Opinión Nacional

La democracia congelada

Existen muchas formas de denominar y conceptualizar el término democracia. Definición que comienza a ejecutarse de manera clara a finales del siglo XIX en adelante, y puesto en la práctica social luego del período de entre guerras, en el siglo XX. Es decir al estilo de Alexis de Tocqueville que en 1830 en su célebre obra La democracia en América, se pensó la democracia social, como una red de microdemocracias en la sociedad dando píe a la democracia política general, una sociedad civil de adversarios políticos, más no de enemigos políticos como lo manifiestan los autoritarismos. Porque en las épocas antiguas la democracia era vista como una forma de gobierno degenerativa. Por ello se pensaba en la República. Entrado ya el siglo XIX y XX la democracia pasa a ser un régimen de gobierno posible en la sociedad, pero no como forma de democracia directa, participativa, sino como forma de representación y competencia entre partidos políticos para dirimir el conflicto entorno al poder político del Estado.

Por ello Joseph, Schumpeter analizó, que, en una democracia el papel del pueblo consiste en crear un gobierno, y en consecuencia, el método democrático es un dispositivo institucional para producir decisiones políticas, en virtud del cual los ciudadanos adquieren el poder de decidir a través de una lucha competitiva por los votos. Así, muchas definiciones de la democracia van de lo teórico a lo práctico, y utópico como la democracia socialista marxista. Pero como toda explicación, en nuestros predios de desgobernanza social en Venezuela, se nos presenta la antipolítica (niega la competitividad institucional, los frenos y contrapesos para el control a los abusos de poder) extraviada, tránsfuga, una democracia del fraude. En sí, retórica anti-institucional, manifestada por el fraude en los “llamados” a representar a los ciudadanos.

La calidad de la democracia necesita de estructuras intermedias constituida por grupos independientes y asociaciones voluntarias. Apoyo fundamental de organismos e instituciones partidistas condición necesaria, pero no suficiente, para que la democracia de calidad y constitucional bajo el Estado de Derecho limite los dislates del poder de los lideres políticos. Sobre todo de los líderes antipolítico que niegan los procedimientos democráticos como formas de gobiernos. De ello deviene, y en especial en nuestra región, en líderes anti-instituciones, populistas, militaristas, autoritarios, demagogos, por la poca credibilidad que ha afectado a los partidos políticos por culpa de la dictadura partidocratica que no resolvió los problemas sociales generales de la inmensa mayoría ciudadana. Es decir, no se atendió las demandas sociales básicas, y como consecuencia surgen las manifestaciones mesiánicas de los supuestos redentores y héroes de la patria.

La calidad de la democracia en Venezuela, desde hace ya décadas, se ha transformado en un compendio de políticas anti-democráticas y anti-constitucionales, que generó el quiebre y déficit de los partidos políticos. Hablamos claro está, de dos períodos: 1989-1998 como declive, y 1998-2006 como el desmoronamiento total institucional.

Ya entrado el siglo XXI, la democracia en Venezuela es un espejismo, en un desierto de elucubraciones manifestadas en la mente de políticos que niegan el gobierno de la ley, que niegan la rendición de cuentas y sobre todo, gobernantes que no respetan el Estado de Derecho. Así, el populismo, o neo-populismo manifiesto, desvirtúa las bases de la democracia y genera todo tipo de retaliaciones sociales. Estos anti-políticos envestidos del arte de brujas por la reencarnación de los héroes de la patria, la democracia se minimiza colgados en un tele-populismo cada domingo, o en cada manifestación, tele-show, en la megalomanía del llamado salvavidas de la izquierda… (Pura pendejada; escribiría Uslar Pietri) Lo que se percibe es un reaccionario, sostenido en el poder, por la consecuente mediocridad e ineficacia de una oposición claramente sin brújula.

El tele-populista trae a recuerdo, por sus ínfulas de líder continental de América Latina, a su “padrastro”, Carlos Andrés Pérez, que en su segundo mandato constitucional, un congreso, que con todo y sus dislates y corruptelas clientelares, le procesó por la pírrica cantidad de 17,2 millones de dólares para ayuda al Frente Fabarundo Martí, salvadoreño y el Antisandinismo nicaragüense. ¿Habrá contraloría posible al derroche de la Quinta República? Casualidad también con CAP, la ayuda que éste le prestó con el dinero público a la Bolivia de Jaime Paz Zamora… ¡Cosas de la historia!… Ahora 30 millones de dólares para la Bolivia de Evo Morales. Sin contar las regalías a la Cuba de Castro con el petróleo Venezolano, sin contar el desperdicio en la Argentina y Ecuador, entre otros.

Pero en fin, con una legislación directa sin pasar por la “Asamblea” aunado a ese tipo inconstitucional de ratificación plebiscitaria de todas las decisiones del desgobierno, ¿cómo exigir rendición de cuentas hacia los ciudadanos? … ¿Cómo reclamar por los miles y millones de dólares robados… tan simple como eso, robados? Nada, el populismo militar del caudillo y sus peones, han congelado la democracia, y ellos algún día tendrán que responder a la historia… Si no, Pregúntenle a Carlos Andrés Pérez y los partidos políticos de la cuarta república.

(*)CENTRO DE INVESTIGACIONES DE POLÍTICA COMPARADA. [email protected]

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