La batalla de El Hatillo
Llama la atención que el Presidente, en cadena nacional, describa toda la operación de ayer en la frontera entre El Hatillo y Baruta sin hacer mención alguna de la Policía Metropolitana y la de El Hatillo, los cuerpos que inicialmente descubrieron y detuvieron a los uniformados que venían en dos autobusetas cerca de las 3 de la madrugada del domingo según informó el Alcalde de El Hatillo, Alfredo Catalán. O es mala información del Jefe del Estado, lo cual es delicado, o es puro y torpe egoísmo.
No tengo elementos para dudar que se trate de efectivos paramilitares colombianos, y acepto en principio la afirmación del Presidente, y en consecuencia apoyo plenamente la investigación que debe hacerse. Pero me llama la atención que los presuntos integrantes de uno de los cuerpos más duros y experimentados del movimiento guerrillero colombiano hayan sido atrapados en autobús y desarmados, y toda esa comedia narrada por el Alcalde hatillano, en cuanto a que no querían bajarse, que el supuesto líder sí se bajó armado y amenazó a los policías, y luego se rinden. ¿Son estos los mismos hombres que se destacaron por su ferocidad y por meterle miedo a los mismos duros guerrilleros de las FARC y el ELN?
Si efectivamente se trata de paramilitares colombianos, la investigación debe ser hecha a fondo y esos colombianos castigados como invasores de nuestro territorio. Y si como afirman el Director de la DISIP, el Ministro de la Defensa y el Presidente de la República, estaban en Venezuela con la complicidad de venezolanos, estos compatriotas, tras comprobársele esa complicidad, igualmente deben ser castigados.
Lo que preocupa es que el señor Presidente ya involucró no sólo a Robert Alonso, con nombre y apellido, y lanzó sospechas sobre militares de la Plaza Altamira, sino que responsabilizó también a El Nacional, Radio Caracas TV, Globivisión, El Nacional y El Universal y a la misma Coordinadora Democrática. Preocupa que, igual que en las ya desmoronadas tiranías comunistas, se aproveche un evento concreto como trampolín para desatar una cacería de brujas para descabezar sectores que molestan al gobierno.
Con la necesaria prudencia, pero sin la menor vacilación, la Coordinadora Democrática y toda la dirigencia opositora, deben tomar cartas en este asunto. No para defender la subversión, sino para proteger a los inocentes.
