Opinión Nacional

Isla de Cuba: La experiencia de un testigo (Parte I)

Con la llegada de Hugo Chávez a la primera magistratura venezolana, el asunto de la forma de vida y gobierno cubana cobró relevancia en nuestro país. Unos la han satanizado y otros la han alabado. Lo cierto es que como en todo hay cosas malas y cosas buenas.

El siguiente artículo busca plasmar brevemente, de manera informativa y pluriparcial la experiencia e impresión que en marzo de 2001 obtuve de la Isla en un viaje realizado con fines de intercambio cultural en una delegación estudiantil de la U.C.V. Para ello expresaré tanto los logros de la Revolución que a mi manera de ver son positivos como aquellos factores que han sido negativos para el bienestar de la población y el desarrollo del Estado.

Previamente no podemos pasar por alto el Bloqueo que desde hace más cuarenta años sufre esta isla. Unos dicen que es la excusa perfecta para la permanencia de Castro en el poder y otros afirman que es una de las más grandes injusticias imperialistas en nuestro continente. Yo solo diría: en un mundo donde todo es una pseudo – verdad ¿tiene algún Estado, derecho a imponer un yugo, por no compartir la visión del otro? e igualmente ¿tiene derecho un régimen a mantener a un pueblo en la escasez por la defensa de otra semi – verdad? En todo caso entremos en materia.

La educación es bastante completa. Los niños y jóvenes aprenden (aparte de las materias tradicionales) agricultura, fabricación de alimentos, deporte, cultura, manejo de instrumentos aeronáuticos, entrenamiento militar, primeros auxilios y anatomía. El único y más grave problema en todo esto es la ideologización marxista – leninista – guevarista que desde muy corta edad se recibe. La educación superior está prácticamente garantizada para todos los habitantes de la isla, teniendo por un lado una población muy culta, pero a la vez dogmatizada. (Este tema de la dogmatización es un poco delicado porque es difícil saber a ciencia cierta quién aprueba el régimen a voluntad, quien lo hace producto de la socialización que recibe desde niño y quién lo hace por terror a represalias. Además en todos los regímenes, incluyendo el democrático, se tiende a moldear a la población en cuanto a una serie de valores sociales, políticos y culturales).

En cuanto a salud, a pesar de que su sistema es uno de los mejores a nivel público en América Latina (teoría que pude comprobar al visitar varios centros asistenciales de diversas especialidades), el verdadero éxito en esta área reside en la medicina preventiva, la cual han desarrollado con diversos planes dando resultados ampliamente favorables. Las estadísticas hablan por si solas.

Quizá lo más frustrante para el cubano resulta la falta de expectativas en la mejora de su calidad de vida, ya que tiene un tope, que unos achacan al bloqueo y otros al propio sistema socialista. Esta idea de igualar a los desiguales se refleja en frases como por ejemplo: “se pasa hambre pero nadie deja de comer”, o como en el patético caso de las prostitutas que, siendo profesionales del mas alto nivel académico, venden su cuerpo para subsistir, por no encontrar plazas de trabajo.

En cuanto a la seguridad personal en Cuba puedo decir que percibí un ambiente tranquilo. Policías y comunidad organizada custodian las ciudades a toda hora del día en cada esquina. El índice de robos y muertes semanales por violencia es casi nulo y las penas son muy duras. Muchos dirán (con toda la razón) que eso es algo lógico en una dictadura donde se busca controlar a los individuos y disuadir a los enemigos externos, pero un Estado sin ningún tipo de orden como Venezuela (es decir, el otro extremo) se corre el peligro de la disgregación.

En cuanto al deporte, Cuba tiene el récord de ser el segundo país más sobresaliente de América en competiciones internacionales, ya que preparan desde pequeños a los deportistas del futuro de acuerdo a sus potencialidades e intereses de una manera exigente. Es tanta la prioridad de ésta área que uno de los sectores con mejores condiciones de vida, junto a los empleados hoteleros, es el de los deportistas.

Desde el punto de vista político – partidista no existe movilidad y elección real en la élite gobernante nacional. La rotación por elección se da solo en otros cargos (pero todos los candidatos son del Partido de la Revolución). Unos alegan que Castro es el mas capacitado y por eso lo votan. Otros dicen que lo hacen porque no hay mas remedio. Existe una oposición, pero eso sí, permitida solo porque no representa ningún peligro de generar una violencia política similar a la que existe en Venezuela, que pueda desestabilizar al gobierno e incluso al sistema. La oposición fuerte está en EUA y en otros países.

Hay libertad de culto desde finales de los 70’s pero no hay libertad para salir de la Isla. Esta inquietud se puede palpar en los rostros resignados de los cubanos. Yo me pregunto ¿si les permitieran salir, tendrían los mecanismos y recursos para irse?
El desarrollo turístico, la limpieza de las ciudades y la ausencia de vendedores ambulantes, niños de la calle, ranchos e indigentes es notable, pudiendo afirmar que el Estado ha asumido esta área con mucha responsabilidad y efectividad.

Solo existen medios de comunicación del Estado. Su programación se caracteriza por la presencia de programas educativos y de opinión sobre temas generales, estando ausente las noticias negativas, las películas violentas o las novelas. Sin embargo la ideologización, la promoción del patriotismo a la antigua y la prohibición de otros puntos de vista distintos al interés del régimen (sobre todo en lo político) es algo recurrente y sin cuestionamientos.

Bueno o malo, todo esto indujo a un compañero de la delegación a preguntar a Fidel en un foro que nos ofreció en la sede de la Asamblea Nacional de Cuba, lo siguiente: ¿Cómo hacer para llevar la Revolución a Venezuela? y el Líder cubano respondió (de una manera pausada y ante un auditorio de venezolanos bastante plural) que llevar una Revolución a Venezuela no era posible. Según Fidel los venezolanos debíamos encontrar nuestro propio sistema de gobierno, sin seguir copiando fórmulas de otras realidades.

Sobre las interesantes razones dadas por Castro para argumentar esta afirmación hablaremos en la próxima entrega de este artículo.

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