Opinión Nacional

¿ Hasta cuándo?

Venezuela se encamina peligrosamente hacia el despeñadero de la anarquía. Desde la Presidencia se lleva a cabo el desmontaje de todas las estructuras del Estado de Derecho. La violencia se entroniza en el país y presenciamos actos vandálicos que tienen toda la apariencia de estar auspiciados por el oficialismo, porque de otra forma no se explica cómo es que los ejecutores de estos delitos en algunos casos se presentan a cara destapada por ser, así se autodefinen, defensores de la “revolución”. De manera pues que esa sola condición les permite irrumpir en locales donde se llevan a cabo actos organizados por la oposición, para sabotearlos, agredir a los presentes mediante el empleo incluso de armas de fuego. Igualmente, luego de unas elecciones que dieron vencedores a varios representantes de la alternativa democrática, no sólo se les ha impedido ocupar las instalaciones que por derecho les corresponde utilizar para llevar a cabo su gestión, sino que se ha llegado a la desfachatez de aprobar entre gallos y medianoche, unas leyes violatorias de los principios fundamentales contemplados en la Carta Magna sin que el Tribunal Supremo actúe de oficio para impedir este desbarajuste, auspiciado públicamente por el Ejecutivo.

En palabras llanas, la sociedad venezolana asiste impertérrita a la consumación de un Golpe de Estado Constitucional, que se lleva a cabo aprovechando la tristemente célebre apatía de la población cuando se dispone a disfrutar de unos días de asueto. No importa que se trate de asuntos de la mayor trascendencia para la vida del país. Aunque duela, ésta es una realidad, un comportamiento del colectivo que pareciera imitar la conducta del avestruz. Cabe preguntarse entonces si la dirigencia política, esa que adversa al actual régimen, asume también esta conducta de ausentarse del escenario cuando la trama se torna más exigente, cuando espera de los actores su mayor empeño en la representación del personaje que les corresponde. Pareciera ser que ésta trama es de tal complicación y le pide tanto a los actores principales, que han decidido ausentarse por completo del escenario ante el riesgo de sucumbir. No parecen percatarse que al hacerlo así, están decretando su desaparición de las tablas, ya que no habrá más oportunidades de montar otra obra que no sea la que los actuales guionistas escriban, o mejor dicho la que ya tienen escrita y están poniendo en escena con actores y actrices de cuarta categoría.

Símiles aparte, nos surge una interrogante. ¿Hasta qué punto ese colectivo, que en nuestra opinión abarca más de la mitad de la población, estará dispuesto a soportar el mayor descaro, el más grande cinismo de quienes detentan el poder, para tratar de subyugar, de humillar a todo un pueblo, por medio del uso y abuso de ese poder? La historia de la humanidad abunda en casos en los cuales las sociedades se han hartado y asqueadas de tantos abusos, han producido el momentum que desata la liberación de toda la energía contenida. ¿Será éste el caso de lo que queda de la Venezuela que una vez fue, con todos los defectos que se le pudieran endilgar? Por de pronto, no hay respuesta a esta lacerante angustia que se percibe en los rostros de esa mayoría de la población que se mueve dando tumbos. Como un buque que se queda al pairo, sin propulsión, con su sistema de gobierno averiado, en medio de una mar borrascosa.

¿Hasta cuándo esa masa que llamamos pueblo, que se manifestó en el último acto comicial, de la cual forman parte los profesionales, los técnicos, los obreros, las amas de casa, los sindicalistas, los gremios, los sacerdotes, la gente de la calle, la de todos los días. Y también las fuerzas armadas, con sus oficiales, sus suboficiales, sargentos y demás integrantes, que son parte de esta sociedad, que les aquejan las mismas angustias, que no están por completo invadidas por el morbo de la corrupción y de la partidización, donde seguramente existirá una burbuja de institucionalidad, de valores republicanos, de valores democráticos, en fin de decencia, hasta cuándo, repetimos, ese colectivo seguirá soportando las humillaciones , la burla de un hegemón que se cree el amo del país, el cinismo de todos sus adláteres, sin que se llegue al momentum que desate la explosión de tantas frustraciones? Sería una temeridad pretender adivinar o predecir los hechos, sobre todo en lo político y social, pero han existido casos.

Seguramente, más de uno en las filas del régimen se estará planteando esta interrogante, sobre todo después de varios asomos de rebelión interna, de desacato a unas supuestas líneas dictadas desde la cúspide. Son manifestaciones de hastío de tanta mentira, de tanto abuso, de tanto atropello. El derrumbe de los regímenes que se han creído blindados en todos los ángulos, generalmente ha comenzado desde adentro de ese supuesto blindaje. ¡En la vida todo pasa y pasa la vida misma!

César Augusto Manzano Zavala
Contralmirante

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