Opinión Nacional

La crisis de credibilidad

En septiembre de 1940, mis padres me inscribieron en un kindergarten en el colegio Juan Nepomuceno Chávez que regentaban las hermanas Trujillo. En una de mis primeras lecciones de aritmética, aprendí que no se pueden sumar peras y manzanas. Al siguiente me enviarían al Colegio San Ignacio, de donde saldría once años más tarde flamante bachiller. Aquí mi maestro de primer grado, Hno. Díaz de Cerio, un vasco flaco y alto, a quien recuerdo con cariño, también nos señaló ese mismo principio básico.

Una encuesta distinta

Hago este apunte, porque en el programa Triángulo que dirige mi recordado amigo de El Diario de Caracas, Carlos Fernández, se discutió recientemente la credibilidad de las instituciones y se llegó a la conclusión de que la Iglesia (católica) es la institución que inspira mayor confianza entre los venezolanos, seguida por los medios de comunicación y la Fuerza Armada. De últimos en el escalafón, se encuentra todo aquello que suene a político, bien sea el presidente, los partidos o los Poderes Públicos.

Uno de los asistentes, quizás José Antonio Gil Yépez, presidente de Datanálisis, hizo el comentario de que esa mayor o menor credibilidad aumentaba o disminuía en función de la cercanía de las actividades de cada institución con el quehacer diario de los venezolanos. La Iglesia se ocupa del bienestar espiritual. La Fuerza Armada de la protección de la soberanía y los medios de comunicación se ocupan únicamente de buscar y presentar la información. Sea ésta agradable o desagradable, su función se remite solamente a su recolección. Por el contrario, las instituciones políticas, debido a su índole, se encuentran situadas en el ojo del huracán. Todo cuanto afecte a la sociedad, sea para bien o para mal de algunos de sus grupos o individualidades, tiene un trasfondo político.

Por lo tanto, yo me pregunto si las encuestas deberían, más bien, dividir las instituciones de acuerdo con sus ocupaciones y medir, entonces, su credibilidad unas en contra de las otras. Me explicaré. Lo que llamamos la Iglesia Católica se refiere mayormente a la jerarquía, esto es, arzobispos, obispos y el resto del clero. Pues bien, preguntemos a los encuestados cuál institución religiosa ofrece mayor confianza, esto es, si la Iglesia Católica, la Evangélica, los mormones, Pare de Sufrir, los judíos o los musulmanes, por mencionar sólo algunos. La Fuerza Armada podría dividirse en sus distintos componentes y comparárseles con otros organismos de seguridad como la Policía Metropolitana, la DISIP, la antigua PTJ, la DIM, etc. También podría estudiarse lo relativo a los bomberos, la Cruz Roja, Defensa Civil. O sea, pues, como dirían hoy día, sectorizando. Sólo entonces sabríamos la verdad en cuanto a la credibilidad o la confianza.

Una copia aumentada

En los últimos 25 años, no cabe duda, la situación del país ha ido de mal en peor. Es en el desafortunado gobierno de Luis Herrera Camping que se da inicio este malestar. La desventurada libertad acordada a los entes descentralizados para endeudarse en el extranjero sin ninguna coordinación con el Ejecutivo nacional triplica la deuda externa y, al venirse abajo los precios petroleros, hunde al país en crisis. El refinanciamiento de Lusinchi, aunque doloroso, permitió al Estado no declararse en bancarrota. El segundo gobierno de Carlos Andrés, el de Velásquez y el segundo de Caldera dedicaron sus esfuerzos a la reducción del endeudamiento. Cosa distinta a lo ocurrido con el actual.

