Opinión Nacional

La espalda y no la espada

Tristemente hoy se suman otros dos nombres a la larga lista de muertos que serán endosados al saldo trágico de esta estúpida revolución que ha conducido al país al borde de una anarquía, donde ya no hay gobierno sino desgobierno, donde prevalece la fuerza y no la razón, el abuso de poder y no el apego a las leyes.

¿Hasta cuándo los militares venezolanos van a permitir que un gobierno revolucionario mal llamado bolivariano atropelle a un pueblo soberano y democrático, pacífico y solidario, que sólo aspira a ejercer su derecho constitucional de someter al Presidente a un referendum revocatorio? La zarzuela montada por el oficialismo controlador del (%=Link(«http://www.cne.gov.ve»,»CNE»)%), una burla tristemente presenciada por toda la comunidad internacional, deja muy mal parado a éste gobierno inepto, corrupto y agónico.

Hoy nuevamente las cámaras de television han mostrado al mundo el atropello de una Guardia Nacional muy alejada de sus principios y responsabilidades, al constituirse en una guardia pretoriana sometida al mando de un presidente enloquecido por el poder. Una Guardia Nacional que hoy está muy lejos de cumplir las funciones para la cual fué organizada, y que hoy opera como brigada de choque para silenciar las voces de protesta de un pueblo cansado del abuso y constante violación de los preceptos constitucionales, de un gobierno que ha dado al traste con el principio de separación de poderes, tan fundamental para la sustentación de un sistema democrático. El pueblo se siente traicionado y hoy en mayoría alza su voz de protesta al ver como se ha hipotecado su soberanía a los intereses revolucionarios del régimen decadente caribeño, y a los obscuros intereses de un gobierno desquiciado, que se mueve por los impulsos epilépticos de una dirigencia inepta y corrupta.

Pero, ¿no esperamos una actuación mejor de nuestras fuerzas armadas? Samuel Huntington en su libro The Soldier and the State, muestra su desacuerdo con aquellos que intentan explicar el deficiente comportamiento de los militares como consecuencia de su limitado intelecto. Quienes sostienen esta teoría comparan desfavorablemente la inteligencia, la capacidad y la imaginación de los militares frente a las mismas cualidades en los abogados, empresarios y políticos. Interpretan esta inferioridad como consecuencia de los supuestos escasos talentos y habilidades de los oficiales que han llegado a posiciones de mando y también por la estructura militar que no permite la iniciativa individual. Ciertamente la historia de Venezuela le ha dado la razon al ilustre profesor de Harvard. El respeto que los venezolanos hemos tenido a nuestras fuerzas armadas no puede estar sustentado en una fantasía colectiva. Todo lo contrario, son incontables los hombres de uniforme que han engalanado los capítulos de nuestra historia con su dedicación, valor, integridad, honestidad, apego a las leyes, y cumplimiento de sus responsabilidades ante la sociedad que les ha encomendado la función de protección y defensa. En este trágico capítulo que actualmente estamos viviendo se suman nombres de valientes patriotas de todas las fuerzas que se han negado a plegarse al mando de una cúpula enquistada en el poder y la codicia.

No, no puede ser que los hombres y mujeres de las fuerzas armadas acompañen a los enemigos de Venezuela en esta desacertada revolución; son los chavistas los verdaderos golpistas y traidores a los valores patrios. Hoy los venezolanos que amamos a nuestra patria y que queremos vivir en una paz democrática, donde se nos permita corregir los errores del pasado y se creen las bases para construir una nueva Venezuela, no les pedimos que usen sus espadas para desalojar del poder a esta banda de inadaptados; no, sólamente les pedimos que sean sus espaldas y no sus espadas las que logren satisfacer el anhelo de la gran mayoría de los venezolanos. Dénle la espalda a la revolución chavista, y ésta se caerá por su propio peso, por sus errores y desaciertos, por su incompetencia y su odio. Les pedimos, dénle la espalda a Chávez; con éso basta. Los generales que hoy comandan las fuerzas no representan la autoridad militar que Uds. han aprendido a respetar y por quienes deben lealtad y respeto. No, dénle las espaldas a ellos también y acérquense de frente y fraternalmente a sus hermanos venezolanos que sí los quieren y respetan de verdad. Recuerden, con sus espaldas y no con sus espadas lograremos juntos acabar con esta horrible pesadilla.

(*): Fellow Weatherhead Center for International Affairs, Harvard University

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