Opinión Nacional

La caimanera del ALBA

En una caimanera de béisbol el niño rico, por más malo que sea, siempre juega. No importa que no pueda batear o que no logre embasarse, ni que tampoco pueda agarrar un flaicito en el right field (en donde ha sido alineado por ser el sitio con menos acción). Como es dueño de la pelota, los guantes y el equipo de cátcher, pues siempre podrá hacer valer su poder para que lo ponchen o lo bañen en el campo.

Mientras los compañeros de equipo admiten con sorna las fallas del niño rico, sacan la cuenta de que es mejor soportarlas que no poder jugar. Y es que ninguno de ellos tiene plata para poder comprar pelotas y, si acaso, tendrían que acostumbrase a practicar con una pelotica de goma y batearla con la mano. Mejor no, se dicen, y prefieren calarse a quien no tiene otra cualidad sino la de poseer lo que ellos no tienen para poder disfrutar del juego.

Algo parecido pasa con Hugo Chávez y su pequeño club del ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe). La fulana iniciativa bolivariana no pasa de ser un reducido grupo de países americanos que han encontrado la mejor manera de vivirse a los venezolanos, a través de quien ocupa el poder en Caracas.

Oír, por ejemplo, a los presidentes de Cuba, Nicaragua y Honduras referirse a Chávez en términos elogiosos recuerda a los pequeños peloteros que excusan las torpezas de quien les presta los guantes para jugar.

La llamada cumbre del ALBA, realizada en Cumaná como antesala de la reunión de los presidentes de todo el continente americano en Trinidad, confirma que el único financista del grupo es Venezuela. Nadie puede esperar que la desastrosa economía cubana pueda pagar tal iniciativa, a pesar de la generosa ayuda que recibe del fisco venezolano. O que los otros presidentes mendicantes puedan costear sus gastos. Evo Morales ha dicho que le da pena tener que viajar en aviones prestados, pero no deja de asistir a las cumbres y aún saliendo de una huelga de hambre ha sido raudo para volver a cruzar, de gorra, los aires en una nave del Estado venezolano.

Todo este “liderazgo” de Chávez, comprado con petrodólares, es sinceramente conmovedor. Ha conmovido a muchos que desde Europa y Norteamérica ven con simpatía “la revolución” establecida a miles de kilómetros que no aceptarían en su plácido vecindario. Ha conmovido también a los intelectuales que visitan Caracas a cambio de cuantiosos viáticos y palabras baratas.

En el texto leído por Raúl Castro (hay que agradecer que no hable tanto como Fidel) que no era otra cosa que la extensión del brazo con la mano abierta para seguir recibiendo la generosa limosna de Venezuela, habló de la autodeterminación de los pueblos. Luego, al referirse a la disposición de conversar (seguirlo haciendo) de todos los temas con la administración estadounidense, decía que esto se haría respetando el derecho a la autodeterminación del pueblo cubano.

Si después de las intervenciones de los gobernantes se hubiera permitido una rueda de prensa sin guión preestablecido, algún periodista le hubiese podido preguntar al hermano heredero de la monarquía comunista: ¿Cómo puede expresarse hoy esa autodeterminación del pueblo cubano?
Sin libertad de prensa, con presos y exiliados políticos, con prohibición de sindicatos y partidos políticos, a excepción del Partido Comunista, ¿cómo puede saberse lo que piensan libremente los cubanos?
Para que tal autodeterminación pueda ser oída debería haber un cambio total en la política cubana. El triunfo de una banda guerrillera hace cincuenta años no da legitimidad al despotismo de los hermanos Castro. Todo el discurso sobre la soberanía de las naciones en boca de los dictadores se convierte en una mera excusa para no responsabilizarse por las violaciones de los derechos humanos.

En el ALBA, Chávez (con nuestro dinero) paga y los Castro dirigen con su conocida doblez. Si la crisis mundial no fuera tan profunda, ya éstos hubiesen avanzado mucho más en sus conversaciones con EE UU. El presidente Obama ha dado un paso importante al permitir el viaje de cubanos a la isla y el aumento de las remesas. Y el embargo seguirá teniendo agujeros: EE UU le seguirá vendiendo cereales a Cuba.

Quizás Chávez no se quede solo hablando contra el imperio, primer socio comercial de Venezuela, pero de lo que estamos seguros es de que esa forma de actuar lo irá aislando cada vez más en el campo internacional y en la propia América Latina (sobre todo en estos tiempos de vacas flacas).

Con el desempeño de caimanera no podrá estar en las grandes ligas de la política y la economía mundiales.

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