Opinión Nacional

La imprenta como origen del diseño gráfico en Venezuela

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La primera imprenta que vino a Venezuela, la trajo el General Francisco de Miranda en sus expediciones a Ocumare y Coro en 1806, la cual desembarcó y tuvo que depositarla en la isla inglesa de Trinidad. Adquirida luego por los norteamericanos (sic) Mateo Gallagher y Jaime Lamb, la establecieron en Caracas en 1808″. (Felipe A. León, La imprenta en Venezuela, 1895)

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»Quizás ninguno de los profesionales de nuestro siglo ejerza tanta influencia en el público como el diseñador gráfico y quizás ninguna acción pase tan inadvertida como la suya. Día a día, por media de emblemas, signos, carteles, señales y diagramación los diseñadores gráficos van modificando para bien o para mal -todo depende de su capacidad y su poder creativo- nuestro criterio de apreciación visual» (Miguel G. Arroyo C., Gerd Leutert Diseñador. 1966).

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Las anteriores son expresiones escritas por hombres representativos de su tiempo. Tales afirmaciones relacionadas, podrían conformar el bosquejo de una Historia del Diseño Gráfico en Venezuela, hasta ahora inédita, donde confluyan factores como la comunicación, los medios tecnológicos y lo creativo en pos de lo estético.

Podemos restablecer un diálogo entre el exitoso diseño gráfico venezolano, reconocido internacionalmente y su origen natural. Existe una profunda tradición de las artes gráficas en nuestro país, pese a su arribo tardío.

A partir de su implantación en 1808 se desarrollará vertiginosamente recorriendo el siglo XIX y parte del XX señalando a su paso logros que permiten comparar los impresos decimonónicos venezolanos con aquellos de la misma época, publicados en el exterior.

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En etapas pioneras participaron activamente técnicos litógrafos foráneos de suma importancia: Muller v Stapler, Lessman y Laue o H. G. Neun . Si bien en los albores de la imprenta la función de impresor y de editor no estaba totalmente diferenciada, hoy si lo está al manifestarse el diseño gráfico como una disciplina con personalidad propia. Sugiero relacionar a impresores antiguos como Gallagher y Lamb, Juan Baillío y Valentín Espinal, con empresas actuales: Cromotip, Editorial Arte, Armitano o Ex- Libris, las cuales apoyadas en la labor creadora de los diseñadores Gerd Leufert, Nedo M.F., Alvaro Sotillo, entre muchos, quienes han sostenido un estrecho vínculo, quizás sin saberlo, con nuestros primeros creadores gráficos y tipográficos.

Se podría rescatar a los diseñadores y artistas de una presunta orfandad, de juicios sin basamento y de olvidos o perspectivas imposibles. Nuestro país debe sentirse orgulloso por su desarrollo en el área de las artes gráficas e impresoras. Tanto por los logros pretéritos como por su correspondencia con los actuales.

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La mayor parte de las piezas testimoniales: incunables venezolanos, hojas sueltas, libros, folletos, carteles, mapas, partituras, revistas y catálogos de museos, etc., se albergan en las diferentes colecciones de la BibLioteca Nacional: Hemeroteca, Mapoteca, Libros Raros y Manuscritos y en un departamento dedicado exclusivamente al diseño gráfico. EL resto de dicho conjunto está en otras instituciones, en manos de particulares o simplemente disperso entre papeles. Tal dispersión propicia enfoques parciales y fragmentados que suelen causar confusión. Una pregunta al azar Qué diferencia hay, desde el punto de vista de la diagramación y el diseño. entre una doble página tipográfica realizada en 1832 par Valentín Espinal, y otra diagramada por un joven egresado de la Escuela Pro Diseño para navegar en Internet?

El resultado visual es similar aunque la tecnología se haya desarrollado vertiginosamente En la actualidad se levantan textos mediante procedimientos computarizados; pero el factor `~ – sensible y conceptual implícito en la selección del punto adecuado, de la , familia tipográfica o de la mancha óptima para la hoja son decisiones inherentes a cualquier situación, superando 150 años de historia impresora (1808-1996).

