Opinión Nacional

La barbarie retrocede y las fuerzas democráticas avanzan

Siempre lo reitero: los que nos gobiernan viven un mundo que ya no es, que dejó de ser, que está enterrado, bien hondo, en las profundidades de la historia. Si nos atenemos a sus discursos repetitivos, mentirosos, fastidiosos y vacíos, la sensación que se tiene es que para ellos los años no pasan. Se quedaron pegados a una época, a unos hechos, mientras el mundo cambió, evolucionó y son otros, muy diferentes, los datos de la realidad que tenemos ante nosotros.

En efecto, cuando hacemos el esfuerzo de oír a sus dirigentes, llama la atención esta peculiaridad que no deja de asombrarnos. Razón tiene Bryce Echenique en uno de sus relatos, cuando señala que no es infrecuente encontrar en las calles de la Lima de hoy a una persona del siglo XVI. El escritor debiera saber que en Caracas también puede suceder eso, ayer lo pudimos constatar en la sesión de la Asamblea Nacional.

En nuestro país, no sólo hemos presenciado durante las dos últimas décadas el resurgimiento de lo que Pedro Manuel Arcaya llamaba la horda salvaje con su carga nefasta de resentimiento social y odio de clases. A este resentimiento se suma otro más absurdo aún: el histórico, el cual pretende vengar reales o supuestos agravios cometidos siglos atrás o en tiempos más recientes.

Este introito me sirve para comentar el inicio de la nueva legislatura nacional el día de ayer.

En primer lugar, debemos decir, sin ninguna duda, que fue un hecho trascendente en la compleja lucha por recuperar la democracia en Venezuela. Es otro paso de avance hacia la consolidación de una alternativa democrática de oposición a un gobierno autoritario que pretende instaurar una tiranía totalitaria colectivista en el país.

65 diputados en representación de la nueva mayoría emergente (51%) se juramentaron, luego de que por un error político garrafal estuviéramos fuera de allí 5 años.

Independientemente de que no se refleje tal porcentaje en el número de diputados y de que el Tirano está pretendiendo esterilizar la acción de esta nueva Asamblea, nadie en su sano juicio político podría disminuir la significación de este hecho. Ya no es la misma situación anterior. Se equivocan de medio a medio quienes desde la oposición restan importancia a esta nueva correlación de fuerzas y llaman eunucos a los diputados demócratas. Son los mismos que juegan al todo o nada, los que son incapaces de ver las oportunidades, los matices, los que siempre ven el vaso, no digo medio lleno, sino vacío.

El juego político se reinicia, una nueva dinámica se desencadena, el toma y daca aparece, el debate y la negociación tendrán que darse, pero, sin duda, se abren vastos caminos a las fuerzas democráticas para su potenciación con vistas a la confrontación electoral presidencial del año que viene.

La estrategia que se fijaron los partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil está dando sus resultados. Y la conducción de la Mesa Unitaria, con todo y sus fallas, debe reconocerse que ha sido acertada y exitosa.

La primera actuación de los diputados democráticos el día de la apertura de sesiones fue la adecuada; sobria, sin estridencias, firme y contundente; sus discursos mostraron estar ligados a la realidad presente. Se refirieron, principalmente, a los problemas no resueltos y más sentidos que afectan a la gente y que el gobierno no atiende; sentaron su posición de principios respecto de la defensa de la Constitución, particularmente, del principio de la Inmunidad parlamentaria y no cayeron en las descalificaciones y la discusión sobre épocas pretéritas, superadas, que no vienen al caso.

Por su parte, los diputados del gobierno dieron una demostración patética de desconexión con la realidad y con lo que interesa a las mayorías. Como decía al principio de estas líneas, viven en otro mundo, pero del pasado. Cual tartufos desvergonzados, hablan de ética, dignidad y valentía, virtudes éstas de las que carecen ampliamente.

El nuevo presidente de la Asamblea, producto del desacuerdo interno originado por las luchas encarnizadas del chavismo, no hizo otra cosa que retrotraernos a tiempos idos, a un pasado que ya no existe, que nada dice a las nuevas generaciones. Como es costumbre en los que reescriben o distorsionan la historia para amoldarla a sus intereses, faltó a la verdad histórica para justificar su ida a la guerrilla y para incluir en su “gesta heroica” a quienes ni de lejos formaron parte de ese gran disparate y fracaso.

El comandante Soto Rojas se presentó como si no se hubiera enterado de la caída del Muro de Berlín y del estrepitoso derrumbe del socialismo-comunismo. Su resentimiento sigue ahí, vivito y coleando. Su ideología demencial, intacta. En su delirio, se presenta como si acabara de bajar de las montañas de El Bachiller después de una guerra triunfante, y ha logrado, al fin, tomar el poder el hombre nuevo del socialismo, y como ejemplos conspicuos de este paradigma las cámaras de VTV mostraron a Diosdado, Aristóbulo, Earle y el Dr. Chimbín bolivariano. La flor y nata de la ética y la integridad revolucionarias, pues¡

No obstante, y a pesar de este viaje a las catacumbas del pasado al que nos quiso llevar la retórica anacrónica de los bolivarianos en la inauguración de la Asamblea, no podemos menos que sentirnos optimistas sobre esta nueva fase que se abre para las fuerzas democráticas en su trayecto hacia la victoria popular del 2012. El horizonte luce promisorio, la barbarie tiene fecha de partida. El primero que desmaye, pierde.

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