Jirahara
Para Carlos y María Elena Pardi, con afecto
Desde hace diecinueve años, todos los años por esta misma época, se lleva a cabo en Barquisimeto el seminario anual del Grupo Jirahara. Las reuniones tienen como objetivo el análisis de temas de interés nacional, persiguen el encuentro de consensos y entendimientos y se proponen soluciones. Los panelistas siempre son personas que tienen en común el destacarse en sus ámbitos de acción.
El motor del Jirahara es Félix Otamendi. Siempre que hablo de él tengo que referirme a su extraordinaria capacidad de organización, su preocupación por los asuntos del país, su devoción a las causas justas y su inmensa calidad humana. Quienes pertenecemos al Grupo Jirahara sabemos de primera mano que conocer a Félix Otamendi y a su hermosa familia, más que un privilegio, es todo un honor. Estar en casa de los Otamendi es sentir la presencia de esa Venezuela añorada de principios y de valores, de calor de amistad y buena acogida. Desde la primera vez que pisé su casa, me sentí como en la mía.
La Universidad Tecnológica del Centro, Unitec, creó una Cátedra de Ciudadanía con el nombre de Félix Otamendi. Allí se discuten temas como los que se presentan en el Jirahara. Celebro esta iniciativa del Rector César Peña Vigas.
Al lado de Félix Otamendi hay otras personas que han contribuido a que Jirahara se haya consolidado como unos de los «think tanks» más importantes de Venezuela. En particular quiero referirme a Carlos Pardi, a quien va dedicado este artículo. Félix se refiere a él como «mi hermano», y además de haber sido todos estos años un bastión del grupo, es un hombre inteligente y ameno, que contagia con su alegría a quienes tiene alrededor. Tanto, que todos lo sentimos también como «nuestro hermano». Su encantadora esposa, María Elena, es toda otra «hermana».
Este año, como preámbulo de lo que será la celebración de las dos décadas del grupo, el seminario, que versó sobre distintas visiones del país y Latinoamérica, fue extraordinario. Los panelistas peruanos José González y José Luis Rénique y el excelente venezolano Ángel Alayón, hablaron sobre la democracia y la economía en el siglo XXI. Los historiadores Elías Pino Iturrieta y Tomás Strakka ofrecieron sus visiones históricas de Venezuela. Pino con la veteranía y brillantez de siempre ¡qué enriquecedor es escucharlo!, Strakka resultó una grata sorpresa por su juventud.
Luis Christiansen, presidente de la encuestadora Consultores 21 ofreció impecablemente el panorama sobre lo que pensamos los venezolanos este 2006, y los periodistas Marianella Salazar, Alonso Moleiro, Rafael Poleo y Milagros Socorro nos dieron sus visiones particulares como comunicadores. Inteligentes, agudos, precisos, mordaces, ¡geniales!
La protesta fue analizada en profundidad por Alfredo Croes, Ángel Oropeza, Oscar Vallés y Agustín Blanco Muñoz. El tecnicismo de las presentaciones de Croes y Oropeza sirvió de contrapeso a la avalancha de pasión de las exposiciones de Vallés y Blanco Muñoz.
Monseñor Baltazar Porras cautivó a los asistentes con su análisis de la relación entre la Iglesia Católica Venezolana y la Democracia. Afirmo sin que me quede nada por dentro que Monseñor Porras es uno de los grandes líderes de esta nación. Como decía Brecht, uno de los hombres indispensables. Para finalizar, un Embajador norteamericano, Manuel Rocha, con amplia experiencia como funcionario en América Latina y el Senador colombiano Oscar Iván Zuluaga, quien se dice será un futuro presidente de Colombia, en un derroche de sentido común, erudición y brillantez, nos ofrecieron sus visiones sobre Latinoamérica.
El talento musical larense no podía faltar, y admiramos el virtuosismo del flautista Manuel Rojas, del cuatrista Narciso Díaz, del bajista Agelvis Sánchez Daza y del genio de las maracas Manuel Rangel, en un recital inolvidable.
Y la llamada Cena de la Amistad en casa de los Otamendi fue dedicada a uno de los miembros, Armando Scannone, gloria de la cocina venezolana.
Iniciativas como ésta deben ser aplaudidas, repetidas y propiciadas en todo el país.
