Opinión Nacional

La alienación de Izarra

El conocido ideólogo de la revolución bolivariana, William Izarra, lanzó al ruedo un interesantísimo tema que permite aclarar algunos aspectos a la sociedad venezolana. La alienación.

Izarra dijo que las carreras de caballos, el béisbol profesional y otros, son alienantes. Como alienación debe entenderse a un proceso, que desposee de cualidades de una persona en detrimento de otra, es decir, la moda es un proceso alienante, cuando un artilugio nuevo es usado por algunos, puede imponerse y hacer que otros lo usen, inclusive sin que estos tengan explicación alguna de su comportamiento. Para que se de el proceso, debe haber un alienante, el hecho de alienación y el alienado, propio de los paradigmas estructuralistas-funcionalistas de los norteamericanos. Para entenderla debe comprenderse una de las teorías de la opinión pública establecida por ellos, la de “la aguja hipodérmica”. Con ella los norteamericanos proponen que la información llega a los individuos a través de los medios y no hay posibilidad de refutarla, puesto que se considera información veraz. Clave de la cultura de masas, base fundamental del consumismo, el mercadeo y la publicidad.

La alienación es tal, que a los ciudadanos mediante técnicas de percepción –estudiadas por La Gestalt- se les sugiere y se les induce a consumir, por ejemplo bebidas gaseosas, nada necesarias para el consumo humano, pero que muchos no podrían explicar por qué las consumen.

La sociedad venezolana ha sido bombardeada con estos métodos durante muchos años, pues el modelo estructuralista ha sido implantado en este país. Resulta una postura hipócrita lo que dice el señor Izarra, porque la revolución que defiende se construye sobre los mismos cimientos estructuralistas. Basta darse una vuelta por las calles y por centros comerciales, para encontrar “souvenirs revolucionario”. Franelas, tazas, afiches, gorras, muñecos y toda clase de material POP, identificado con la imagen del Ché Guevara, de Hugo Chávez, de Marx y otros íconos citados por estos ideólogos. ¿Eso cómo se llama?, marketing, mercadeo, publicidad, es decir, los revolucionarios que tanto critican a la cultura consumista norteamericana, deben recurrir a los mismos métodos para poder difundir el mensaje de ellos, ¿No es eso una hipocresía?, porque dicho sea de paso La Gestalt, en el caso de la percepción, se basa en unas leyes que son producto del estudio psicológico de cómo el hombre percibe los mensajes, y a partir de allí los estructuralistas-funcionalistas diseñan sus estrategias de comunicación para persuadir al mercado al consumo. El estudio de La Gestalt, se basa en la naturaleza del hombre, por ejemplo, en el caso de la percepción visual, se estudió la manera en que el ojo humano percibe imágenes –oclusión, agrupamiento, perspectiva, contraste, tamaño, dirección, color…, el defecto de la persistencia retinaria –clave para la invención del cine y el secreto descubierto por artistas impresionistas- y el ser humano es uno sólo, sea chavista o sea escuálido. Lo que se quiere decir es que de todas maneras ellos deben utilizar los mismos recursos, salvo que estén dispuestos a crear un nuevo ser humano, no con dos ojos sino con cuatro, para que la forma de percibir –en este caso- con la vista, cambie y por ende las leyes de la naturaleza y las de la percepción, muy útiles para el diseño de productos alienantes, sea publicitario, cinematográfico, editoriales, de eventos…
El asunto es que la revolución no es más que otro artilugio recreado en medios de comunicación, que también es alienante y está condenada a seguir los patrones estructuralistas, de hecho, es precisamente en Estados Unidos donde se están asesorando para la potenciación de Telesur. Claro muchos dirán, que reciben el mensaje chavista y en el fondo no toman en cuenta el detalle que igual se vende la taza que antes tenía dibujada la cara de Mickey Mouse y que ahora tiene la del Ché. El problema no es cual mensaje se envía, sino cómo se envía, porque cambiar las estructuras de cómo se envía el mensaje si sería una verdadera revolución en el aspecto más íntimos y externos del hombre, el psico-social. Mientras lo hagan usando los métodos estructuralistas predominantes en los Estados Unidos y muchos países capitalistas, aquí no hay ninguna revolución, ningún cambio, sino una montonera a la que le cambiaron un color y viven una ilusión… creada, como siempre a través de los medios de comunicación, apalancados por la alienación.

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