Ya la justicia internacional está dando cuenta de sus fechorías, los vigila y espera, y de allí su cuidado de no abandonar los fueros territoriales.

El último gesto de esta devastación es la anunciada “expropiación” de una empresa sita en Venezuela por más de 52 años, que creó empleos para venezolanos, incorporó e inventó tecnología y ciencia para beneficio de nacionales y extranjeros, y promovió sustento y riqueza, para muchas familias. La Owens Illinois es una fábrica de frascos, sólo eso. Pero acaba de ser sentenciada por Chávez, sin razón ni utilidad pública, sin fórmula de juicio y atropellando la ley y la constitución nacional

¿Qué tiene esta nueva “expropiación”? No es distinta de tantas “invasiones” de fincas, edificios y fábricas, o confiscaciones de empresas aduaneras, portuarias, de transporte, etcétera, en manos de nacionales y extranjeros; sin embargo, ella, por absurda e innecesaria, podría ser emblemática como lo fue la famosa “Ley de Tierras” que promovió la rebelión social y política que desembocó en la expulsión de Chávez en 2002, gracias al concurso de civiles y militares, ciudadanos todos, en ánimo de regresar al país a una paz luego perdida.

En aquellos episodios hubo una voluntad de defensa de los derechos de todos por una dirigencia empresarial y laboral, con la anuencia del partidismo agotado, pero representativa de un sentir nacional: todos celebramos la renuncia del tirano y todos lamentamos su regreso al poder; decir lo contrario es hipócrita y estúpido.

Asistimos a estos hechos de destrucción con una pasividad frustrante y nos preguntamos: ¿Qué le ha pasado a esta sociedad? ¿Se ha vuelto cobarde y resignada, como corderos que van al matadero? ¿Es que no ve lo que pasa y lo que le va a pasar? No. Sí lo ve y por la falta de conducción política sólo reacciona tratando de salvar lo más suyo e inmediato: sus hijos, que con tanto esfuerzo envió a liceos y universidades, sus ahorros, a mejor resguardo, y sus propiedades, enrejándolas o amurallándolas, para poder vivir como quien aguanta un temporal que no pasa.

Mientras, los auxilios institucionales, partidos y militares, lucen desorientados, sin razón de ser. Los primeros, agotados en un electoralismo escapista que no rinde los beneficios que lo justifique, o empeñados en un parlamentarismo utópico, a futuro, fuente de mayores frustraciones o jugando a unas “primarias” casi infantiles versus el embate autoritario. Y los segundos, diluyéndose en aplaudir glorias añejas, y no propias, desconociendo su razón de ser: Proteger la vida de sus compatriotas, las instituciones de su Nación y la integridad del territorio patrio. No más.

¡Es hora de reaccionar! Los partidos democráticos y la MUD no pueden seguir jugando exclusivamente al carnaval eleccionario o al show parlamentario eventual. Tienen que llamar al pueblo, llamar en defensa de los trabajadores de industrias, comercios, tierras y puertos robados por el chavismo, como espontáneamente lo han intentado sus víctimas laborales y gerenciales. No pueden seguir dándole la espalda a estas fábricas de riqueza y empleo, que son nuestro presente y nuestro futuro; deben socorrer a nuestras universidades desesperadas y acosadas. Y nuestros militares, hasta ahora preteridos por nosotros los civiles, mantener su dignidad natural ante las arbitrariedades de estos galfarros que nos desgobiernan y prepararse para garantizar un férreo control restaurador cuando regrese el imperio de la justicia y la ley.

¡Ya basta! ¡Hasta cuándo!

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba