La constitución del sr. Chávez
«Yo insto a la soberanísima Asamblea Constituyente a que declare la emergencia nacional, que declare la emergencia de todos los poderes constituidos, emergencia del poder ejecutivo, legislativo y judicial». El presidente Hugo Chávez, comenzó en apoteosis el acto primero de laAsamblea Constituyente en la cual controla más del 90% de sus miembros.
Al mismo tiempo que la llamaba «soberanísima», le decía todo lo que debería hacer. Alzó, con la mano izquierda, un libreto con un dibujo a colores de Simón Bolívar en la portada. Arriba, se leía: «Ideas Fundamentales para la Constitución Bolivariana de la V República». Y eseste de entrada uno de los primeros artículos de la nueva constitución: «Venezuela se declara República Bolivariana, irrevocablemente libre eindependiente y fundamenta su patrimonio moral (…) en la Doctrina deSimón Bolívar, El Libertador».
Chávez quiere que el texto que presentó sea aprobado por la «soberanísima» en dos meses. El mismo método que usó, al contar con la ingenuidad de la oposición mayoritaria en el Congreso, y convocar elecciones constituyentes, todavía en la etapa en la cual todos los gobiernos están de luna de miel con la opinión pública y los medios. La nueva constitución declara, increiblemente: «Se reconoce el derecho del pueblo a la desobediencia civil con el objeto de restablecer el orden constitucional democrático, alterado por la transgresión de las normas relativas a la forma de gobierno y al sistema político o por graves violaciones a los derechos consagrados por esta Constitución.» Es decir, cualquier conflicto constitucional pasará a ser resuelto de forma obligatoria.
Más increíble aún es el capítulo que trata de los nacionales y de los no nacionales, manera extraña de referirse a los extranjeros. Pero los dos primeros artículos nos esclarecen de inmediato. El primero dice: «La nacionalidad venezolana no se pierde por el hecho de adquirir otra nacionalidad». Y el segundo remata: «El Estado puede suscribir Tratados, convenios o acuerdos de doble nacionalidad con los países iberoamericanos o con aquéllos que tengan o hayan tenido algún tipo de vinculación significativa con Venezuela». Traducción: El Sr. Chávez delira hoy con el sueño de Bolívar de hace 150 años, de que su revolución sea tan exitosa y entusiasme tanto a América Latina que dentro de poco su proyecto político se extenderá por todo el continente, incorporando a otros países. Podrá parecer un juego. Pero siempre habrá otros delirantes que piensen lo mismo en otros lugares, que se aprovechen de una coyuntura de crisis – como ésta que vivimos – y se presenten como el bolivariano de su país. Pero antes, la constitución bolivariana autoriza al próximo Estado a que cancele acuerdos y tratados internacionales, unilateralmente, si entendiere que no coinciden con los intereses difusos del Estado nacional.
El populismo «fuzy» ha prosperado en América Latina. Chávez es un personaje de teatro que tiene otros actores. Y no se queda por ahí. En el capítulo del Poder Legislativo se quiebra la autonomía de los gobernadores: «A solicitud del Presidente de la República, podrá iniciarse el procedimiento de destitución de Gobernadores, el cual sólo podrá aprobarse mediante el voto favorable de las dos terceras partes de los Senadores presentes». Es decir, con cualquier cantidad de senadores se podrá destituir a un gobernador. Basta que varios acepten viajar ese día. Así Chávez podrá completar su proyecto: cerrar y rehacer los poderes legislativo y judicial y exonerar gobernadores como si fuesen comisionados suyos. La soberanísima pondrá fin, como ya fue ampliamente informado, en función del estado de emergencia, el legislativo y el judicial. De inmediato se convocan las elecciones – todavía en la etapa del auge de Chávez – y se reproduce una amplia mayoría en los demás poderes, incluyendo el judicial. En el respectivo capítulo se define que «la justicia ordinaria, hasta el nivel de Parroquia y Municipio, se organizará mediante el ejercicio de la democracia directa de los ciudadanos, quienes escogerán a los jueces mediante elecciones parroquiales o municipales, en conformidad con la ley». El nuevo legislativo acoge la sugerencia del ejecutivo para nuevos cinco jueces del Tribunal Supremo y en seis meses tendremos un poder discrecional lastrado por el voto de un golpe de Estado sui generis en todo el mundo.
Y para terminar este enredo de estupideces contra la democracia, el sentido común y la soberanía de los demás países, Chávez – el bolivariano – decreta, para que la «soberanísima» firme, que ahora Venezuela tendrá cinco poderes: el ejecutivo, el legislativo, el judicial, el electoral y el poder moral. El Poder Moral, según la nueva constitución, «estará integrado por: la Contraloría General de la República, la Fiscalía General de la República y el Defensor del Pueblo». «El Defensor del Pueblo debe ser electo en votación universal, directa y secreta». Completaría: en los próximos seis meses, para que sea exactamente el que desea Chávez. ¿De dónde sacó Chávez – el bolivariano – este aparentemente innovador poder moral? Para algunos parecería que tendríamos una fiscalización profesional y autónoma. Nada de eso. La inspiración la fue a buscar en el Irán, donde existe, por encima de los poderes constituidos, un Poder Religioso, que es de hecho el poder final de los ayatolhas. Claro, y por eso mismo Chávez no trata el ejecutivo igual que a los demás poderes. El capítulo del poder ejecutivo deja bien en claro todo esto. El mandato de Chávez pasará a ser de seis años con derecho a la reelección. El que quiera ser optimista que lo sea. Pero nuestra historia latinoamericana no nos permite eso. El cono norte de América del Sur está ardiendo: Colombia y Venezuela. Y como siempre: el garante de la paz y de la democracia es la eterna vigilancia.
Vice-presidente de relaciones con America Latina del PFL -partido del frente liberal- que es el mayor partido en la Asamblea de Diputados Nacionales con 112 diputados.
Ha sido secretario de finanzas del Estado de Rio, diputado nacional y alcalde de la ciudad de Rio de Janeiro.
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