Opinión Nacional

La ley de universidades: Otra manifestación del fascismo venezolano

La Universidad de Los Andes, como todas las universidades en el país, (excepto las comandadas por los comisarios del chavismo), ha expresado  su neto rechazo al último de los desmanes de la dictadura militar que nos desgobierna. Efectivamente, el conjunto de   profesores, estudiantes, personal administrativo y obrero, ha dicho no al atropello y arbitrariedad, de quienes, ocupando posiciones de gobierno, se han propuesto suprimir, de una vez por todas, la autonomía universitaria consagrada en la Constitución Bolivariana de Venezuela.

La nueva Ley de Universidades acaba con la libertad de pensamiento y con el autogobierno que dicha  constitución establece, para las instituciones de educación superior. De modo tal que, la formulación de los pensa, los programas de las diversas asignaturas, los  proyectos de investigación, y los planes de extensión, deben ajustarse según esta ley, a los dictados del Ministro de Educación Universitaria, que controla un así llamado “Consejo de Transformación Universitaria”, integrado en su mayoría por funcionarios del Ministerio y personal reclutado entre el muy reducido sequito chavista, que aún permanece en nuestras universidades. De aquí que, un Rector y representantes  elegidos dentro de nuestra universidad no tendrán ningún peso en las decisiones de este burocrático consejo. Discutir sobre el voto paritario de profesores, estudiantes, empleados, obreros, ya es irrelevante.

Una lectura detenida del contenido de esta nueva ley, nos permite concluir que la misma, es inviable, si no inaplicable. De aquí que nos preguntemos, qué se propone el gobierno con esta ley que, de paso, parece haber sido concebida y redactada por personal ajeno a la universidad, impreparado para acometer en un proceso de reformas que a la vista de nosotros los universitarios era imprescindible. Este es el drama del desgobierno chavista. No cuenta con personal capacitado para emprender en tales reformas.   

Porque, leyes de esta envergadura no debían prescindir en modo alguno de la opinión e ideas de un personal universitario capacitado y experimentado en tareas de esta naturaleza que hacen vida dentro de nuestras universidades. Dejar la concepción,  redacción y ejecución de la ley de Universidades en manos de un personal tan desacreditado, va contra la supervivencia del mismo gobierno. No faltan razones para afirmar que el propuesto debate sobre el contenido de los artículos de esta ley, resulta insuficiente si no necio, para los objetivos propuestos en la vida universitaria.

Nosotros los universitarios más bien deberíamos dedicar el tiempo, a la discusión y debate sobre las causas que nos llevaron hasta aquí, sobre la naturaleza dictatorial del desgobierno chavista, sobre su inoperancia e irresponsabilidad en el manejo de los asuntos públicos, que van más allá del ámbito universitario. Porque no podemos caer en la trampa que nos tendieron los bárbaros que hoy ocupan el Ministerio de Educación Universitaria. Los universitarios nos preguntamos ahora cuáles  serán los próximos actos de la barbarie que se ha propuesto invadir y conquistar el recinto universitario. Porque, de acuerdo con esta ley, quedan eliminados rectorado, vicerrectorados, secretaría, decanatos, direcciones de Escuela, departamentos, centros de investigación, centros de extensión, centros de estudiantes, sindicatos de empleados y obreros, y todo lo que tenga que ver con un mínimo criterio de organización académica y administrativa de las universidades. Los barbaros entrarán en la universidad como en tierra arrasada. Imaginemos por un momento la entrada triunfal del Ministro de Educación Universitaria ataviado con su chaqueta tricolor, rodeado por uniformados verde oliva, como en la foto que ha tenido amplia difusión nacional e internacional, apoyados por los integrantes de los fascio di combatimento locales. Ya los veremos si no los detenemos a tiempo. Solo entonces los últimos rezagados del chavismo que quedan en la universidad entenderán que esto es fascismo puro, que no tiene nada que ver con la tradición de la izquierda universitaria latinoamericana, aquella que, inspirándose en el movimiento de reforma Universitaria de Córdoba, a principios del siglo XX, adopto como bandera la autonomía universitaria.

Precisamente la Universidad, vive y se alimenta bajo la libertad de pensamiento, en donde todas las posturas políticas e ideológicas se encuentran en diálogo, tolerancia y respeto mutuo para hacer plural las ideas para todos. No de Milicos y sumisos con ropajes verde oliva. O de esos postmodernos trasnochados, que de su pensar complejo, e inentendible joden a medio mundo. En sí, no quieren hacer que la democracia funcione en los predios de lo cotidiano. En tal sentido, la LEU que trasnochadamente quieren implementar, los de por sí, ilegítimos Asambleístas, es violatoria de la Carta Magna. Es decir, bajo ningún concepto se acepta ni se acata. Como se debe hacer con las demás inconsultas leyes que pretenden aplicar.

