Opinión Nacional

Hay que decirlo

Existe un proverbio que dice «La vida se acaba cuando dejas de soñar, la esperanza cuando dejas de creer…», allí el origen de nuestro malestar existencial.

Tony Judt historiador y escritor británico, poco tiempo antes de morir, explicaba que veníamos de una época con ideales, en el que las fantasías de un progreso personal ilimitado habían desplazado valores esenciales como la libertad, la justicia social o la acción conjunta de una comunidad.

Hace pocos días Leonardo Padrón escritor y productor de televisión venezolano, relataba cómo varias mujeres militares golpeaban, escupían, insultaban, humillaban, torturaban a Ivonne una mujer venezolana, después de todo eso, ha sido amenazada con su vida si hablaba y contaba lo sucedido.

Nos recordó también la foto de Ehisler Vásquez, el joven de 19 con su cara desgarrada por los perdigones, por solicitar el derecho constitucional de reconteo de los votos de las elecciones presidenciales.

En todos los ejemplos que citó se repetían los mismos hechos, grotescos, inhumanos, cometidos por supuestos garantes de la integridad nacional, militares que degradan su uniforme, que producen asco.

Leyéndolo recordé otros casos, la juez Afiuni «La Presa del Comandante», condenada sin juicio previo «¡Métanla presa por treinta años!», ordenó públicamente el esbirro político de los hermanos Castro en Venezuela. Vejada, sin derecho a que se le aplique la justicia y la ley.

Golpeada, torturada y violada dentro de los recintos judiciales del gobierno. Amenazada con una demanda jurídica por parte de los funcionarios responsables de velar por su integridad. Otros escenarios en manos de otros monstruos.

Delitos impunes, que no producen ninguna reacción a la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz.

«Tres guardias nacionales mataron y enterraron a otro militar en Caracas», decía el titular de prensa donde se narraba el asesinato de Diosnny Manuel Guinand de 24 años, quien fue denunciado como desertor. En realidad, torturada víctima de delincuentes en uniforme que buscaban apoderarse del armamento militar.

Así va el país, con los nuevos valores que nos ha traído la revolución bolivariana, ¿Estas son nuestras Fuerzas Armadas?, ¿nuestros cuerpos de seguridad? Vamos por mal camino, con un gobierno lleno de corruptos y delincuentes, que sembró odio entre nosotros, que acabó con la decencia, que introdujo el cinismo, el descaro y el atropello en nuestras vidas.

Que ha vendido su alma, que se muestra indigno de Bolívar y de nuestro gentilicio.

Qué esperanza nos queda, tenemos un país sin soberanía, dependiente económica y políticamente de países extranjeros, dirigido por traidores a la patria, con militares y funcionarios civiles comprometidos con un régimen, sea por corrupción, dinero, prebendas u otros intereses inconfesables.

Necesitamos ciudadanos, venezolanos de verdad, gente preparada que quiera a su país.

Necesitamos gente digna que le devuelva la fe y la esperanza a nuestro pueblo, una sociedad que incluya a todos para reconstruir el país.

La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo, afirmaba el escritor belga Maeterlinck.

Necesitamos también coraje, reaccionar contra el abuso de poder, contra ese proyecto impuesto desde Cuba que nos está destruyendo y haciendo de nosotros una masa de seres mezquinos, degradados, desunidos e indiferentes, porque venezolanos somos todos, afines o no con el gobierno.

Que actúe decididamente, de manera urgente, con sacrificios, ejerciendo su responsabilidad política y social sin miedos… «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque TÚ estarás conmigo». Salmo 23:4.

Ex Cónsul de Venezuela en París

Presidente de Venezuela-Futura, Francia

 

 

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