Surgen de pronto coincidencias a menudo sorprendentes y significativas. Valentin Espinal, impresor venezolano (1808-1866) disponía de un material tipográfico limitado. Además sus publicaciones iban dirigidas a un público lector muy reducido, en una Venezuela agraria, sin embargo su actitud organizadora se asemeja a la de un diseñador contemporáneo, este último creando a partir de las exigencias de un mercado mucho más extenso y competitivo.

Resulta interesante señalar el hecho de que el diseñador español Eric Satué, en su libro «El Diseño Gráfico. Desde Los orígenes hasta nuestros días» publicado en 1989, cita en uno de sus capítulos a diseñadores venezolanos como Alvaro Sotillo, Oscar Vásquez, Santiago Pol, Andrés Salazar o Waleska Belisario, ubicándolos dentro de parámetros internacionales. En su texto Satué afirma lo siguiente: «se nota el activo magisterio de los pioneros Gerd Leufert v Nedo M.F., llegados ambos a Venezuela uno de los países de tardío pero espectacular crecimiento económico a primeros de los años cincuenta».

En otro párrafo expresa:»Una de Las iniciativas más esperanzadoras para la normalización del diseño gráfico contemporáneo venezolano fué el deseo de la Administración de correos, de mejorar el nivel de diseño de sus sellos encargo que se concretó en 1975 a un grupo de diseñadores y artistas venezolanos (o, mejor dicho residentes en Venezuela) de primerísima fila en el país, hecho que hay que calificar como decisivo en la historia reciente ~: de esta disciplina. Venezuela es quizás donde el diseño gráfico apunta un mayor nivel particular, los diseñadores alemanes, italianos o ingleses parten naturalmente de su propia tradición tipográfica europea, desde Gutenberg y la Biblia de las 42 líneas, continuando con Aldo Manucio, Plantino, Bodoni, Baskerville, hasta llegar a Eric Gill o Jan Tsichold a comienzos del presente siglo. Esa fructífera revisión de la historia impresora o del libro en cada país europeo, ha llevado a muchos creadores actuales a retomar inspiración en antiguos volúmenes, incluyendo códices manuscritos. El diseñador gráfico venezolano podría hacer lo mismo aproximándose a sus raíces históricas ancladas a comienzos del siglo XIX o en la primera mitad del siglo XX tomando mayor conciencia de esta herramienta referencial. Desafortunadamente tal información ha sido manejada casi exclusivamente por investigadores, tesistas universitarios, bibliógrafos o bibliotecónomos; sin embargo que nuestros artistas del diseño tienen allí, a su disposición, una rica fuente para retomar elementos y propuestas con el objetivo de renovarlas. La imprenta en Venezuela v su consecuencia directa, el diseño gráfico, pueden compararse e incluso sobrepasar en ímpetu a otras disciplinas artísticas como la pintura o la música, al reconocerse dentro de una tradición firme y profusa.

Quizás una visión de conjunto no haya sido posible. pues el material bibliográfico publicado al luce heterogéneo y algo difuso; destacando, sin embargo, los esfuerzos investigativos sobre el tema de la imprenta y el diseño llevada a cabo por personalidades como Manuel Segundo Sánchez, Pedro Grases, Agustín Millares Carlo, Julio Febres Cordero, Manuel Pérez Vila, Alfredo Armas Alfonzo e Iván Drenikoff. La escasez de datos precisos sobre la estructura y origen de las viejas imprentas dificulta cualquier totalizador o unificador. En cualquier caso, el proyecto de relacionar la vieja imprenta venezolana con la contemporánea es un reto sumamente atractivo, lleno de zonas inexploradas. Cualquier esfuerzo al respecto parece un aporte feliz. con el objeto de que luego se materialicen textos más acuciosos (un libro quizás), donde se analice metódicamente cada aspecto del desarrollo alcanzado par nuestra industria gráfica y sus prolíficos creadores.

