Opinión Nacional

La desbandada del chavismo comenzó esta semana

Es como si frente a la estrategia de indiferencia que la oposición le aplica a Chávez desde que lo derrotó el 2 de diciembre pasado, el chavismo disidente respondiera tomando la decisión de no olvidarlo y enfrentarlo en lo que más duele: las posibilidades de construir un partido único que le permita someter al país, pero no sin antes someter a los suyos.

Prueba de fuego que, independiente de sus resultados, no es posible no deje al comandante-presidente al borde del KO, y por tanto, convertido en presa fácil de los millones de votos que en noviembre próximo lo obligarán, o a renunciar a la presidencia de la República, o a gobernar como Dios y la Constitución mandan.

Por tanto, no se impacienten, no se desmañen, no pierdan la cabeza confundidos con alharacas como la del desfile militar bananero teatralizado en Los Próceres con motivo del 16 aniversario de la tragedia del 4 de febrero del 92; tampoco con el seguro acto fallido de la “Misión 13 de abril” que, al par de rebanar una gigantesca tajada para la insaciable boliburguesía, repartirá mendrugos sin conseguir votos; y mucho menos con expropiaciones, confiscaciones e invasiones de haciendas, fundos y fábricas que empezarán desde ahora a ser piezas claves en la tenaza depredadora del desabastecimiento más inflación que se recrudecerá en los próximos meses.

Lo cual no quiere decir que la oposición tenga que subestimar a Chávez, que no crea que pueda recuperarse y reconstruirse como sucedió durante el año que precedió al referendo revocatorio de agosto del 2004, sino que ahora, para que la derrota sea definitiva y sin posibilidades de regeneración, hay que aplicársela sin olvidar detalles, y uno muy importante es denunciarlo como un jefe de estado forajido que se niega a acatar el resultado constitucional emanado del referendo de diciembre.

Por lo demás, dejémosle hacer el trabajo invaluable que lleva a cabo día y noche para propiciar su derrota, en pro del desastre que ominosamente lo espera a mediados o finales del onceavo mes y en circunstancias que ya el padre, Fidel Castro, estará mucho menos en este mundo, Cuba habrá avanzado imperturbable en la restauración del capitalismo, Evo Morales será en Bolivia un presidente democrático o no lo será, y Ortega y Correa se mantendrán en el poder, pero en las condiciones de extrema debilidad en que se encuentra Chávez en este momento.

Pero lo peor será que ya, George Bush, no estará en la presidencia de los Estados Unidos, que lo más seguro es que cualquiera de los dos candidatos demócratas que resulte electo, Hillary Clinton o Barack Obama, inicie la más profunda renovación vivida en el liderazgo político norteamericano desde tiempos de F. D. Roosevelt y ni siquiera un recrudecimiento de las crisis energética y alimentaria, eviten el descenso del comandante-presidente hacia el infierno del aislamiento, la soledad y el ajuste de algunas cuentas con la justicia penal internacional y global.

Porque las actuales dificultades, por la novedad y gravedad y lo que entrañan para la supervivencia de la democracia y la defensa de los derechos humanos, no serán resueltas en dictadura sino en libertad, no en guerra sino en paz, no en la división sino en la unión, no en la confrontación sino en la cooperación que rechazan los náufragos y nostálgicos del populismo, el socialismo y el totalitarismo.

De modo que de un Chávez que de sobrevivir en noviembre, no será sino para encontrarse con la derrota más terrible aún de las elecciones legislativas de agosto del 2009, y después con el referendo revocatorio del 2010, lo que está quedando es el bagazo del comandante en jefe que quiso ser el sucesor de Fidel Castro, pero solo para revelarse como el más eficiente alcahuete y apañador de la corrupción más generalizada, pútrida y terminal que conoce el país en sus casi 200 años de historia republicana.

Para corroborarlo, la visita de Chávez el jueves pasado a su estado natal Barinas, y donde bravuconeó durante 5 horas en cadena de radio y televisión, de batallones, empresas socialistas, expropiaciones, milicias, del pecado de ser rico, de la guerra en Bolivia, y sin dedicarle una sola palabra a la más grande plaga que azota a Barinas desde la Guerra Federal y el paludismo, como es la codicia con que la familia Chávez se apropia de fincas y cargos públicos, dando lugar a una epidemia de nepotismo que no ha tardado en ser imitada por los funcionarios revolucionarios y socialistas siglo XXI de todo el país.

Y que está siendo denunciada por los mismos chavistas de Barinas, por dirigentes como el diputado, Wilmer Azuaje, que denunció en la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional y la Fiscalía General de la República, documento en mano, cómo la familia del comandante-presidente ha terminado siendo de una estirpe terrófaga que no tiene nada que enviar a aquellos gamonales que pueblan la “Doña Bárbara” de Rómulo Gallegos.

Es un escándalo que ha llamado la atención de los principales medios de todo el mundo, de periódicos, revistas, radios y televisoras como “Veja” y “O Globo” de Brasil, “Clarín”, “La Nación”, y el “Canal de Noticias” de Argentina, “The New York Times” y “The Washington Post” de Estados Unidos, “El Mundo”, y “El País” de España, “Le Monde” de Francia, la “República” de Italia, y “El Nacional” y “Globovisión” de Venezuela y donde se cuenta la extraña historia de la revolución que empujó a la mayoría de los pobres a niveles de miseria de difícil recuperación, mientras catapultó a una minoría, como la familia presidencial y los empresarios y burócratas boliburgueses, a escalas de riqueza comparables a las que disfrutan los “ricos y famosos” de todo el mundo.

Reportajes, entrevistas, y reseñas realizadas in situ, con la espontánea participación de los involucrados y en cuya documentación puede decirse ha estado presente todo el pueblo barinés, como puede leerse en la crónica “Los Chávez son los nuevos ricos”, del periodista, Jaime López, enviado especial de “El Mundo” de España a la capital del estado de los Chávez y donde puede “olerse”, “tocarse”, la transformación de una familia presidencial de pobre, a rica.

Y como los militantes de la revolución en Barinas, los de otros estados en los cuales, si el nuevorriquismo de la familia presidencial no es el más grave problema que los azota, sí lo es el autoritarismo del presidente que los transforma en monigotes, títeres que deambulan de una a otra “proeza” revolucionaria, pero para ver conculcados sus derechos, para darse cuenta que les han manipulado su pobreza para que contribuyan a la causa del neototalitarismo del siglo XXI.

Son los hombres y mujeres que en San Felipe abuchean, agreden y hacen huir del Estado Yaracuy al procónsul de Chávez, Carlos Escarrá, y los que en Maracaibo se lanzan a las calles a protestar por la burla que ha significado la elección de tercer grado de las autoridades del PSUV.

Preludio, antecedente, prologómeno de la desbandada que continuará durante todo el año con la proliferación de candidaturas chavistas que veremos en cuanto se inicie la campaña electoral de noviembre y que en ola incontrolable demostrará que Chávez dejó de ser gran elector y que tendrá que conformarse con las pocas gobernaciones y alcaldías que el garantice el cascarón vacío que llaman el PSUV.

De todas partes surgen en Venezuela los gritos de cambio y están dirigidos contra un gobierno que está viejo y caduco y en pro de que nuevas fuerzas y nuevos liderazgos sean los responsables de la recuperación del país.

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