Opinión Nacional

La era está pariendo un corazón

La oposición venezolana, movida por las más justas y racionales aspiraciones pero carente de referentes orgánicos reconocidos y legitimados – los partidos – ha debido luchar a ciegas contra un enemigo perfectamente cohesionado tras un líder, una ideología, una voluntad. Dispuesto a emplear todas las armas a su alcance y el poder omnímodo de un Estado todopoderoso controlado manu militari por un solo hombre. Ambicioso hasta el súmmum, inescrupuloso hasta lo inimaginable, malvado como para despreciar las vidas y las honras incluso de sus más cercanos colaboradores.

Ello explica los vaivenes, errores y descalabros en que ha incurrido esa oposición multitudinaria pero carente de cohesión; poderosa, pero huérfana de liderazgo; impulsiva, pero carente de una estrategia racional, clara y unívoca. De allí el arrebato con que ha procedido, la facilidad con que ha caído en las celadas provocadas por el régimen, la maña con que ha sido doblegada.

Ha carecido de temple, de seguridad en si misma, de auto control, de ideas. Incluso ha desperdiciado o prescindido del uso de sus más poderosas armas. Teniendo la razón no ha sabido demostrarlo. Teniendo fuerzas indoblegables no ha sabido motivarlas ni ponerlas en acción. Ha corrido al abismo preparado por un estratega y táctico de capacidad asombrosa, llamado Fidel Castro. Pues a partir de abril del 2002 Chávez no ha sido más que el ejecutor de acciones y movidas dictadas en La Habana por uno de los estrategas más experimentados. Tanto, que ha logrado sortear en cincuenta años de tiranía todas las dificultades. Algunas de tamaño descomunal: nada más y nada menos que los Estados Unidos, a 80 millas de sus costas.

Tras ocho años de inclementes sacrificios y de la pérdida de los más importantes espacios públicos – el parlamento, las gobernaciones y alcaldías pero sobre todo el sistema judicial, todos ellos en manos de un régimen corruptor e inescrupuloso – parecía que Fidel Castro y su ejecutor Hugo Chávez estaban a punto de arrebatarle de un manotazo a los venezolanos sus instituciones fundamentales, el reservorio último de nuestras creencias e ideas. De allí esta zarpazo al corazón de la sociedad civil que ha sido el cierre y expropiación virtual de RCTV.

Para la inmensa sorpresa del país y del mundo, esta puñalada trapera al corazón de la civilidad llevada a cabo este 27 de mayo por el militarismo autocrático que hoy rige en Venezuela ha conseguido el efecto contrario: en vez de liquidar la oposición la ha puesto en pie y ha logrado él solo y por primera vez despertar al gigante dormido: el movimiento estudiantil. Arrastrando con su paso el arma más poderosa de todas las revoluciones: el sentimiento, el corazón, los anhelos.

Es un fenómeno inédito en Venezuela desde fines de los años cincuenta, cuando ese mismo movimiento estudiantil y ese mismo sentimiento libertario arrastraran a la caída de Pérez Jiménez y su horrenda dictadura.

Se cierra un ciclo tras cincuenta años de duermevela. El gigante universitario se ha puesto de pie. Acompañado por el sentimiento de artistas, periodistas, actores, cómicos, escritores y hacedores de sueños. Es un arma tan poderosa, que ni los más sofisticados artilugios bélicos y las peores trapacerías políticas han conseguido doblegar. Que arrastrara a la caída del Muro y al derrumbe de las dictaduras socialistas del Este europeo. Que conmoviera a la Francia conservadora y a la Europa post fascista en Mayo del 68. Que le abriera las puertas a la modernidad, a la revolución tecnológica, a la maravilla de la comunicación satelital y a la red. A la construcción de ese paraguas de protección ciudadana que son las ONG’s. Al fin de los viejos totalitarismos, del que sólo se salvan por su carácter insular y despótico la Cuba de Castro y Corea del Norte.

Sr. Presidente: luego del despertar de ese monstruo dormido que hoy recorre las calles y avenidas de la Venezuela del futuro, no le alquilo las ganancias. Usted ya está muerto. Así sobreviva en su lacerado cuerpo y se aferre como una garrapata a un Poder que ya comienza a ser un cascarón vacío.

Porque como bien diría en su momento un trovador cubano refiriéndose a un despertar que fuera estrangulado en sus comienzos por la canalla castrista: la era está pariendo un corazón.

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