Opinión Nacional

La Africanización de Venezuela

Chávez se ha cristalizado en una piedra que polariza, ahonda divisiones y exalta sentimientos. La presidencia en Venezuela nunca gobernó tanto como sí apostó en dividir y enfrentar. Aún así hay definitivamente seguidores que lo apoyan y sin embargo, esto va más allá de un tema partidario o meramente electoral, la convivencia en Venezuela se dibuja imposible.

Sí Hugo Chávez es algo más que sólo un agitador encaramado en el poder, debe sobrevivir a la siguiente pregunta ¿El proyecto chavista es posible sin Chávez? Sí hay ideología como se supone, traspasamos el umbral personalista y caudillista. Caso contrario sólo estamos ante el carisma de un hombre que ha calado hondo en los sentimientos y más en los resentimientos populares. Una ideología es imprescindible para un proyecto duradero y no improvisado, un programa a largo plazo asentado popularmente debe nacer del convencimiento y raíz en las conciencias de elites y masas o en alguna de las dos al menos. Probablemente esto sea lo que más asuste a Chávez y seguidores, más allá de tener y retar la construcción de bases de pensamiento y doctrina, resulta imposible pensar en la revolución bolivariana después del actual presidente. Por el momento la somalización de Venezuela se agudiza fervorosamente trayendo un nuevo riesgo, parece coexistir una “realidad” interpretada por la oposición y otra para los seguidores del actual Presidente. Hay una Venezuela para unos en donde no parecen tener espacio los otros.  La polonización, un neologismo inventado por los diplomáticos para reseñar un país desgarrado y dividido que desaparece no es una irrealidad para los venezolanos. Un Vietnam del Norte y uno del Sur emerge en el horizonte lejano, y sin embargo no deja de ser una amenaza, por lo pronto esa realidad distante como realidad geográfica ya existe en la mente, sólo falta marcar el territorio físico.

Hasta ahora el proyecto de felicidad pública de Hugo Chávez sólo ha demostrado, igual que en sus homólogos de la izquierda africana, que la infelicidad consiste en saber lo que es la felicidad y matarse por conseguirla. En ese sentido, a estas alturas conviene hacer la siguiente pregunta ¿Es viable el proyecto chavista? Cabe recordar lo recomendado a las Utopías por E. Hubbard. “Hay algo que es muchos más escaso, algo mucho más admirable, algo mucho más raro que la capacidad. Es la capacidad para reconocer la capacidad”. La respuesta no es más que la imposibilidad del proyecto, para los venezolanos, urgidos de una transición, la vida seguirá siendo como una cebolla, se pela una capa a la vez y en cada capa se llora.

Carente de doctrina sustentable y con un pueblo dividido, aún sin guerra civil y sin fragmentación territorial, lo explicado significa en el largo plazo que fuera del gobierno los chavistas asemejarán al Perú sin Fujimori. Planteamiento de una nueva Constitución Política y para Venezuela probablemente sin esa estructura ideológica de base, la anulación de la misma República Bolivariana de Venezuela. En otras palabras, el Palacio de Miraflores víctima de un aldeanismo característico de las dictaduras africanas solo calienta el asiento, después todo volverá a fojas cero con la consecuente pérdida de tiempo histórico para el país.

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