Cargados como lo estamos por un populismo militarista, que ha destruido totalmente la economía del país, que da un claro golpe de Estado a la Constitución, tenemos la obligación y sobre todo el deber de protestar cada vez que sea necesario ante los atropellos por parte del desgobierno dictatorial vigente en Venezuela. Y lo importante que ha demostrado el claro rechazo a tan desmedida ley, es la cívica y democrática demostración de todos los universitarios en el país, así como la mayoría de todos los venezolanos, de que Venezuela es de todos y no de una minoría que desgobierna. Además revela la necesidad urgente de estructuras partidistas con un liderazgo unificado (MUD) para activar de manera ciudadana la participación de todos para las próximas elecciones presidenciales y no permitir, la clara trampa que se pretende llevar a cabo. Así como defender a los diputados de la MUD en su nuevo rol ante las tropelías del dictador y sus felones de palacio.

Si bien es cierto, los universitarios en el mundo son los que han activado los movimientos pro-democracia, son los universitarios los que desde esa noble institución buscan que los valores democráticos sean respetados, valorados, añorados y sobre todo protegidos bajo el manto del respeto a la ley y al diferente, así como el respeto a los Derechos Humanos.

Baste decir aquí, que nada nos protege mejor de los autoritarismos que el desarrollo de una acrecentada y sólida cultura política democrática representativa extendida por toda la sociedad civil y en los aparatos del Estado, especialmente en las fuerzas armadas, en los gremios y sindicatos, en las organizaciones sociales, en los partidos políticos, y, sobre todo, en la ciudadanía.

Pero también es verdad que con fortaleza, mente lúcida y perseverancia, se construyen grandes obras y se crean grandes sueños. Ellos son los sueños, que gracias a las universidades se pueden dar en un país, en una nación, para crear grandes valores, obras y progreso.

Nuestro gran compromiso será reconstruir las instituciones democráticas sólidas y eficaces. Nuestra lucha, mantener las libertades de expresión, de participación, de opinión, de protesta.

De nuestra participación y demostración de firmeza dependerán en gran medida los nuevos rumbos del país en esta transición que ya no se debe prolongar más.

La Universidad no se crea por decreto presidencial, ni por leyes insensibles, se crea por voluntades académicas con visión de país. La Universidad, como base universal de las ideas siempre busca y buscará en sus profesores y enseñanzas salvar la patria de la idiotez y mediocridad de los gobiernos de turno. Y aunque en ella la democracia no se ejecute en su totalidad, por su fe meritocrática, hace de los hombres y mujeres que la viven, mentes libres que se liberan de dogmas opresores, de tabúes demoledores de pendejadas comunistoides. Porque el universitario siempre aupará, en su gran mayoría, los sistemas de libertades y respeto a los derechos e instituciones establecidas en democracia.

Es decir, la Universidad no ejecuta como tal la democracia pero la alimenta y refuerza en sus aulas, pasillos, centros de investigación e institutos.

En fin, “Una Universidad con una ciudad por dentro”, como lo dijo magistralmente Mariano Picón Salas. Una ciudad que vive y crece en el lomo de ésta, e incluso sus aportes científicos dan calidad de vida para muchos venezolanos. Todas las universidades son el corazón de la prosperidad para salvar a las naciones de la pobreza, de la miseria de los dictadores y corruptos. De los grandísimos pendejos que avalan un socialismo del XXI.  

Para quienes estén interesados en este asunto tan grave, les recuerdo el contenido del artículo 25 de la constitución vigente:

Todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o menoscabe los Derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo; y los funcionarios públicos y funcionarias pública que lo ordenen o ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa, según los casos, sin que les sirvan de excusa órdenes superiores.

Por consiguiente, el espíritu de este artículo nos pone frente a un hecho político, más que jurídico, con consecuencias de suma gravedad, para el futuro de nuestro país. Y la promulgación de esta ley, conlleva  responsabilidades ineludibles para sus autores, civiles o uniformados. Nadie podrá alegar su propia torpeza. Los fanáticos de hoy no podrán escudarse en la ideología del autoproclamado “socialismo del siglo XXI”. Como hemos visto, este último no es otra cosa que la expresión criolla del fascismo, que pasará a la historia como el fascismo del siglo XXI. 

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