Opinión Nacional

La doble moral del Presidente y los trabajadores

Cuando vemos la virulencia verbal del Presidente ante cualquier escenario, descubrimos la relación existente entre el ejercicio del poder y la ignorancia. Aplicar la fuerza de la investidura se convierte en la necesidad permanente del mandatario, de reconocimiento, para así sentirse respetado, temido y obedecido. Esta actitud no sólo la vemos en el Presidente, también la observamos en mucho alcalde, gobernador, gerentes de empresas del estado y ministerios, diputados; quienes impregnados por el desconocimiento de la gerencia pública, utilizan el único recurso intelectual que conocen, el abuso de autoridad y la manipulación del mando.

En esta oportunidad la emprendió contra el camarógrafo del Canal 8, humillado por trabajar horas extras un día domingo, el 27-07-08, entre tantos que debe trabajar ante la política de imponer largas e interminables cadenas de fin de semana, para presentarnos las bondades del gobernante.

Más allá de repetir los argumentos en defensa del trabajador de VTV, debemos analizar la recurrencia presidencial en atacar los sindicatos y los contratos colectivos. Emprenderla contra la negociación colectiva indicando que son un producto típico de la IV república, no es más que una excusa para manifestar su rechazo total a establecer reglas democráticas con los diferentes sectores laborales.

Mientras existan sindicatos y sistemas de relaciones de trabajo tiene que haber democracia a la hora de definir entre trabajadores, patronos y Estado las condiciones de trabajo; no es sólo la decisión del patrono Estado la que se impone, como demuestra el Presidente cuando establece decretos a diestra y siniestra con los trabajadores del sector público. Donde se discuten contratos colectivos, es porque no han podido barrer todavía con la existencia de sindicatos y gremios y cuando puedan lo harán.

La intención presidencial la reafirma el domingo 03-08-08, cuando se autocrítica y pide disculpas al trabajador agraviado una semana antes. En el desagravio no puede ocultar su intención verdadera, cuando pide perdón, y al mismo tiempo indica que en los contratos colectivos todavía está impregnado lamentablemente el capitalismo, ufanándose que nadie tiene más moral que él, en su relación con los trabajadores.

Ante estas afirmaciones y reafirmaciones presidenciales estamos los trabajadores ante un mandatario de doble moral, de doble discurso. Sobre el abaratamiento de la mano de obra que conduce el trasquilar los contratos colectivos por decretos, lo que se esconde es el trabajo voluntario, el trabajo basura en las misiones, en las cooperativas y EPS. Los cuales por casualidad reafirman el espíritu revolucionario, es decir la aceptación de la miseria y la migaja gubernamental y por ende la disolución de los sindicatos, sus contratos colectivos y la fuerza movilizadora de los trabajadores.

A esa capacidad de protesta de la masa laboral es que el régimen teme, ante el cada vez más evidente desastre económico y despilfarro que presenciamos los venezolanos internamente y ante naciones del continente. Sustituir la exigencia del sindicato por el favor presidencial es el destino que pretenden imponernos en nombre de una farsa llamada revolución y una mascarada tildada de socialismo del siglo XXI.

Movimiento Laborista

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