Justicia terrorista y utilitaria
“Porque, sangre de tu sangre noble y fuerte, son tus hijos de una raza que no ceja ante la muerte, que es más brava que el tormento, que es más dura que el dolor.”
El “Jobo” Francisco Pimentel a su madre. La Rotunda 1920 El régimen se volvió a equivocar con Julio Rivas. La justicia de esta “revolución” es en realidad “terrorista” y “utilitaria”. Terrorista cuando lo envían a Yare para quebrarlo moralmente y amedrentar al movimiento estudiantil. Utilitaria, cuando lo ponen en libertad condicional, no como una rectificación o un acto de justicia real, sino para detener la creciente ola de huelguistas por la libertad. Fracasaron en su intento. Ni quebraron a Julio César ni detuvieron la huelga. La soberbia oficial les ha enceguecido de tal forma que no les permite ver el coraje de Julio y de tantos como él. Para ellos aplica el conmovedor verso que Job Pim desde La Rotunda, remitió a su madre para brindarle esperanza.
Ciertamente Julio, los huelguistas y miles de jóvenes de todas las universidades del país han demostrado con hechos que son de una raza “que no ceja ante la muerte, que es más brava que el tormento, que es más dura que el dolor”. Y a eso el régimen le tiene pavor. Su declaración fue contundente: «con unidad, con dignidad, con moral dijimos que el movimiento estudiantil es uno solo, es una esperanza, es la salida a los gobiernos totalitarios». En ese momento se inició la cadena para homenajear al terrorista Muammar Al-Gaddafi. No pudo ser más simbólico ni revelador. Terrorista se ampara en terrorista. Parece más cercano el momento en el cual el multicolor movimiento estudiantil y juvenil precise los puntos de encuentro, para convertirse en esperanza y luego en realidad, que rescate nuestra libertad plena y propicie la reconciliación nacional, sin que ello impida el justo castigo a los responsables de las severas violaciones a los derechos humanos. La visión humanista del derecho penal moderno no ve al castigo como una venganza con una carga retributiva, como antaño ocurría con la “Ley del Talión”, sino, más bien, como un instrumento de prevención general (a toda la sociedad) o particular (al condenado) para que ese hecho no ocurra o no se repita. Pero eso llegará en su momento. Por lo pronto no se puede perder este formidable impulso. Son muchos los presos políticos y los exiliados que requieren de nuestro apoyo. Y en eso los jóvenes serán nuestra vanguardia. Así ha sido siempre, cuando llega la hora de las grandes y reales transformaciones. Alfredo Weil
