Opinión Nacional

Ingenuidad pecaminosa

Percibir a diferencia de observar, es interpretar los hechos y anticipar respuestas ante los mismos. Es tanta el ansia de paz y de respeto a formas de vivir democráticas en donde las diferencias se discuten y se encuentran y es posible resolver no solo las adversidades sino crear nuevas soluciones, que evitamos encontrarnos con la realidad.

Percibir como conciliador un «mensaje» netamente utilitario y estratégico es desplazar la responsabilidad de los compromisos asumidos. ¿Cómo explicar que se resalte la falta de insultos como conciliación? ¿Acaso es una muestra de dialogo y reconocimiento del otro el sugerir que solo se necesita tres meses de «poderes absolutos» para fundamentar una conducta conciliadora o es una manipulación de ganar tiempo y recoger esperanzas?

La ingenuidad también es pecaminosa porque nos hace cómplices. Los recientes sucesos en Túnez en donde llama la atención que sorprenda la rapidez y evolución de una protesta y nadie los haya previsto con inmensos sistemas de información, evidencia que no vemos lo que no queremos ver, pero ello no exime de la responsabilidad ante las consecuencias. Se sabía de la inmensa corrupción y nepotismo así como de la coacción generalizada pero no convenía verla porque aseguraba estabilidad…. O porque daba los beneficios de la complicidad.

Por algo en el «mensaje» no se hizo referencia a la exhortación de la Conferencia Episcopal, no convenía al utilitarismo las evidencias dictatoriales. Lo peligroso de la ingenuidad es su acompañamiento con la improvisación y manipulación de esperanzas. Ningún compromiso de amnistía por arbitrariedades con los presos ideológicos, y mucho menos con los diputados electos que no se quiere reconocer en sus derechos y se manipula con vericuetos teatrales. Clama contra la ingenuidad la manipulación de esperanzas de la población damnificada con varios años en condiciones infrahumanas, en donde los chivos expiatorios son los otros. Y es manipulación porque la esperanza de tener una vivienda hace que se acepte cualquier cosa y si protesto y me voy, es porque no quisiste esperar a recibirla, es tu problema y no el mío.

La realidad es como es y no como quisiéramos. Aceptemos los tiempos de compromisos en donde sólo la presión pública desenmascara los disfraces. El «mensaje» fue un perfecto psicodrama, a nosotros leer su guión y no diluir nuestra responsabilidad con buenas intenciones y deseos que no tienen a donde anidarse.

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