Opinión Nacional

Insólita protesta en Venezuela

Caracas (AIPE)- La larga crisis política venezolana parece ir acercándose, en medio de la confusión, a algún tipo de desenlace. Al día siguiente de un paro general de carácter cívico que logró enorme apoyo y consolidó a la oposición, 14 generales y almirantes se declararon en desobediencia civil exigiendo la renuncia del presidente: no se rebelaron con sus armas, en los cuarteles, como en un clásico golpe de estado, sino que lo hicieron como ciudadanos -aunque vestidos de uniforme- concurriendo a una plaza pública para solicitar el apoyo de la población. Ese día, 22 de octubre, miles de automóviles recorrieron Caracas con sus luces encendidas y banderas venezolanas en alto mientras la gente iba llegando a la Plaza Altamira para manifestar su apoyo a los rebeldes. Prometieron no salir de allí hasta que Chávez abandone el poder, mientras miles de ciudadanos comenzaban una vigilia que aún continúa y que lleva más de doce días de duración ininterrumpida. La curiosa constitución venezolana de 1999, hechura del propio Chávez, hace legítima esta insólita protesta: ella autoriza a los militares a asumir posiciones políticas y garantiza a todos un derecho a la rebelión que casi nunca se inscribe en los textos constitucionales.

Nadie supo muy bien qué hacer al comienzo de estos acontecimientos. El gobierno lanzó insultos a granel pero no actuó mientras que la oposición, agrupada en la Coordinadora Democrática, terminó por apoyar la protesta —aunque con algunas reticencias—, poniendo en la balanza tanto su temor al rol protagónico de los militares como, en el otro platillo, la visible respuesta positiva de un sector muy importante de la población.

La visita de César Gaviria, Secretario General de la (%=Link(«http://www.oas.org/»,»OEA»)%)
, dio un giro todavía más complicado a la situación. El diplomático logró la promesa de iniciar una mesa de diálogo y negociación entre gobierno y oposición -que debiera comenzar a funcionar en los próximos días- donde se examinarán, entre otras, la propuesta de convocar a un referéndum consultivo que pide a los ciudadanos pronunciarse sobre la salida del presidente. Los partidarios de Chávez, aunque dicen que tal cosa es anticonstitucional, no pueden rechazar de plano la idea: ya hay más de un millón de firmas que la respaldan y las presiones en su contra crecen de un modo vertiginoso en estos días. Por eso en el congreso se discute ahora la posibilidad de encontrar alguna solución electoral que pudiese servir como salida pacífica a la compleja crisis que vivimos.

Mientras se debate todo esto, hay importantes sectores, incluidos los militares de la Plaza Altamira, que piensan que sólo una huelga general indefinida será capaz de derrotar realmente al gobierno. Este, entretanto, continúa con sus provocaciones, pues mientras dice que tiene la intención de negociar, lanza a sus fuerzas de choque contra la alcaldía de Caracas o agrede brutalmente a un ciudadano pacífico, el Sr. Mehri, que se ha ubicado frente al Tribunal Supremo mientras realiza una huelga de hambre pidiendo justicia para su hijo, asesinado por paramilitares chavistas el 11 de abril pasado.

La crisis, por lo tanto, se desenvuelve en muchos planos: en las instancias jurídicas que todavía domina el chavismo, en un congreso donde el gobierno posee una frágil mayoría, en unos cuarteles que —a pesar de las apariencias— son un hervidero de discusiones y rumores, en las discrepancias internas de la Coordinadora Democrática pero, sobre todo, en la calle. La calle, la protesta continua de unos ciudadanos que no quieren ver cómo se convierte a Venezuela en un país comunista, la presión de quienes no tienen partido y recurren a toda clase de acciones pacíficas para hacerse escuchar, es el elemento que dinamiza esta cambiante situación y mantiene al gobierno a la defensiva. Según las últimas encuestas un 71% de la población se opone a Chávez y la mitad de la ciudadanía, en total, es irreductible en cuanto a que quiere la salida inmediata del presidente.

¿Podrán triunfar? ¿Lograrán vencer la resistencia de un grupo que no quiere abandonar el poder bajo ninguna circunstancia? Nada es posible predecir en medio de tan tumultuosos acontecimientos; lo único que cabe afirmar es que Chávez -ante una oposición tan decidida- jamás podrá imponernos su oscuro proyecto político dictatorial.

(*):Corresponsal de la agencia AIPE.

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