Opinión Nacional

La guerra contra las patentes dificulta combatir el sida

(AIPE)- Existe gran preocupación por el sida porque hay indicaciones que esa enfermedad va a devastar el sur del África y a ocasionar gran daño en América Latina, Europa Oriental y Asia. Pero la falta de liderazgo en Sudáfrica hace que otros países en desarrollo no encaren la situación, mientras que los gobiernos se limitan a culpar de la enfermedad al afán de ganancias de los fabricantes de medicinas. Como consecuencia, el desarrollo de nuevos medicamentos contra el sida se ha desacelerado, reduciéndose así las esperanzas para enfermos alrededor del mundo.

Recientemente, el Departamento de Salud de Sudáfrica celebró su conferencia anual sobre el control de la malaria. A pesar de la poca atención mundial a esta enfermedad mortal, la batalla en Sudáfrica ha sido fenomenal, especialmente en Natal, donde los enfermos de malaria se han reducido en 80% en el último año. El éxito se debe principalmente a la reintroducción del DDT, el cual está siendo manufacturado sólo en la India y en China, además del muy efectivo uso del fármaco novartis. Pero quizá el factor más importante ha sido la decisión gubernamental de proceder a controlar la enfermedad, aumentando el presupuesto sanitario para el control de la malaria y rechazando de frente las exigencias de los ambientalistas en contra del DDT. El gobierno se ha apuntado así una importante victoria.

Esa misma voluntad política hace falta en la lucha contra el VIH-sida. Inexplicablemente, el gobierno de Sudáfrica sigue ignorando medicinas que como el nevirapine reduce la transmisión del sida de la madre a los hijos que ha sido ofrecida gratuitamente por su fabricante, el laboratorio alemán Boehringer-Ingelheim. Pero eso puede cambiar. El 14 de diciembre, el Alto Tribunal de Pretoria decidió a favor de la campaña de obligar al gobierno a distribuir gratuitamente, en todo el país, la medicina nevirapine a las mujeres en estado cuyos exámenes muestren VIH positivo. Ojalá que esto anime a los gobiernos latinoamericanos a proveer esta medicina. Según el demógrafo de Harvard Nicholas Eberstadt, los casos de sida van a aumentar dramáticamente en América Latina.

Al menos los activistas están ahora apuntando a las verdaderas trabas en el acceso a medicamentos: la pobreza y la falta de acción gubernamental. Pero su constante ataque a los fabricantes de medicinas ha perjudicado mucho el control de la enfermedad en los países en desarrollo. Cuando los laboratorios invierten millones de dólares en desarrollar nuevas medicinas contra el cáncer, los felicitan por su labor heroica, pero cuando gastan cantidades similares en desarrollar medicinas contra el sida, se les acusa de tener sangre en sus manos. No nos debe sorprender, entonces, que las inversiones en investigaciones sobre el sida están siendo recortadas por las empresas farmacéuticas. Según el grupo independiente Pharmaprojects, el número de medicinas desarrolladas contra el sida aumentó de año en año entre 1990 y 1998, pero desde los despliegues activistas contra los laboratorios, el número de nuevos fármacos se ha reducido al nivel de 1990.

Irónicamente, la acusación principal de los activistas del sida es falsa. Mantienen que las patentes impiden el acceso a las medicinas, pero tanto en América Latina como en África existen muy pocas patentes en fármacos contra el sida. Los verdaderos problemas son la pobreza y la voluntad política, pero lamentablemente los activistas han convencido a los gobiernos que su causa es justa. Así vemos que en la reciente reunión de la Organización Mundial del Comercio, demasiado tiempo valioso se dedicó a debilitar las patentes de las medicinas. Como resultado, los laboratorios farmacéuticos tienen ahora menores incentivos para invertir en investigación y desarrollo de nuevas medicinas para el mundo en desarrollo.

Introducir una nueva medicina en el mercado es inmensamente costoso. Según un nuevo estudio de la Universidad de Tuffts, un laboratorio tiene que invertir, en promedio, 800 millones de dólares para sacar un nuevo fármaco. En 1987, el costo promedio era de 231 millones de dólares. Según el Dr. Joseph DiMasi, casi todo el aumento se debe al incremento en los costos de las pruebas clínicas.

En la reciente conferencia sobre la malaria se destacó la urgente necesidad de desarrollar nuevas medicinas debido a la creciente resistencia del parásito a las medicinas que ahora se utilizan. Lo mismo está sucediendo en América del Sur. Novartis es muy efectivo, pero si surge una resistencia no habría manera efectiva de tratar a los enfermos de malaria. Por lo tanto ha llegado el momento en que los activistas y los gobiernos estimulen el desarrollo de nuevas drogas en lugar de dedicarse a lo contrario. Para ello es crucial que los laboratorios farmacéuticos sientan que tanto sus inmensas inversiones como sus derechos de propiedad intelectual estarán debidamente protegidos. De lo contrario, el desastre que el sida ocasionará en el mundo en desarrollo, especialmente en América Latina y África, será aterrador.

* Tren es director de la ONG África Contra la Malaria y Bate es director del International Policy Network.

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