Opinión Nacional

La alegría de marchar

Roberto de Vries, un psicólogo por quien siento un gran respeto y admiración, publicó recientemente un artículo que ha sido muy celebrado por algunas personas, entre ellas gente a quienes también quiero y admiro mucho. Una amiga, por ejemplo, admirable por su talento y su perseverancia en la lucha en defensa de la democracia, y contra las tendencias autocráticas y totalitarias del actual gobierno venezolano, ha dicho sobre ese artículo que es “Lo más sensato que he leído en mucho tiempo”.

De Vries se refiere en su artículo, en términos condenatorios, al hecho de que muchas personas asisten a las marchas de la oposición en una actitud alegre, gozosa, cantando y bailando como si se tratase de celebrar algún feliz acontecimiento, y no de protestar contra los atropellos gubernamentales, que pretenden imponer en el país un régimen antidemocrático, militarista y totalitario. Se refiere especialmente el articulista a la marcha que sábados atrás se realizó en defensa de Radio Caracas TV y contra el atropello que ello significa a la libertad de expresión. Al respecto se hace de Vries unas preguntas inquietantes: “¿Se celebra, en forma anticipada, la clausura de RCTV? ¿Se le está haciendo un homenaje a todo lo que ha dado y que ya no podrá dar más? ¿Se está evadiendo la realidad tratando de mostrar alegría para no confrontar el miedo y el dolor que producirá esta decisión del gobierno?”.

Me permito disentir, tanto de la posición de De Vries en su artículo, como de la de mi muy admirada amiga. Comienzo por decir que no me parece nada mal ni condenable que alguien, individualmente o en multitud, disimule, si es que es así, su miedo y su dolor cantando y bailando. Siempre se ha dicho que el miedo es libre, y, desde luego, es también natural y necesario, como un mecanismo de defensa mental, y hasta física. Yes muy digno de celebrarse, aunque sea cantando y bailando, que miles de personas se hayan sobrepuesto al miedo y lo hayan vencido, yendo a marchar contra el gobierno todopoderoso asustados pero con dignidad.

No creo que cantar y bailar en una manifestación política sea signo de frivolidad y de bizantinismo irresponsables. La lucha por la libertad y la democracia no tiene por qué ser un ejercicio de amargura ni de arrechera.

Ello sería un grave indicio de que se ha caído en lo que el chavismo, con Chávez mismo a la cabeza, ha pretendido imponer en el pueblo venezolano, como es el odio y el resentimiento social como armas de lucha.

No soy psicólogo, por supuesto. Pero el sentido común me indica que cuando una multitud de personas se lanzan a la calle a luchar pacíficamente por sus ideales democráticos, lo hacen con alegría, con la alegría de saber que están cumpliendo un deber cívico, con miedo, seguramente, pero con la única verdadera valentía, que es la de vencer al miedo.

Al menos así yo lo he experimentado cuando he ido a marchar, en compañía de familiares muy cercanos y amigos entrañables. Entonces he sentido una gran felicidad. Y aunque no soy de los que cantan y bailan en tales circunstancias, comprendo muy bien, y hasta aplaudo, a los que sí lo hacen.

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