Opinión Nacional

La autocracia que padecemos es la negación de la democracia

El caso Anderson sería prueba suficiente para demostrar la degradación de la institucionalidad llevada al extremo de su prostitución mediante un fraude constitucional. No hay, pues, división de poderes con autonomía plena, sino concentración de poderes en una persona: el Presidente de la República. No tenemos democracia, sino autocracia (gobierno de uno solo).

Ya hemos dicho: sin Estado de Derecho no hay Estado Democrático, por ello la Constitución lo denomina Estado Democrático de Derecho. Aclaramos también que sin elecciones limpias o transparentes no hay Estado Democrático porque no puede hablarse de soberanía popular, la que sólo existe cuando hay elecciones limpias o transparentes. Y por cuanto en Venezuela no funciona el Estado de Derecho ni hay elecciones limpias o transparentes, no se ha constituido el Estado Democrático que la Constitución ordena.

¿Existe acaso la división de poderes con autonomía plena, segundo requisito para que se constituya el Estado Democrático?

La división de poderes
En Venezuela hay una división formal de poderes, pero no una división real en la cual cada poder sea autónomo. Eso pertenece al pasado. El poder real y efectivo es uno solo y reside en una sola persona: el Presidente de la República. A su voluntad se someten todos los demás. No hay una sola discrepancia de la Asamblea Nacional respecto a su gestión de gobierno. No hay una sola sentencia del TSJ en contra suya. No hay un solo dictamen del Poder Ciudadano que lo contradiga. No hay un solo resultado electoral que él no haya consentido, incluso en el que se dio perdedor pero ocultando sospechosamente las cifras totales.

Con motivo del caso Anderson se ha evidenciado el grado de sumisión de los poderes públicos al Presidente de la República. Uno de los instructores del expediente ha denunciado que el Fiscal General consultaba “arriba”, es decir, con el propio Presidente, los pasos a dar en la investigación y recibía instrucciones sobre las personas que debían ser imputadas por el delito. Esto sería prueba suficiente para demostrar la degradación de la institucionalidad llevada al extremo de su prostitución.

No hay, pues, división de poderes, sino concentración de poderes en una persona: el Presidente de la República. En consecuencia, no tenemos democracia, sino autocracia (gobierno de uno solo). Y ésta es la negación del Estado Democrático que la Constitución ordena constituir. La autocracia está fuera de la ley suprema, cuya violación encubre mediante un fraude constitucional que es la simulación de soberanía popular y división de poderes. En lugar de democracia padecemos un fraude constitucional que la simula.

La Constitución nos ordena enfrentar la autocracia y desconocerla, en cumplimiento del deber de defensa de la constitucionalidad. A ello estamos obligados militares y civiles.

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