Opinión Nacional

Joseph Addison

“Cuando se va la libertad,
la vida se vuelve insípida y pierde su gusto.”

Joseph Addison.

LA VOZ DEL GRAN DIVULGADOR

Addison es la mayor figura del nuevo género de los ensayistas. Dice el profesor de Edimburgo Edward Albert, en cuyo buen sentido y erudición puede confiarse, que ese género empezó casi por casualidad. Publicó Sir Richard Steele en 1709 el primer número de la revista The Tattler (El Chismoso, 1709-1711), y al verlo Addison, que había sido condiscípulo y amigo de Steele, le ofreció su colaboración que fue aceptada. Duró la publicación hasta el año 1711, en que Steele la sustituyó por otra que se proponía ser diaria: The Spectator (El Espectador 1711-1712). En esta, el espíritu de Addison fue el que predominó, al revés de lo ocurrido en la anterior, y de los ensayos que publicó el periódico, 274 eran de aquél y 236 de Steele. The Spectator obtuvo gran popularidad. Steele era inconstante y se cansó del proyecto, emprendiendo en 1713 otro, el de la publicación de The Guardian, en que también le ayudó Addison y obtuvo sólo mediano éxito. De estos trabajos han quedado cerca de cuatrocientos ensayos de Addison, sobre gran diversidad de asuntos y escritos en estilo casi siempre excelente, natural y fácil. Su autor se había convertido en censor de las costumbres de su tiempo, y desde las modas y las charlas de salón, hasta otros temas mucho más serios, todo le interesaba.

Los artículos de Addison, salpicados de una refinada ironía, se ajustaron perfectamente a los nuevos intereses intelectuales, éticos y culturales de la emergente burguesía inglesa. Con un estilo claro, fluido, ameno y familiar, y un controlado moralismo, fue el “gran divulgador” de las preocupaciones literarias, sociales y filosóficas de aquel momento, y un modelo para numerosos escritores posteriores.

Joseph Addison nació en Milston, Wiltshire, el 1de mayo de 1672 y murió en Holland House, Kensington, el 17 de junio de 1719. Estudió en Oxford. Fue literato, moralista, teólogo, latinista y crítico; miembro de Parlamento por el partido de los whigs (1718), secretario del virrey de Irlanda (1709) y , durante unos meses Secretario de Estado (1717). Miembro del círculo político y literario Kit-Kat Club, fue una de las grandes figuras del periodismo.

Addison, que además de ser hombre culto y refinado, por el conocimiento de otros países y literaturas, fue hombre afortunado social y literariamente, pues casi todo cuanto emprendió le gustó a su público, si se exceptúa una ópera: Rosamond y una comedia El tamborilero (1715). Así fue poeta, primero en latín, después en inglés, con su poema La campaña (1704), composición de compromiso sobre la batalla de Blenheim; viajero, publicó un libro sobre Italia, Observaciones sobre numerosas partes de Italia (1705), en la línea de los poemas “topográficos” de moda en aquellos años; autor de una tragedia Catón (1713), que levantó un gran entusiasmo entre los espectadores y se convirtió en un éxito de taquilla, etc. De todo esto, ¿qué queda? Addison es y seguirá siendo el hombre de The Spectator, como si dijéramos un gran periodista de alto vuelo y un crítico, a quien grandes escritores no se han desdeñado de imitar. Su prosa marca el camino de la prosa moderna y una reacción contra el estilo hinchado, falso. Y como dijo el gran periodista inglés: “ La lectura es para la mente lo que el ejercicio es para el cuerpo”.

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