Opinión Nacional

La autodefinición de un presidente

Es una lástima que todavía haya gente que piense que este conflicto político de Venezuela sea entre derechas e izquierdas, o entre ricos y pobres. Yo también creí en algún momento que Chávez era de izquierda pues uno tiene la tendencia a pecar de ingenuo cuando alguien declara ideologías y presenta proyectos. Suponemos que se trata de una lucha entre ideales políticos y no tenemos el reflejo de pensar maliciosamente, sospechando posibles intereses ocultos. Después, generalmente las cosas salen a la luz, pero casi siempre es demasiado tarde.

Cuando en 1998 Chávez ganó las elecciones con un modesto 35% de nuestra población votante, pensé que un ex-militar que había estado preso por preferir la fuerza antes que los votos no iba a traernos nada bueno. Mi intuición me dice que una persona sin experiencia, con un pasado político vacío que respalde sus capacidades y sin nada más que ofrecer sino palabras y promesas, no es para nada la persona más idónea a quien confiar a ciegas el destino de un país ya en crisis. Sin embargo, ante los hechos irreversibles, realmente esperé que con la ayuda de todos se pudiera llevar a cabo un proyecto positivo que cambiara el rumbo de nuestra Patria. Pobre gente que no tuvo mejor opción que Chávez para buscar en él ese tan deseado cambio.

Vicios y malos ejemplos

Lamentablemente, creo que mis sospechas no estaban tan lejos con respecto a la gravedad del asunto, pero ciertamente equivocadas en cuanto a su imagen política. Tristemente veo que la esencia de su discurso no ha sido más que un mecanismo para despojarse de los males vergonzosos que poco a poco le han ido aflorando. Ahora parece más una caricatura deforme que mezcla el despotismo con vicios de sus antecesores a quienes tanto criticó a voz en cuello. Hablando de los más recientes, ha desarrollado ampliamente el populismo de (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/cap/default.asp»,»CAP»)%) pero cambiando un poco el estilo, Chávez no regala leche y beca escolar sino títulos de terrenitos y libros autografiados. También malversa los fondos públicos pero a una escala mil veces mayor. Sin embargo no habla tanto, habla más, horas y horas de propaganda política, y tanto dinero del Estado desperdiciado en su star-show. Luego le mete el amiguismo de Luis Herrera, llenando los Ministerios y puestos públicos con sus compañeros de armas del 92, o los militantes de su partido. Sin olvidar por supuesto un ingrediente de Lusinchi a través del cinismo de nuestro vicepresidente José Vicente Rangel. Ahora está imitando las estrategias económicas de Caldera para aplicar con firmeza su tan criticado control de cambios, pero más discrecional y selectivo que nunca, con lo que sin duda, dejará en la calle a la mitad de nuestro escasísimo sector formal de esta economía tan golpeada, en fin, está visto que la política en nuestro país cambia de nombres y de partidos pero no de esencia.

Cuán lamentable es ver a un megalómano profanar las ideologías de izquierda para convertirse en un «tirano» de ultraderecha corrupta, ya que no hace sino acumular poder político y económico, para favorecer a sus nuevas cúpulas, para posiblemente engordar sus bolsillos o para satisfacer su deseo de vengarse (en los venezolanos del presente) de los corruptos del pasado (que ya ni siquiera están). Se mira cada día más al espejo, y se disgusta porque tiene infiltrados a los golpistas, fascistas y terroristas hasta en el otro lado del cristal reflectante. Pobre Chávez que no tiene mejor opción que sus enemigos políticos para expiar sus propias culpas.

Fascistas, golpistas, terroristas

En cualquier enciclopedia se puede encontrar rápidamente la definición del fascismo tal y como lo estableció (%=Link(«http://www.storiadelfascismo.com/mussolini/ «,»Mussolinni»)%)
en 1922 y el cual se caracteriza principalmente por cuatro aspectos fundamentales: idolatría y culto del jefe (que tiene siempre la razón); primacía del partido y su identificación con el Estado como un mismo ente, concentrando en sus manos la plenitud del poder económico, político e ideológico; totalitarismo; y consignas nacionalistas. La ideología fascista es ecléctica y contradictoria, agrupa ideas autoexcluyentes, mezclando elementos del socialismo, nacionalismo, paganismo, elitismo, igualitarismo y militarismo, y absolutiza la violencia como método de gestión social y política. Los principios ideológicos que acabaron caracterizando el régimen fascista fueron, entre otros, la desaparición del Estado de Derecho y la concepción totalitaria del Estado. De manera que pareciera que Chávez se empeña en encarnar cada vez más a la perfección el concepto que tanto critica.