Chávez pareciera ser una copia aumentada de lo peorcito del puntofijismo. Ya probó su Caracazo el 11 de Abril, con la diferencia de que los muertos y los heridos en lugar de ser maleantes y saqueadores, eran ciudadanos que demostraban pacíficamente y sin armas en uso de sus derechos. También probó su 4 de Febrero, con la diferencia de que Carlos Andrés, mi hermano Fernando y el resto de los militares institucionalistas tuvieron el coraje para derrotar a sus enemigos, cosa que al de Sabaneta se le volvió a probar escasa. En los días subsiguientes, cuando ya se sabía de su inminente regreso, sus secuaces se dedicaron a saquear en la mejor tradición del Caracazo y a asesinar a numerosos comerciantes. Estos crímenes no quedarán impunes. Los delitos contra los derechos humanos no prescriben y algún día se buscará a los autores intelectuales estén donde estén y se los traerá de vuelta a Venezuela para ser juzgados, aunque toque hacer una operación militar como la de los israelíes en Uganda o haya que meterlos en un baúl diplomático como a Adolfo Eichmann. Quizás se reabra El Dorado.

Pero el parecido no llega sólo hasta allí. Mucho criticó el teniente coronel y con razón, el escándalo de las barraganas. Sin embargo, se comienza a contar por ahí de numerosos viajes sospechosos del chupadólares a Guayana. Por otra parte, y en vista de la negativa de los mercados internacionales de continuar financiando a un gobierno desordenado, el señor presidente se dedicó a buscar dichos préstamos en el mercado interno, aún cuando ello supusiera intereses leoninos del 30 y 40 por ciento. De tal forma que esa deuda se triplicó en sus tres años de gobierno. Tal estado de cosas no podía conducir sino a otro Viernes Negro y a un programa de ajustes más neoliberal salvaje que cualquiera intentado antes no sólo aquí sino en el extranjero. La devaluación del 50 por ciento ha reducido a la mitad el valor en dólares de las deudas contraídas, al igual que los intereses. Y también los capitales de todos los venezolanos. Pretender ahora que los mismos bancos continúen adquiriendo deuda del Estado es la ilusión del idiota. Al menos que tales deudas se indexen al dólar, lo cual significará la bancarrota de Venezuela el año que viene. En tales circunstancias, es iluso penar que los venezolanos no continúen adquiriendo dólares y llevando la cotización del bolívar a niveles muy distintos de los que desea el espiritista ministro de Planificación.

¿A 2000 para diciembre?

Mis cuentas son de pulpero. Para cuando el dólar se cotizaba a Bs. 770, el M3 ha debido andar por el orden de los 17 billones. Si el Banco Central le entrega al Ejecutivo 6,2 billones, por la llamada ganancia cambiaria, la base monetaria se incrementará en esa misma cifra y el M3 se incrementará en, por lo menos 2,5 veces esa suma. Llegará a los 30 billones. Como el gobierno no tiene manera de financiar el déficit, éste será cubierto por el superávit de la cuenta de capital, esto es, las reservas del Banco Central más el FIEM. Por lo tanto, las reservas serán de no más de US$ 9 millardos para fin de año. Entonces, cualquiera hace la cuenta.

Esto querrá decir que los capitales de todos los venezolanos se habrán reducido aún más para las Navidades. Como aquí todo es importado, las fiestas decembrinas se perfilan tristes para todos. Las pensiones y los sueldos se habrán reducido a la mitad. Pero eso poco le importa a Chávez y su combo. ¿Creen ustedes que los trajes, los zapatos, las camisas y las corbatas de gran marca del jefe del Estado se adquieren con cualquier cosa? Son realmente un desparpajo los gastos de Miraflores, la Casona y el resto de las casas presidenciales, sin contar con el costoso chupadólares, mientras no hay real para compensar a los viejitos o a los obreros del Estado.

Por eso ahora se han dado a la tarea de calentarle las orejas al jefe repitiendo la idea de un Frente Gobiernero de Trabajadores. No pueden tolerar la derrota que Carlos Ortega le inflingiera a Aristóbulo. De una cosa estén ciertos: van por el mismo camino.

Santiago Ochoa Antich es diplomático de carrera, politólogo y periodista. Fue Embajador de Venezuela en Austria, Canadá, Jamaica, Paraguay, San Vicente y las Granadinas, El Salvador y Barbados.
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