Opinión Nacional

La democracia es compleja

La historia de la democracia está hecha de incertidumbres, aún más tratándose de un país en donde se ha instaurado la incertidumbre como rasgo nacional.

El estado de ánimo de Henrique Capriles Radonski en su conferencia de prensa del martes demostró que se había sobrepuesto del golpe sufrido y se mostró pronto a retomar la lucha política. El reto de las elecciones está a la vuelta de la esquina y él considera que es una oportunidad que no debe soslayarse. Aboga por no dejarse influenciar por la antipolítica y el radicalismo.

La derrota electoral le otorga argumentos a quienes abogan para que se condiciones la participación a las elecciones a un cambio del poco fiable sistema electoral que ha impuesto el gobierno. Condición que no parece ser posible, precisamente, sin un cambio de gobierno, puesto que el sistema electoral impuesto por el régimen, es inherente al régimen totalitario que se busca implantar.

El dilema que se le plantea a la oposición al querer conformar una estrategia que se conduzca al regreso de la democracia en el país, no es una tarea fácil. Por una parte, debe plegarse a un sistema electoral plagado de escollos y de reglas distorsionadas. Debe aceptar la desigualdad de medios tanto de orden técnico como también el uso y abuso de las dádivas. El exceso de medios le permitió al gobierno realizar una campaña electoral que fue “una batalla perfecta”, según la calificación dada por el Presidente de la República festejando su victoria, empleando un lenguaje militar que traduce bien que se trató de una operación cuidadosamente, técnicamente preparada, al igual que se prepara una batalla. Al mismo tiempo, eludir los procesos electorales significaría abandonarle al régimen el espacio de la legalidad política, como ya sucedió en el pasado.

 

REINVENTAR LA DEMOCRACIA

Una de las características de América Latina es la impaciencia y es la causa de muchas oportunidades fallidas. Mientras la crisis de la democracia que se vive hoy en el país requiere el despliegue de una línea de conducta sutil y compleja, la impaciencia, el deseo de salir lo más rápido posible del régimen, conduce a decepciones y al abandono del empeño. No se percibe claramente que, precisamente, la democracia se caracteriza por lidiar permanentemente con el conflicto. Y como lo apunta el filósofo Claude Lefort – gran estudioso del totalitarismo y de su contrario, la democracia -, éste es el único régimen, donde al contrario de la lógica unitaria propia a otras formas de sociedad, la democracia es fecundada por el conflicto, el debate, el contraste de ideas. Una crisis de la democracia como la que vive hoy Venezuela, obliga a los demócratas a reinventar una democracia en concordancia con la nueva cultura política que ha surgido en el país.

HCR se muestra consciente de la crisis de modernidad que aqueja la sociedad venezolana y ello se percibe claramente cuando declara en su conferencia de prensa, a manera de comentario acerca de la declaración del Presidente de la República a propósito de que la oposición, según éste, “entiende el diálogo como un pacto entre élites”.

 

 

“Quien derrotó la vieja política fui yo”, declara Capriles, forjando “un nuevo liderazgo, una forma nueva de hacer política”, y agrega: “no busco pactos, lo que deseo es que el gobierno tenga otro discurso”, que cesen los insultos. Estas declaraciones de Capriles, que tal vez hayan pasado desapercibidas entre las tantas que pronunció durante su conferencia de prensa, son de una importancia capital porque significan que, pese a su lenguaje llano. Exento de ideas abstractas, él ha reflexionado seriamente y tiene muy claras las ideas en cuanto a la manera cómo hasta ahora se ha practicado la forma de hacer política en el país, y me atrevería a afirmar, en toda América Latina y en todos los regímenes. Se trata de prácticas que se sitúan en las antípodas de la democracia.

Charles W. Anderson, en su obra, Cambio político y económico en América Latina,(Fondo de Cultura Económica, 1974), sostiene que en América Latina, la política se percibe como un mecanismo de manipulación y de negociación en el marco de “un sistema entre competidores por el poder”. Cuando HCR afirma “No busco pactos, lo que deseo es que el gobierno tenga otro discurso”, está demostrando su rechazo a la tradicional antigua y conservadora política de pactos de cúpula. Cuando afirma que él “no era un líder nacional y que ha ido construyendo su liderazgo”, está enviando un mensaje en el sentido de que no piensa derrochar lo que ha logrado sembrar.

