Opinión Nacional

Joaquín Edwards Bello (1887-1968)

“Los generales en el gobierno son caros y peligrosos,

por cuanto sueñan con guerras, con cuarteles modernos

y con armamentos. Para los norteamericanos

es un buen negocio la agresividad suramericana,

a manera de mercado para el excedente inservible de sus armamentos.”

Joaquín Edwards Bello

LA VOZ DE LA NOVELA NATURALISTA CHILENA

Edwards Bello es, sin duda, uno de los principales exponentes de la novela naturalista de Chile. Significó la pervivencia de la tradición naturalista social: sus personajes, tipos anormales, desequilibrados, abúlicos, mezclan el determinismo con lo sociológico en sus novelas más avanzadas. Su obra narrativa se centra en el retrato de los ambientes urbanos chilenos, al que añade una serie de reflexiones de índole sociológica.

Joaquín Edwards Bello nace en Valparaíso el 10 de mayo de 1887. Descendiente de Andrés Bello estudia en el prestigioso Colegio Mackay y después en el Liceo Eduardo de la Barra. Para completar su formación su familia le envía a Europa, donde permanece desde 1896 a 1902, y tras regresar a Chile y contra los deseos de su padre se dedica de lleno a la literatura y al periodismo Contrae matrimonio con Angeles Dupuy, quien fallece y posteriormente con Marta Albornoz. Viaja a Europa y Brasil. Desde 1919 trabaja como periodista en el diario La Nación y colabora en otras publicaciones. En 1943 recibe el Premio Nacional de Literatura. En 1958 fue nombrado Hijo Ilustre de Valparaíso y un año más tarde recibe el Premio Nacional de Periodismo. El final de su vida está marcado por la tragedia, desde 1960, víctima de una hemiplejía, permanece postrado en cama, hasta que el 19 de febrero de 1968 se quita la vida de un disparo con el revólver Colt que le regaló su padre antes de morir.

Sus primeras novelas se caracterizan por una trama ligera desde el punto de vista narrativo y por las experiencias autobiográficas acumuladas: El inútil (1910), El monstruo (1912) y La tragedia del Titanic (1912). Posteriormente su realismo se vuelve más crudo, como La cuna de Esmeraldo (1918) y sobre todo El roto (1920), novela importante que ofrece una amarga contemplación de los bajos fondos de Santiago de Chile. Otras novelas importantes son: El chileno en Madrid (1928), Cap Polonio (1929), Valparaíso, la ciudad del viento (1931), Criollos en París (1933) y La chica de Crillón (1935). Tiene, además, abundantes relatos, crónicas, artículos periodísticos, etc., recopilados en: Crónicas (1964), Nuevas crónicas (1966), Hotel Oddo (1966) y El subterráneo de los jesuitas (1966). Su libro autobiográfico Memorias del Valparaíso (1969) fue publicado a los pocos meses de su muerte. Y como dijo el novelista chileno: “Las desilusiones del pueblo después de las luchas electorales, cuando comprende que las rivalidades de los candidatos eran falsificaciones momentáneas, se transforman en estados de silencio taciturno, más peligrosos que las crisis mismas”.

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