Opinión Nacional

La distorción

A veces pienso que el mayor de nuestros males son las formas tan mezquinas como pensamos y por supuesto, como actuamos; esto nos lleva a estar permanentemente luchando con nuestras propias contradicciones, ante esa morbosa actitud de autodestrucción y nunca conseguir un reencuentro con nosotros mismos, menos con nuestra sociedad.

Esa es la única forma en que se puede explicar que durante el periodo del presidente Lusinchi, se celebrara por todo lo alto “el mejor refinanciamiento sobre nuestra deuda”; la misma que nos puso de rodilla ante el Banco Mundial y el FMI.

Y hoy, el presidente Chávez ha liberado a Venezuela de esos dos entes generadores de miseria en el mundo y en especial en nuestro continente; pero la mezquinad es tan grande que apenas se señala en algunos medios; una noticia que debería ser la mejor noticia del año, ya que significa la liberación económica ante estos entes perversos, con imposiciones de los grandes monopolios mundiales cuyo único fin es doblegar el espíritu de libertad de nuestros pueblos.

La mezquinad es libre como la impotencia, sobre todo cuando estas son mentales; quizás en el fondo una parte de los venezolanos quieran seguir doblando sus espaldas, mientras otros quieran andar erguidos y orgullosos de lo que somos por esencia, sin complejos, sin prejuicios, alegres, dicharacheros, enamorados, eternos jugadores e indiscutible excelentes humanos; hombres y mujeres desprendidos, solidarios, francos, siguiendo una esperanza de libertad permanente.

Hay elementos que nos indican como nos han distorsionado, uno de ellos por simple que parezca, cumple una función gigantesca, y esta en la letra de una canción “Alma Llanera” de Bolívar Coronado, que en una de sus estrofas dice “soy hermano del puma, de las garzas y las rosas”; si somos hermano del puma es que somos fuertes, sagaces, indomables, ágiles, escurridizos y excelentes oportunistas; pero nos cambiaron el puma por la espuma, para hacernos etéreos, sin formas, sin fuerzas, superficiales, moldeables y así enseñarnos con nuestra propia música que hay alguien superior que nosotros, y es quien sostiene la espuma en sus manos y la puede hacer desaparecer tan sólo con un soplo de sus poderosos pulmones.

Una palabra en un himno popular, dice mucho de un pueblo, es simple, es su grito de libertad, su esencia… y la nuestra la han distorsionado hasta en la forma de caminar.

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