Opinión Nacional

La falta de respeto a Nicolás Maduro

A l lugar común de que nadie anuncia una devaluación con una semana de anticipación, Nicolás Maduro ha agregado otro: tampoco se devalúa por pedazos y confesando que al Estado le robaron los dólares. Se devalúa desde Adán y Eva de golpe y porrazo, sin proclamar que en dos semanas se sabrá qué mecanismo reemplazará al Sitme y mucho menos confesar el ministro de Hacienda que buena parte de los dólares se perdieron. Una vez que un país ha decidido devaluar no deja cabos sueltos, porque el presidente, el dictador o el rey rechaza quedar en el aire, poner en duda su propia autoridad con esas vacilaciones, con el espectáculo de que sus ministros discutan entre ellos, en público. En Venezuela los tres ministros de la economía han declarado juntos para demostrar una unidad que no existe, para dar la impresión de que hay un solo criterio, pero antes deslizaron a la prensa sus divergencias.

Primero anunciaron una devaluación y que próximamente explicarían el mecanismo de sustitución del Sitme, pasaron varias semanas y cuando nació el Sicad aclararon inmediatamente que habría otro mecanismo, es decir, una tercera devaluación que abarcaría el dólar para los estudiantes y la pequeña empresa. Sin duda, nos aguarda una cuarta devaluación, el plan se desarrolla torpemente, de improvisación en improvisación.

En cada caso explicaron mal y a disgusto, como si consideraran una humillación las preguntas periodísticas o las dudas de los empresarios.

Hugo Chávez habría impuesto su criterio, su gobierno habría hablado con una sola voz, equivocada o no, tampoco habría culpado a los enemigos de Venezuela de una guerra económica que no se ve por ninguna parte. En cambio, a Nicolás Maduro sus ministros no lo toman demasiado en cuenta, como si no lo temieran.

Todo esto muestra la falta de autoridad de Nicolás Maduro lo que resulta algo natural si se recuerdan las circunstancias que rodean su mandato.

El chavismo lo acepta como candidato, pero los líderes chavistas no lo miran como si fuera un segundo Chávez, lo que claramente no es; se atreven a mostrar divergencias en público, algo imposible en otros tiempos. Chávez destituía a Loyo, lo mandaba en dos meses a llamar, movía a sus ministros como figuritas de cartón, tenía, en definitiva, una autoridad ganada en 14 años. Ese no es el caso de Maduro.

Lo que está ocurriendo políticamente responde a un plan trazado en el pasado diciembre, cuando Chávez con su discurso de despedida evitó que el chavismo se despedazara. Imaginemos lo que hubiera sucedido en el chavismo si no nombra un heredero político…

Esta última devaluación del Sitme se anuncia antes de las elecciones para calmar a las grandes empresas, que no recibirán dólares más caros hasta dentro de unas semanas cuando entonces subirán los precios de las medicinas y de los alimentos… después del 14 de abril. Maduro no ha hecho estos anuncios como hubiera hecho Chávez, porque carece de la autoridad suficiente, es un presidente encargado no uno electo, no ha ganado una elección, y los personajes del chavismo no le rinden pleitesía.

Por todo esto el manejo de la devaluación, o de las devaluaciones, refleja la falta de autoridad de Nicolás Maduro, por ahora, al menos. Y también su falta de experiencia en cuestiones económicas y políticas: primera vez también en la historia de Venezuela que enjuician al jefe de campaña de la oposición días antes de que se efectúen unas elecciones.

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