Opinión Nacional

Inhabilitemos al presidente

 

Revolucionario sería inhabilitar al presidente. Un símbolo de una revolución con coherencia, es democrática, los poderes públicos son activos y protagonistas de los cambios; respeta a los ciudadanos. Las situaciones de emergencias son escenarios para que los gobiernos demuestren su capacidad de organización y de voluntad política para resolver los problemas. En el gobierno venezolano es la escusa para una vez más otorgar al presidente una Ley Habilitante. Inicialmente parece lógica esta estrategia; pero, es la evidencia de una Asamblea Nacional incapaz de estar a la altura de los problemas del país y la demostración de un servilismo hacia la figura presidencial.

Hugo Chávez agradeció la decisión e indicó su carácter democrático. Ahora bien, una democracia no solo se mide y se valora por mecanismos formales. ¿Es que alguien consideraba que la propuesta sería sancionada en contra o con mayores limitaciones siendo la mayoría del parlamento integrante representantes de partidos afines al gobierno? Sería iluso considerar que los peones en la Asamblea Nacional se enfrentaran o limitaran al presidente. Hay que estar en su lugar; es una decisión para sobrevivir en el escenario de la política nacional. Una democracia con amenazas usando la opinión pública como arma, no es eficaz; es un regimiento civil con una estructura militar que se limita a cumplir órdenes.

Pero, partiendo del principio que la Ley Habilitante era necesaria, es preocupante que las organizaciones políticas del país no tengan la capacidad de asumir con firmeza, profesionalidad y vocación pública las decisiones adecuadas para ayudar a los ciudadanos afectados por las lluvias. Espero que nadie se le ocurra decir que fue impredecible; todos los años hay muertos, damnificados e infraestructuras destruidas por las lluvias. No es responsabilidad única del gobierno; es también de las políticas asumidas desde los sectores de la oposición.

La precaria capacidad de planificación y de voluntad política por asumir las reformas necesarias en beneficio de la seguridad de los venezolanos siempre es una tarea pendiente. No solo de la revolución; de todos los gobiernos. Quizás la revolución ya podría haber avanzado en una reducción de la miseria en nuestros cerros; pero, seamos honestos, los pobres son necesarios para la clase política que quiera seguir manteniendo los votos y el poder a través del chantaje. Llegará el día en que los venezolanos tomemos conciencia de que las limosnas de los gobiernos no solucionan los problemas de nuestra sociedad. Estamos guardando silencio mientras que los privilegiados de la revolución y del poder disfrutan del sudor y del dolor de la pobreza.

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