Ivonne, Reny y Diosny

Una muchacha y dos chamos. Sus nombres no corresponden a una banda musical. Tampoco a una reseña de páginas sociales. Ojalá hubiese sido ese el motivo para saber de ellos. Pero no fue. Se trata de tres venezolanos menores de treinta años, cuya dignidad y vidas convergieron en una lacerante encrucijada, en una desgraciada fatalidad común. En su camino se cruzó la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), un ente con nombre que insinúa orden, institucionalidad y hasta orgullo histórico,  pero que para estos jóvenes no mostró más rostro que el de insultos, cascos, botas, peinillas, torturas, vejación y eventualmente, el de la muerte. 

Ivonne, por reclamar cívicamente el 16 de abril la revisión de los resultados electorales en Barquisimeto, fue apresada por la GNB y en la sede de ese cuerpo fue objeto de escupitajos, peinillazos, patadas, obligada a caminar en cuclillas, sufrió descargas eléctricas y, rememorando prácticas usuales de los esbirros falangistas españoles, forzada a gritar loas al caudillo del régimen.

Reny, un humilde muchacho tachirense, presunto “pimpinero” de gasolina en ese contrabando estimulado por la irracionalidad económica, fue apresado por la GNB y salvajemente golpeado con una manguera. Con una crueldad que cuesta imaginar, le hicieron beber del combustible y murió. También los fascistas en España obligaban a los opositores a tragar aceite de oliva hasta morir.

Diosny, un joven soldado cumanés a quien trataron de sacar por la fuerza una confesión sobre un arma desaparecida, fue torturado hasta la muerte por efectivos de la GNB, vergonzosamente incluido entre ellos un oficial de alta graduación. Luego fue enterrado para simular una deserción.

Deshonrosas historias de este cuerpo militar, que habrá de contar sus glorias por muertos y torturados, por castigos y peinillazos, por odio y escupitajos…

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