Opinión Nacional

Ibéyise

La historia escoge sus eventos. Hace 14 años, un aciago 4 de febrero, escogió a un pobre hombre, ignorante, vacuo y ambicioso para que se asomara desde su escondrijo del museo Militar y – amparado por los medios de comunicación, un ministro de la defensa que no supo estar a la altura del momento y una sociedad enferma de extravío , ensombreciera con unas pocas palabras el destino de la patria.

Diez años después escogió a 19 ciudadanos, hasta entonces esperanzados, felices y desconocidos, para que se convirtieran en las víctimas propiciatorias de los asesinos a sueldo de ese mismo uniformado, quien volviera a manchar la bandera de la patria con la sangre de nuestros inocentes.

Hoy la escogencia no ha sido fortuita ni producto del azar. Fue orientada a una mujer de nuestro pueblo, de nuestra raza y nuestra cultura. Una profesional ejemplar. Una periodista orgullo del periodismo venezolano. Ibéyise Pacheco.

Pero esta escogencia difiere de las anteriores. En el 92, cuatro tenientes coroneles zafios, traidores y cobardes, dirigidos por el más zafio, traidor y cobarde de todos ellos, pudieron solazarse en su ignominia tras los faldones de una clase política corrupta, cobarde, timorata. Y una oficialidad que traicionó su herencia libertadora para revolcarse en la complicidad y la intriga.

El 11 de abril, una mafia de pistoleros escudados en la sagrada enseña de la revolución ˆ la de verdad, la que sigue pendiente de ser realizada en Venezuela, la de la decencia, la integridad moral, la modernización, la justicia, el progreso ˆ se cebó descargando sus caserinas sobre ingenuos y espontáneos manifestantes. Fue tan repugnante el crimen, tal alevoso y cobarde, que el teniente coronel se vio en la obligación de renunciar.

Y hoy estaría en el olvido del destierro, el desprecio y la vergüenza, si un grupo de civiles y militares traidores no hubiera adelantado sus santos oficios para protegerlo a él y a sus viles intereses. No los olvidaremos.

La escogencia de hoy es la definitiva: el discurso de Ibéyise Pacheco durante el acto organizado por los compañeros de Expresión Libre en su honor, marca un hito histórico. Después del 4D y de este 15M, la guillotina ha comenzado su demoledora e inevitable faena. Quienes vivimos ambos eventos podemos sentirnos honrados y orgullosos: estamos asistiendo a la alborada de la nueva revolución venezolana. La de la moral, la de la dignidad, la de la decencia, la honra y la grandeza. Esa revolución moral tuvo hoy varias voces. La de Ibéyise. La de Gustavo Azócar. La de Marianella Salazar y la de Napoleón Bravo. La de un gremio que dijo basta y nadie podrá callar. La de una sociedad civil que no alcahueteará más ignominias.

Los molinos de los Dioses muelen despacio, cantaba Homero. En Venezuela comenzó la molienda. No la parará nadie. Que asuman sus consecuencias. Ibéyise asumió la suya. Nosotros la nuestra.

Gracias Ibéyise. Seguiremos tu ejemplo.

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