Opinión Nacional

La cortesía y el buen trato, excelso bálsamo de vida

Así como la mayoría de las fieras se someten o doblegan cuando perciben el lenitivo y eufónico sonido musical, también el ser humano, dada su condición o idiosincrasia, es propenso a este fenómeno.

Una persona que es bien tratada difícilmente responde con elocuente disonancia a su interlocutor. -Sería la excepción y no la regla.-porque las personas esperan respeto, atención y cordialidad, para poder sentirse a gusto en su ambiente, ya sea en el hogar, la calle o el trabajo. Cuando un animal es acariciado por su amo, esta criatura, por instinto, se torna dulce, fiel y alegre. Igual sucede con el hombre, quien por naturaleza, requiere de sus semejantes el mejor trato. Sin embargo, algo está ocurriendo. Cada día que pasa, la gente se siente desatendida, maltratada e incluso, humillada ¿Qué sucede? ¿Por qué se perciben tantas caras amargadas y respuestas lacerantes en cualquier lugar, bien sea en una oficina, restaurante, taquilla de pago, en el hogar y lugares públicos? ¿Quién es el responsable? ¿Dónde se inicia el eslabón de la amargura? La culpa, para muchos, ya sabemos “la tiene la vaca” como cita Camilo Cruz, la pobre vaca, pero nosotros ¡no, eso nunca! Difícilmente nos responsabilizamos de nuestras acciones y siempre señalamos a los demás como la fuente de los hechos nefastos o tristezas que nos embarguen, y no aceptamos que la felicidad propia no depende de otros, sino de nosotros mismos, pues eso brota del interior, de muy adentro, y es ese “adentro” el que debemos depurar, enriquecer y alegrar.

Es cuestión de detenernos un poco y comenzar a revisar qué cosas detestamos de nosotros, qué nos está afectando, y aboquémonos buscar la solución para sentirnos bien, pues de todas maneras, nos guste o no, las demás personas siempre estarán ahí y tendremos que compartir con ellas. La vida es bella, pintémosla de colores claros. No demos cabida a lo que nos resta. Abramos una cuenta emocional donde sólo sumemos. Recordemos que detrás de cada tormenta surge la calma, y que únicamente se vive cuando disfrutamos lo que hacemos, pues de lo contrario, como señaló el poeta Pablo Neruda” morimos lentamente”
Hoy por hoy, estamos envueltos en un mundo de diligencias, de múltiples ocupaciones, donde tenemos que interactuar con disímiles caracteres e ideologías, y lamentablemente, estas tareas se tornan más difíciles e incómodas cuando nos topamos con personas que no están en condiciones de atender a otros, pues ni si quiera se atienden a ellos mismos. Son esos seres que ponen caras de aburridos, los que inspiran y reflejan cansancio prematuro, que al despertar el día ya están cansados de estar cansados, los que hacen gestos de disgustos y responden con ironías, amen de las que piensan que hacen un favor al cliente, cuando prestan un servicio.

Qué patético resulta observar el miedo que experimentan algunos clientes cuando tienen que preguntar algo en una oficina pública o aclarar alguna duda con un funcionario. Realmente es bien vergonzoso para todos. Se dibuja en los rostros de la mayoría los presentes, el temor de acercarse a consultar algo, y prefieren delegar esa tarea a los más valientes, a esos intrépidos, que sí se atreven a responder a los agresores con las mismas lisuras o majaderías.

En las entidades públicas, esto pulula y en las privadas no está totalmente ausente.. El vigilante se siente “Rambo”, u otro personaje de ficción, que en su fantasía, él ha querido representar alguna vez, y encuentra en su sitio de trabajo el escenario perfecto para tal fin. Secretarias y recepcionistas que destilan hiel, y cuando hablan hacen tantas muecas y gestos desagradables que parece que convulsionaran. ¡Sí señor!, Es notorio en algunas entidades bancarias, las cuales existen gracias a los clientes, el miedo o temor que sienten algunos usuarios cuando se acercan al cajero para solicitarle las benditas planillas para las diferentes transacciones, parecen conejitos que van a ser degollados. ¡DIOS MÍO!” ¿Por qué tiene que suceder esto? Es inconcebible. Inaceptable. ¿Será que hay escasez de alegría, hambre de ilusión, penuria de felicidad? Sea lo que fuere, tenemos que poner coto a esa situación, y para ello empecemos por nosotros. Hagamos un firme compromiso de ser cada día mejores personas. Luchemos por ser felices. Demos gracias a la vida por lo que tenemos, pues hay miles que no tienen nada. Pensemos que somos privilegiados al tener un trabajo, una familia, con sus altos y bajos, pero es nuestra familia y toda la gente que se relaciona con nuestra empresa, también forma parte de esa familia. En consecuencia, no esperemos a que cambien los demás empecemos por nosotros. Reforcemos esa frase que anteriormente cité”EL CLIENTE NÚMERO UNO SIEMPRE DEBO SER YO”, pues si así lo contemplamos siempre estaremos en la mejor disposición para atender a los demás, como lo esperamos para nuestra persona, máxime cuando el cliente es el REY y como tal hay que tratarlo .Así lo demuestran las exitosas empresas que han perdurado en el tiempo, porque han dado prioridad a sus clientes, y las que no han ponderado esta premisa, lo han pagado muy caro.

Es bien importante que mantengamos presente esta premisa. : Si nuestra empresa está bien, todos estaremos bien.

Comunicadora social
Asesoría y Adiestramiento Académico

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