Opinión Nacional

La Hojilla

No se puede desconocer la precisión y el tino en cada uno de los pasos que ha dado el régimen para ir consolidándose en el poder. Desde la corta, pero precisa y contundente primera alocución ante los medios de comunicación, portando su uniforme de teniente coronel, con boina, alamares y charreteras, cuando asumió la responsabilidad de los hechos en la rendición de la asonada del 4 de febrero del año 1992, el teniente coronel Hugo Chávez Frías, ahora Presidente, empezó una cadena de éxitos en el manejo comunicacional de su imagen de líder triunfador y carismático.

Es verdad, Chávez ha ganado las batallas, insultando y arrebatando, pero empleando una extraordinaria estrategia comunicacional que le permite salir ileso, reforzando su imagen de triunfador.

Su presunta responsabilidad en los lamentables hechos del 11 de abril del 2002, cuando renunció de acuerdo a lo dicho por el tres soleado General Lucas Rincón, ha ido desapareciendo de la memoria de los venezolanos, ante la avasallante maquinaria publicitaria oficialista, empleada para adoctrinar y para arruinar moralmente a quienes no manifiestan su apoyo incondicional al régimen.

El programa «La Hojilla» es una comedia sistemática que sirve para disminuir moralmente a los adversarios del régimen. Es una estrategia empleada para establecer un ambiente de ganadores y perdedores, que incita a los hermanos venezolanos que apoyan al régimen, sintiéndose ganadores, a que se rían de los males que padece la gran mayoría de los venezolanos.

La Venezuela de hoy es «quien gana y quien pierde» Es como un reality show en donde se denigra la dignidad de la persona humana. El premio: ellos pierden, nosotros ganamos, nos reímos y nos burlamos de ellos.

«La alegría que nace del bien es seria, mientras que la que nace del mal va acompañada de risas y burlas» Descartes.

Pero el venezolano, las mayorías, conoce la verdad y por eso, con mucha seriedad, no salió a votar el pasado 4 de diciembre. El venezolano sabe muy bien lo que estamos viviendo, aunque tenga que soportar el calvario de la publicidad oficialista, en donde se aplaude felicidades que no existen y se burla de quienes consideran perdedores.

El venezolano es alegre, pero respeta la dignidad de los demás venezolanos. Esto no es un juego entre ganadores y perdedores. Esto es muy serio. Es la vida, el futuro y los sueños de todos los venezolanos.

El régimen ha ganado las batallas, pero perderá la guerra final porque tendrá que enfrentar en el momento preciso, la arremetida de un pueblo, que puede estar distraído intentando sobrevivir y ante la imagen triunfalista del Presidente, pero el alma y la dignidad de los venezolanos nunca estará en venta. Chávez menosprecia al venezolano. Los venezolanos somos más grandes que Chávez.

Coordinador de Formación

Y Gerencia Política

COPEI/Zulia

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