¿GENERACIÓN ESPONTANEA? Como subrayamos anteriormente, el diseño gráfico en Venezuela pareciera surgir de la nada, o al menos suele ignorarse su origen preciso.

Usualmente se acepta como «origen» del diseño gráfico moderno venezolano al período en que se establecieron las primeras agencias publicitarias, y cuando comienzan a escucharse los nombres de Carlos Cruz Diez, Larry June, Gerd Leufert o Nedo M.F., quienes inicialmente trabajaron dentro de este área del diseño.

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El cuento (o la historia) nos trae hasta el presente cuando proliferan excelentes profesionales formados en escuelas de diseño gráfico, y una cabal presencia de dicha disciplina dentro del ámbito cultural venezolano.

Ahora bien, resulta asombroso que ante la pregunta de cuál fue nuestro primer impreso realizado en tierra firme («La Gazeta de Caracas», 1808) o de cuándo se imprimió el primer libro nacional («Calendario Manual y Guía Universal de Forasteros para el año 1810), el estudiante o el diseñador editorial experimentado se halle ante el «horror vacui», citando fechas y títulos desatinados.

Tal desconocimiento se comprende plenamente, pues, como se expresó antes el material viejo o antiguo ha sido privilegio de investigadores y bibliógrafos, que a menudo no captan (y no les corresponde) los valores gráficos que subyacen tras tales impresos, su calidad estética, y los estrechos vínculos que tienen con el diseño gráfico actual: Aunque nuestra imprenta se establece con evidente retraso (1808) si nos comparamos con países como México (1539) o Perú (1584), pronto destacará la excelencia impresora por medio de nombres como Antonio Damirón, Devisme o George Corser, resaltando sobremanera la participación de extranjeros que catalizarón dicho proceso (situación que se repetirá a mediados del siglo XX).

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Como antecedentes ilustrativos cabe resaltar que J.J. Franco dibujó el primer grabado al buril en 1811. El Comandante Francisco Avendaño realizó hacia 1823 las primeras experiencias litográficas nacionales. Existe un primer periódico ilustrado por el artista litógrafo Carmelo Fernández (El Promotor, 1843). Simón Rodríguez, maestro del Libertador ideó hacia 1840 una «Tipografía Musical», acentuando su expresión al usar letras mayúsculas, cursivas o utilizando corchetes, generando una original diagramación, que sin exagerar podría aproximarse a la intención poética de los «Calligrammes» de Guillaume Apollinaire. Otras publicaciones notables son «El Oasis» (1856) editada por los hermanos Bolet Peraza desde Barcelona, Edo. Anzoátegui y «El Zulia Ilustrado» (1888), una publicación periódica que utilizó clisés realizados en Nueva York.

Otro hito es el escritor-impresor Don Tulio Febres Cordero, quien desde la ciudad de Mérida realizará hacia 1880 sus «Imagotipos», retratos tipográficos de Simón Bolívar, Sucre o Henry Ford, donde además el texto resulta completamente legible.

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Destaca también su vasta «Foliografia de Plantas de los Andes» (1895), publicación sin precedentes, con más de mil ilustraciones realizadas por medio de las huellas de hojas tratadas para tal fin.

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Desde su aparición en nuestro país, las artes gráficas evidenciaron naturales influencias de modas o estilos como el Neoclasicismo, el Romanticismo, el Art Nouveau o el Art Decó. Abundan títulos y logros gráficos que expresan sobrado oficio y la gran creatividad de impresores poco conocidos.

Mi intención última es afirmar que existió una venerable imprenta, estrechamente ligada con propuestas características del diseño gráfico contemporáneo en Venezuela. Proponer el rescate de una historia evidente que a menudo esconde su cabeza tras la prisa, lo efímero y la inmediatez cotidiana.

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