 

“Quien derrotó la vieja política fui yo”, aseguró Capriles Radonski

LA OBSESION POR EL CONTROL

Antes, también en rueda de prensa, el Presidente de la República anunciaba la creación de un súper ministerio que se encargará del seguimiento de la gestión del gobierno: “un ministerio poderoso que evalúe”; “tengo fe en el sistema de control para lograr la meta”. Control es la palabra clave del totalitarismo, la negación de la democracia. En cuanto a la oposición con la cual se supone desea establecer un diálogo, el talante agresivo no tardó en manifestarse: “no llegué aquí para subordinarme a la burguesía” Para el presidente el diálogo significa subordinarme a la burguesía que consideran una clase sin alcurnia. Acusa a la oposición de “tener un proyecto colonial”. El sistema totalitario, para afianzar y preservar su poder, requiere la existencia de otro maléfico, de un enemigo exterior. Contrariamente a la democracia que tolera la división y las ideas contrastadas, la única división tolerada por el totalitarismo es la división entre el exterior y el interior. La constitución del pueblo-Uno exige la presencia permanente de un enemigo, de un peligro exterior. Si no existe, se le inventa. La relación entre el pueblo-Uno y el Otro es de orden profiláctico. El enemigo es un parasito a eliminar, un desecho. En Cuba, la oposición es calificada de gusanos, de escoria. En Venezuela, es el majunche y toda la lista de epítetos de la misma categoría que suele emplear el presidente de la República al referirse a la oposición. Es curioso que los personajes totalitarios compartan ese rasgo patológico que es la fobia.

El totalitarismo no es solamente un régimen de partido único o un capitalismo de Estado, sino una forma inédita de sociedad, que suprime la separación entre el Estado y la sociedad; las relaciones de solidaridad son reemplazadas por una jerarquía unidimensional de unos que ordenan y otros que obedecen, apunta Claude Lefort.

Lefort también toma por ejemplo la descripción que hace La Boetie del proceso de la servidumbre voluntaria asociada a la imagen del cuerpo del rey: “Aquel que les gobierna, no tiene más que dos ojos, no tiene más que dos ojos, no tiene más que un cuerpo, y no posee nada más que no posea otro hombre, sino las ventajas que les das para destruirte. ¿De dónde ha tomado tantos ojos para espiarte si no se los hubieses dado? ¿Cómo tendría tantas manos para pegarte si no las hubieses dado? ¿Cómo tendría tantas manos para pegarte si no las hubieses tomado de ti? ¿Cómo tiene tanto poder sobre ti, sino por ti?” Para La Boetie, el pueblo se somete al encanto del cuerpo del tirano sobre quien recaen todas las miradas y en el cual se encarna la sociedad. La Boetie se anticipaba así en cinco siglos a la sociedad bajo control del siglo XX, intentada por nazismo y el comunismo, y ahora a la del siglo XXI propuesta por el socialismo del mismo nombre. La democracia, según Lefort, sería un lugar vacío y negado a la sujeción: desecha la imagen de una sociedad orgánicamente unida.

 

Claude Lefort.

SE HACE EL CAMINO AL ANDAR

En Venezuela, el régimen no ha logrado imponer a cabalidad, como lo desearía, esa “forma inédita de sociedad”, descrita por Lefort, porque la oposición, bien que mal, con sus torpezas y aciertos, se lo ha impedido.

Y ahora se presenta el reto a la oposición, de la lucha electoral por el poder regional. Es una buena ocasión, puesto que lo local es el camino más seguro para llegar a lo global. Es también una adquisición de experiencia y de conocimiento del país.

En Francia, desde 1995, desde el último gobierno de François Mitterand, el Partido Socialista Francés no volvió más a asumir el poder, hasta que finalmente François Hollande, resultó electo Presidente en mayo 2012. Sin embargo, durante ese lapso, el PS logró hacerse con la presidencia de 23 regiones sobre las 26 que tiene Francia. Hoy también ocupa la Presidencia de la República.

Con la actual campaña electoral, por lo menos en Europa, el régimen de Chávez, pese a la celebración de elecciones, ha quedado desenmascarado y la oposición ha ganado legitimidad. A HCR, ya no se le tilda candidato de la derecha, pro-americano, perteneciente a la familia más rica del país. Ahora es el joven abogado, socialdemócrata, cercano a la socialdemocracia europea. Por lo menos ese triunfo habría que reconocerle. Y Venezuela se ha convertido en un verdadero laboratorio de política aplicada.

Hay camino, y se hace camino al andar.

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