Opinión Nacional

Incertidumbre

Walter Benjamin en su trabajo Tesis de filosofía de la historia nos relata en el párrafo primero un breve cuento. Nos refiere a un robot ideado para ganar cualquier juego de ajedrez. Es la máquina ilusoria creada por Wolfgang von Kempelen en 1770. La presunta máquina se asemejaba a un ser humano vestido con ropas de la antigua Turquía. Enfrente tenía una mesa con el tablero de ajedrez. En un ejercicio de transparencia, el ilusionista mostraba que la mesa contenía unas puertas en las cuales se encontraban los engranajes y las poleas que daban vida al mágico robot. No obstante, no daba ninguna pista sobre el origen de su inteligencia invencible. Se dice que el robot logró derrotar a figuras importantes como Napoleón y Benjamin Franklin. A raíz de ello, personajes como Edgar Allan Poe decidieron descubrir el secreto.

Robert-Houdin, el ilusionista francés considerado como el fundador de la magia moderna, estableció en sus memorias que el genio detrás del robot de Kempelen era un desventurado soldado polaco que había perdido las piernas y podía ser ocultado fácilmente. Por otro lado, W. Benjamin, estableció que un jorobado maestro en ajedrez operaba el robot, igualmente, ocultado dentro de los mecanismos de la mesa.

Las dos explicaciones resaltan el hecho de la existencia de una ilusión de inteligencia fantástica, llevada a cabo a través del engaño del público, al hacerles creer, bajo un ejercicio de transparencia, que la mesa no contenía sino poleas y engranajes.

Mucho se parece este juego de engaño a la realidad venezolana. Puede abordarse desde diferentes perspectivas. La primera puede ser el tratar de establecer quién es el genio detrás del robot. ¿Quién es el jorobado que opera los engranajes y las poleas de este gobierno autómata? ¿De dónde están recibiendo órdenes los delegados en el poder? En este caso ya no es la mente de Edgar Allan Poe, que se ocupa del acertijo por simple curiosidad intelectual, sino la mente de todos los venezolanos que tratan de entender por quiénes están siendo gobernados.

La segunda perspectiva para establecer la analogía es resaltar el engaño perpetrado por medio del establecimiento de una falsa transparencia y conseguir una legitimidad de tal grado frente al público que siembra la duda de las mismas convicciones. En otras palabras, crear un estado de confusión en el cual no se sepa ya qué creer. La diferencia entre un juego de ilusión que termina cuando cae el telón y la confusión creada por el Gobierno venezolano, es que aquel es un simple entretenimiento, la otra es la realidad con la que tienen que vivir millones de personas.

Es así como hay una percepción de separación de realidades. La incertidumbre política y económica del país crea la sensación de que el tiempo se arrastra en un presente que se extiende sin resolución hacia un futuro indiscernible. Paralelamente, existe la realidad impuesta por la fuerza de la cotidianidad que sigue su ritmo, abriéndose paso entre las incertidumbres como testigo de un curso que fluye concretamente al ritmo del tiempo. Un escenario kafkiano. Quizás sea ya más comprensible para cada venezolano la confusión y exasperación experimentada por Gregorio Samsa al despertarse como víctima de una metamorfosis que le impide ir a trabajar y seguir con el ritmo de la cotidianidad.

Para explicar la situación presente del venezolano podemos recurrir a la interpretación de W. Benjamin de la pintura Angelus Novus del pintor Klee. En la pintura, se encuentra un ángel contemplando fijamente algo que no se alcanza a ver. Su boca está abierta y las alas estrechadas ofreciendo resistencia al viento. Este es el ángel de la historia con su rostro mirando hacia el pasado. Para él, el pasado no es una serie de eventos, sino una sola catástrofe que arroja destrucción a sus pies. Él quiere quedarse y despertar a los muertos para reparar lo que ha sido destruido. Pero no puede. Hay una tormenta que lo empuja con violencia de espaldas hacia delante. Ya no puede cerrar sus alas y es propulsado hacia el futuro mientras ve cómo se sigue acumulando la destrucción. La tormenta es llamada progreso histórico.

Así el pueblo venezolano ve hacia su pasado y ve los errores cometidos a lo largo de su historia. Todo es una catástrofe de caudillismos y democracias tornadas en demagogias y oclocracias. La tormenta del progreso histórico nos hala hacia el futuro incierto sin estar preparados. Avanzamos hacia la incertidumbre causada por el temor y el pánico.

 

 

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