Opinión Nacional

La ley divina

I.-

Cuando los hombres se creen grandes también pueden creerse otras cosas. Hay quienes piensan que son la encarnación del Estado. Ha habido quienes se han considerado el nuevo Mesías, o el nuevo Bolívar, o el nuevo genio de la lámpara, por lo que siempre andan en busca de sus particulares Aladinos.

En este mismo saco caben los que se suponen la última frescolita del desierto, especie de individuos cuyas cualidades abarcan nada menos que a todas las anteriores, lo que es tan ingenuo, claro, como peligroso, pues con semejante credencial juran ser lo mejor de lo mejor, en todo momento y en todo lugar, y no les cabe duda de que sin ellos el mundo terminará por dar vueltas al revés.

Hugo Chávez Frías entra completico en el último grupo. Ha dicho que salvará a la humanidad. Ha vociferado, como una copia fiel de aquel Rey absolutista, que el Estado es solamente él. Piensa en su mano izquierda y ve en ella a la heredera de la espada de Bolívar, y piensa además que su misión en la Tierra posee características divinas. Es un predestinado, y como tal se empleará a fondo para hacernos más felices, más justos y más solidarios. Para ello, desde luego, requiere poder, cuestión que tiene fecha de expedición y de caducidad: a partir de 1999 y hasta probablemente el 2030. Sus “quehaceres libertarios” comenzaron, y para muestra los botones que a continuación expongo.

1.- En Venezuela ha cobrado notoriedad lo del partido único. Está sobre el tapete una aberración como ésa. Las fuerzas políticas que apoyan al Presidente tendrán que bajar la cabeza y reagruparse, en el más puro sentido estalinista, en un entramado de poder con la cúspide ocupada por el supremo líder. Quienes disientan de esta idea genial (las últimas frescolitas de los desiertos andan por ahí chorreando ideas geniales) pueden largarse con su música a otra parte. Hugo Chávez se siente poderoso (y lo es), pero lo que es peor para él y mucho más fácil de producir dolorosos despertares (en política dos más dos puede ser cinco): se considera todopoderoso, infalible e intocable, ya sea por un tribunal, por los mundanos hombres o por los tentáculos de la democracia misma. Pifia garrafal, obviamente. El partido único implica una plataforma estrictamente necesaria para darle energía a su proyecto, y no descansará hasta darle forma y naricearlo a placer.

2.- Ahora el poder llegó a la conclusión de que a Radio Caracas Televisión no le será renovada su concesión para continuar saliendo al aire. Que el canal en cuestión sea privado es ya una piedra en el zapato del Ejecutivo, por la sencilla razón de que es menos controlable. La mano del mandón es larga, pero mientras más larga mejor. Para ello ha ido construyendo, con los dineros públicos, su propio sistema de comunicación, privatizándolo a su manera, es decir, haciéndolo obsecuente a sus designios. El pleito con Radio Caracas, por supuesto, se basa en premisas harto utilizadas por gobiernetes de baja ralea: la planta televisora es golpista, es terrorista, es traidora a la patria, es proimperialista, va contra el pueblo, es oligarca y blablablá. Nada nuevo bajo el sol.

3.- Los presos políticos de Chávez podrían ser indultados, pero con la apostilla de que tendrán que arrepentirse de las actividades realizadas, y además pedir perdón. ¿Sus culpas?, pues muy predecibles: golpismo, terrorismo, traición a la patria, proimperialismo y otra vez blablablá. El general Usón, por ejemplo, encarcelado porque describió el funcionamiento de un lanzallamas, deberá vivir la humillación si quiere verse libre. Tal es, en el fondo, la pretensión de sus carceleros, no otra que reducir al mínimo toda autoestima y dignidad. Hace poco Usón le propinó una lección de honorabilidad al Presidente y sus aláteres con una carta hecha pública que a la sazón es muy recomendable leer. La paradoja, siempre presente en estos casos con sólo estirar la mano, es que el caudillo fue a prisión por golpismo público y notorio, y hasta la fecha no ha dado muestras ni de arrepentimiento, ni mucho menos ha solicitado el perdón de los venezolanos por sus crímenes del 4F. Mire usted. Dicen los historiadores que la historia es sinuosa, paradojal, inexplicable a veces, pero dicen también que sirve para llamar pan al pan y vino al vino. Las cartas están sobre la mesa.

II.-

Creerse intocable es una actitud delirante, pero a la vez culpable de que, por tal delirio, se cometan las torpezas que hagan cuesta arriba levantar cabeza. Me parece que la reelección del Presidente ha servido no para relegitimar al estadista, que nunca ha sido, sino para insuflarle imaginarias fuerzas a quien supone que todo un país tintinea en los bolsillos de sus pantalones. Por esto Chávez no dialogará con quienes contrarían sus disparates, ni enmendará actitudes propias del autoritarismo, ni conducirá a Venezuela por caminos de más democracia, de más fortaleza en las instituciones, de más libertad individual o de más separación de poderes. Todo lo contrario. Creo que a Venezuela le esperan tiempos aciagos, muy malos, cargados de mayor polarización, ataque y destrozo contra su erario y contra lo que por tradición ha sido por años.

Hugo Chávez, como escribió alguien, es el caudillo poseído. La ley divina entra por el aro de Miraflores. Si en nombre de su proyecto resulta imperativo llevar a cabo ciertos hechos, pues en todo caso la redención futura de la patria justifica los tragos amargos, pero necesarios, del presente. Otra vez nada nuevo. La receta ha sido utilizada muchas veces, y muchas veces el resultado ha sido el mismo: desastre, pobreza, subdesarrollo, violencia, hambre y sufrimiento. La historia se muerde la cola. Latinoamérica puede dar exacta fe de ello.

Hugo Chávez cree en su estrella. Está seguro de que su misión es trascendental, inesquivable, primordial para el país y para el continente. Supone, pobrecito, que Venezuela es otra, que hubo una ruptura, que él representa un antes y un después, que es una bisagra entre lo anterior y lo nuevo, o sea, lo que teníamos como depauperación y corrupción y lo que su luminosidad ha obsequiado a la Venezuela del siglo XXI (me pregunto: ¿habremos salido del XX?, ¿no estaremos mirando al XIX?). En esencia, su socialismo es un personalismo. El buen Chávez quita y pone, otorga y regala, premia o castiga, y así hasta el advenimiento de la liberación definitiva, cuando se enchinchorre porque ya seremos una nación libre y próspera, ahí mismito, en el dos mil veintipico. La ley divina, que para Chávez es la ley que emana de sus flatulencias, según él llegó para quedarse. Y todos deberían estar diciendo Amén.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba