Opinión Nacional

La educación en Argentina, hoy: ¿Desarrollo o exclusión?

La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) realiza cada 3 años una evaluación denominada PISA que examina a estudiantes de 15 años, por encargo de los gobiernos y sus instituciones educativas. PISA no se concentra en una sola materia escolar, sino que revisa las tres áreas de: competencia de lectura, matemáticas y ciencias naturales, con problemas que son presentados en contextos personales o culturales relevantes. De modo tal que se focaliza en revisar los conocimientos, las aptitudes y las competencias que son funcionales para el bienestar personal, social y económico de las personas. Por ello no mide el conocimiento escolar como tal, sino la capacidad de los estudiantes de poder entender y resolver problemas auténticos a partir de la aplicación de conocimientos de cada una de las áreas. En síntesis, evalúa si ese estudiante es capaz de resolver las situaciones concretas que se le presentan en la vida cotidiana. Si va a ser una víctima o un constructor de su propio futuro.

Los resultados del último informe PISA realizado en 2006 demuestran que Argentina es el país donde más se deterioró el nivel educativo de los jóvenes evaluados en los países que habían solicitado este estudio. En comprensión lectora y en matemáticas, en 2000 ocupábamos el puesto 35º entre 41 países y en 2006, el puesto 53º entre 57 países. Realmente deplorable. Un país como Argentina que se destacaba por un sistema educativo que llegaba a la gran mayoría de sus habitantes y los capacitaba para una vida productiva, respetuosos de la Ley que significa respeto al bien común y al vecino que tengo al lado, ese sistema educativo ya no existe. Argentina se distinguía por su clase media educada y progresista, donde los alumnos de diferentes niveles socio-económico aprendían a convivir y respetarse en las aulas. Donde todos podían superar las condiciones de su nacimiento porque la escuela los educaba para la superación y el esfuerzo.

Esta vieja escuela pública, igualitaria y generadora de posibilidades, está agonizando hoy. Así lo demuestra el último Operativo Nacional de Evaluación que realizó el Ministerio de Educación de la Nación en el año 2.007, aunque recién hace pocos meses ha difundido sus resultados. Estos indican que en tercer grado de la EGB, al nivel de rendimientos más altos en matemática, sólo accedió el 19,6 por ciento de los estudiantes de las escuelas públicas. En cambio ese nivel fue alcanzado por el 40,6 por ciento de los alumnos cursantes en escuelas privadas. En lengua la diferencia fue más pronunciada: sólo el 16,9 por ciento de los alumnos de escuelas públicas alcanzó los rendimientos más altos, mientras que en educación privada el porcentaje que lo logró fue de 49,8.

O sea que a la poca capacidad de solucionar los problemas que detecta el informe PISA de la OCDE, el Ministerio de Educación nos revela que esos pobres niveles se han logrado en base a los alumnos de escuelas privadas. Los de escuelas públicas sólo llenan las estadísticas. Aprueban el año, pero no los conocimientos. Una alumna del ISTEEC me comentaba muy preocupada, que sus hijas asisten a una escuela «de contención», según le había explicado la maestra, por eso no aprendían. Es a la que ella tiene acceso porque está en su barrio. No le alcanza el dinero para trasladarlas todos los días a una escuela mejor, como le aconsejaba la maestra. De esta manera el sistema está condenando a la ignorancia y con ello coharta el camino hacia una existencia mejor, aún a aquellos que sueñan con mejorar sus indignas condiciones de vida. Y esto no es teoría, es dolorosa realidad comprobable.

Otro ejemplo: Segundo polimodal de una escuela de Guaymallén. El 70% de los alumnos no saben leer la hora en un reloj con agujas. Se dibujó un círculo, los números, se explicó el medio, el cuarto, la hora en punto. Desesperante la dificultad en comprender estos simples conceptos matemáticos. Tomó media hora la explicación y sin obtener la seguridad de que la mayoría la hubiera comprendido. La causa es simple: si lo tienen, el reloj es digital. Pero lo preocupante es la falta de desarrollo de habilidades básicas que les permitan comprender el concepto.

Otro ejemplo en la misma escuela: Una madre de un alumno también de 2º polimodal se presentó preocupada pues, como su hijo había reprobado 7 materias, quería abandonar los estudios. La atendieron muy amablemente (en las instituciones de hoy se valora sobremanera los padres que no agreden) y todos los profesores le dieron posibilidad al alumno de levantar su aplazo con sólo una lección a dar. Del tema que él eligiera, sólo una lección. Y así fue. En una semana logró el promedio en las 7 materias. No abandonó la escuela pero. ¿de verdad sabe las materias que aprobó? ¿Desarrolló estrategias cognitivas? ¿Aprendió a pensar? ¿Ejercitó habilidades intelectuales que le permitan solucionar los problemas concretos que se le presenten en su vida?
¿O es una estafa más de esta realidad que hoy estamos viviendo?. En donde los alumnos no saben, no saben que no saben y no saben que es importante saber. Ni les importa. Y mucho menos a los que menos tienen, porque se contentan con un subsidio que apenas les permite sobrevivir. Así lo demuestra el informe realizado por el Consejo Asesor Permanente de la UNCuyo, «Los recursos humanos de Mendoza 2012», donde señala que sobre un total de 283.387 jóvenes de 15 a 24 años en Mendoza, el 52% no trabaja ni estudia. Y coincidentemente ese 52% es el que crece en condiciones de vida deficitarias, en una vulnerabilidad ahondada por la indigencia y la ignorancia.

Hoy, en esta Argentina que aumentó un 54% el PBI entre 2.003 y 2007 (1), estamos dando lugar (no educando) a multitudes de niños y jóvenes que crecen en la desidia, la miseria y la ineptitud. Niños y jóvenes que serán eternos excluídos porque no están capacitados para ninguna tarea, porque no tienen hábito de esfuerzo y porque no piensan en el trabajo como una opción en su vida. Así lo demuestra el informe que publicó a comienzos de año, el Ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires: el 51% de los alumnos de EGB tenían padres que NUNCA habían trabajado.

Y esto es, ni más ni menos, un problema de educación y de políticas sociales. Una encuesta del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina informa que en el 2009 el 7.2% de los hogares del país sufre problemas de hambre, cuando el índice del 2008 fue del 4.7%. En un país como el nuestro, capaz de producir alimento para 300 millones de personas, la desnutrición es desesperante. «En argentinos», informaba un médico del Notti. «Los nuestros son los desnutridos; los bolivianos y peruanos que se atienden en ese hospital, no. Sus madres, por más pobres que sean, saben qué pastiche darles para criarlos bien alimentados».

En la década del 60 teníamos un 10% de la población bajo el nivel de pobreza. Hoy, según el INDEC tenemos un 25% y según informe de la UCA, un 34.5%. La tercera parte de los habitantes del país bajo el nivel de pobreza. Estadísticamente más de 15 millones de personas. Humanamente, una multitud de rostros de triste mirada y futuro de desesperanza y exclusión.

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