Él habla también de golpismo (su calificativo favorito), y no puedo evitar en mi memoria la imagen brutal de aquel tanque de guerra que intentaba derribar las puertas de Miraflores y que por suerte fracasó en aquel entonces. Un golpe a su orgullo que él mismo no parece haber superado aún, festejándolo a bombos y platillos para purgarlo de su vileza. Y del terrorismo, como generalmente no tiene nombres, pues son cobardes y se ocultan, no se puede probar mucho, pero lo que se siente habla por sí solo, y quizá su amigo el Chacal (entre otros), o la joya de alcalde que es Bernal (uno de sus más fieles colaboradores) puedan decirnos más. E incluso hasta su protegido y mimado DeGouveia (cuyos crímenes terroristas parecen ser nada y su procesamiento es menos prioritario que el de trabajadores que se declaran en huelga).

Ahora está castigando a los medios que no lo favorecen, mientras su televisora y radio particulares y sus veintitantos sitios web practican un terrorismo de información mucho peor. Creo que ya el argumento de la libertad de expresión ilimitada y sin controles no podrá ser usado por los chavistas con gran orgullo. Asimismo va depurando todas las instituciones, pero con un tamiz extremadamente fino para sacar de su mundo paralelo a todo el que no se conforme con la santa palabra del poderoso. ¡Los poderosos!, son tan arrogantes y tan insensibles en general, se embriagan tan rápido con el poder que se convierten en su propio verdugo. Todo depende de la velocidad y atrevimiento con los que actúen. Los adecos y copeyanos fueron tímidos, quizá no llegaron tan lejos y así tardaron 40 largos años en desacreditarse ellos solos. Chávez lo ha hecho 10 veces más rápido, y en sólo 4 años ya inspira poco más que lástima.

Empresario de su propia clase

Siguiendo con lo del depuramiento, se podría decir que antes había discriminación en las clases económicas y las sociales, ahora Chávez ha implementado una más: la discriminación política, de manera que los que no pertenecemos a la clase del «proceso» estamos marginados de su mundo. Porque la caricatura también lleva, no podía faltar, su faceta del empresario opresivo, ese al que más ferozmente ataca. Así, en (%=Link(«http://www.pdvsa.com.ve»,»PDVSA»)%)
, la gallina de los huevos de oro y única empresa en la que él puede tomar decisiones arbitrarias a través de su propia directiva, han despedido sin contemplación a más de 8.000 trabajadores de todos los rangos, que a algún lado deberán ir a parar con sus familias, y que se nos unen en esta especie que somos de población flotante y marginada, limbo de incertidumbre, desempleo y camino a la pobreza, esa que él tanto habla de erradicar. En fin, cuando ya los marginados comenzamos a ser una gran masa, más temprano que tarde se repetirá la Historia. Lo malo es que ahora, aunque muchos venezolanos han despertado, es muy difícil arrebatarle a este caudillo el poder acumulado, y la mayoría de los venezolanos pagaremos aún más caro los resultados de sus políticas de enfrentamiento y su guerra vengadora.

Siempre he pensado que nuestra peor enemiga es la ignorancia (a todo nivel), y no dejo de convencerme cuando leo todavía a muchas personas “pensantes” que siguen describiendo a Chávez como el emperador del cuento a quien le imaginan el más hermoso vestuario que es invisible simplemente porque no lo hay. Pobres ellos que aún no tienen otro personaje al alcance en quien glorificar sus ideales frustrados, o a través de quién materializar sus rencores guardados. Peor aún, hay para quienes su orgullo es demasiado fuerte como para admitir haber creído en la persona equivocada, saben que está desnudo pero prefieren no ponerse en evidencia. Por eso, yo insisto en que ésta no es la revolución para los pobres (en el sentido socioeconómico de la palabra) sino para los resentidos, incluidos intelectuales, profesionales, políticos, militares, constituyentistas, abogados o magistrados, quienes se vuelcan a la realización de sus deseos reprimidos, tan importantes para ellos que aún después del desenmascaramiento y metamorfosis de su presidente prefieren hundirse con él. Simplemente Chávez ha sido y sigue siendo para algunos una especie de comodín: todos han visto en él la imagen de lo que querían y estaban desesperados por ver, así, para los “radicales” fue la realización de ideales comunistas, para los honrados el exterminio de la corrupción, para algunos oportunistas el chance de obtener algún beneficio propio, para los más pobres el acceso a un mejor nivel de vida y justicia social, etc. Y aunque él se resumiera a sí mismo como el luchador por la justicia, cada cual lo vería con la imagen que más se adaptara a sus necesidades o intereses de «cambio» (buenos o malos). Y comprendo que los corruptos a quienes compra, sigan prestándose a su payasada revolucionaria, pero la lástima, como dije al principio, es que haya todavía gente obnubilada con ese dios que ellos mismos se han creado y concentrada aún en los fantasmas del pasado. Tanto, que dejen de observar bien al Chávez del presente, ese que se autodefine cada día de manera más clara en sus discursos, y que todavía sigan pensando ingenuamente en derechas e izquierdas o en ricos y pobres.

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