Opinión Nacional

La irrupción de los jóvenes

En estos tiempos, como diría el poeta, de “incompleto sufrir e incompleto gozar” que padecemos, muchos adultos y padres venimos quejándonos de la apatía que, en general, notábamos en nuestros jóvenes ante las arremetidas autoritarias del militarismo enloquecido que nos gobierna. ¿Es que acaso estos muchachos del carrizo no se dan cuenta de la gravedad del asunto? nos hemos preguntado innumerables veces.

Les echamos en cara su inconsciencia y que lo único que los mueve es la rumba. Los criticamos fuertemente por no darse cuenta de que las acciones del poder establecido van dirigidas a arrebatarles un futuro de libertad, democracia y bienestar. En fin, llegamos hasta resignarnos ante su indiferencia y pasividad, sobre todo, la de la juventud universitaria, siempre a la vanguardia en los momentos más críticos de la historia. Rendidos ante la evidencia contundente, no nos ha quedado otra cosa que esperar un milagro que los sacara de la inacción.

Y el milagro parece que se nos dio, si nos atenemos a los últimos acontecimientos del país.

Como docente y padre que soy, he tratado de hacer un esfuerzo por comprender esa conducta, sabiendo que en el fondo nuestros jóvenes en su gran mayoría -incluso muchos de los que dependen de un empleo o de la ayuda del gobierno- rechazan el estado de cosas actual. He sentido amargamente su escepticismo respecto de su porvenir, y esto sin hablar de lo que piensan de los que se presentan como lideres alternativos.

Ciertamente, tienen sobradas razones para no creer en algunos políticos, sin que dejen de interesarse por los asuntos de la política. El discurso de estos últimos nada les dice. No les transmiten confianza, no les ofrecen una opción clara. ¿Por qué entonces movilizarse?
Hoy 29 de Mayo estamos viviendo un despertar, hay motivos para reconciliarse con estos “rumberos”. Y, qué casualidad, estamos en Mayo, mes que nos toca muy de cerca en lo generacional. En varios lugares del planeta ocurrieron en ese mes, allá por los años 68 y 69 del siglo pasado, acontecimientos importantes que marcaron a los jóvenes de entonces y después. De ése época podemos reivindicar, ya pasado hace mucho tiempo el “sarampión”, unas cuantas cosas positivas: la crítica al dogmatismo marxista, el rechazo al estalinismo y el imperialismo comunista, el desplome de la pacatería en el amor y el rechazo a la guerra. Los jóvenes de entonces con su irreverencia y la consiga “Paz y amor”, derrumbaron un conjunto de valores y símbolos que no lo eran ya.

Obviamente, eran otros tiempos, cuyas reivindicaciones hoy lucen anacrónicas y quizás tontas para los muchachos del presente.

Lo que está ocurriendo en Venezuela en estos días es un fenómeno interesante. Las motivaciones, consignas y modos de lucha tienen características singulares. No se protesta por reivindicaciones materiales. Frente al atropello del cierre de RCTV, los jóvenes están defendiendo principios y valores de libertad. Siento que los jóvenes universitarios venezolanos están percatándose también que con el régimen fascista-colectivista militarista que domina el país, no habrá futuro para ellos, a menos que se plieguen a los deseos del tirano, lo cual significa anulación de su individualidad, supresión de los sueños de superación y un destino incierto, quizás, fuera del país.

Las preguntas que quedan por responder: ¿Cómo mantener este ímpetu en tensión permanente con organicidad? ¿Cómo articular esta energía y esta organización incipiente a la lucha política general por impedir que se entronice un gobierno totalitario en nuestro país?

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