Opinión Nacional

La barbarie socialfascista

El socialismo del siglo XXI, entiéndase socialfascismo bolivariano, constituye el mayor fraude político-social y económico del presente siglo. Este proyecto no representa más que un capitalismo de Estado militarizado, de pensamiento único, represivo, y despótico, dirigido por una elite cuartelaria, sumergida en la exaltación del líder del proceso.

Esta barbarie socialfascista, ha provocado la desarticulación de las organizaciones clasistas, sociales y gremiales. Le ha declarado una guerra a muerte a las organizaciones obreras, sobre todo a los sindicatos independientes, bien mediante su eliminación, o a través de su estatización. Ello a fin de afianzar un capitalismo de Estado con bota y pistola. Esta farsa pretende militarizar a la Nación, convirtiendo a la sociedad en un gran cuartel, y al pueblo en soldadesca, que debe obedecer los caprichos y dislates de un caudillo. Esta obsesión militarista ha implicado la estructuración del partido de gobierno (PSUV), como un componente militar, integrado por patrullas, pelotones, batallones, etc., convirtiendo a los militantes de esa organización en verdaderos soldados, a quienes no se les permite deliberar, ni pensar: sólo acatar ordenes y obedecer. Esa organización alienante es solo un instrumento administrativo y electoral para aplicar la línea política que el tte coronel quiere imponer por la fuerza a la sociedad venezolana. Dado el carácter militarista del proyecto, no hay espacio para los adversarios políticos, quienes son considerados como enemigos internos, y que bajo la óptica de la Doctrina de la Seguridad Nacional, deben ser eliminados por cualquier medio a fin de perpetuarse en el poder.

El camino de la esperanza, del socialismo libertario, no se conjuga con la idea de un partido único, depositario del poder efectivo, sino con el libre choque de ideas y con la existencia de organizaciones políticas diversas. La vía socialista no implica el crecimiento del Estado, sino la creciente socialización y participación directa de los trabajadores de los medios de producción. El socialismo debe representar también una democracia de nuevo tipo, más extendida y profunda, porque va más allá de las formas y de la esfera política. Donde el pensamiento crítico no puede ser siervo del poder del Estado, ni de un caudillo, ni de un partido único. El socialismo no se crea a base de decretos gubernamentales, de chantajes, de intimidaciones, de represión, de compra de conciencias y mucho menos a través de la confiscación de los derechos de los trabajadores. Quienes desprecian el pensamiento crítico y los enfoques contra-hegemónicos, son los verdaderos lacayos que hacen cada vez más lejano el camino para la construcción del socialismo.

En Venezuela no se esta construyendo ningún socialismo, ni poder popular autónomo, ni democracia protagónica y participativa. Se trata de un fraude revolucionario, que en nombre del socialismo participativo y liberador ha dado vida a un régimen neo-oligárquico, corrupto, represivo, dictatorial y despótico. Con razón el camarada Jerónimo Carrera se preguntaba en relación al proceso bolivariano ¿Revolución sin sindicatos? (Tribuna Popular, 2-5-09) y más recientemente afirmaba que Chávez no es comunista sino un animal raro

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