Opinión Nacional

La llama divina

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Asunción (AIPE)- Algunos ven a Dios en todas las cosas, desde la creación del universo hasta el aroma de las flores. Otros no lo ven en ninguna parte. Piensan que la razón es solo el producto de un cerebro muy complejo, y que la conciencia, lo que los creyentes llaman alma, “nace de reacciones bioquímicas del cerebro”, como asegura Francis Crick, el Premio Nobel que descubrió la estructura del ADN. Si así fuera, el alma sería un asunto superfluo, sin posibilidad alguna de sobrevivir a la muerte.

Hace unos 7 millones de años nuestros ancestros abandonaron el Edén, se separaron de los monos, bajaron de los árboles y comenzaron a andar en dos patas. Su postura erecta les permitió liberar los brazos y adentrarse en la llanura, cuando las selvas comenzaron a morir. Pasaron 5 millones de años para que los homínidos empezaran a desarrollar grandes cerebros y se activara el raciocinio. Somos los únicos animales racionales. ¿Fue ésta una “chispa divina” o un simple accidente?
La ciencia solo sabe que mediante la razón el hombre primitivo hizo armas y herramientas, se convirtió en cazador y carnívoro, descubrió el fuego, la agricultura e irrigación, domesticó a los animales, inventó el arado, rueda y carro, construyó ciudades, desarrolló la escritura, las artes, la filosofía, la leyes y dominó el mundo. Pero más importante, desde el instante que el hombre tuvo uso de la razón conoció la libertad. El hombre es libre de ser racional o irracional, de ser o no ser.

El pensamiento racional del hombre libre dio origen a la revolución urbana y agrícola en la Mesopotamia, hace 6.000 años, así como a la Biblia, la Carta Magna de 1215, la Revolución Industrial en Inglaterra y la Revolución Americana y la Francesa, hace dos siglos. Los grandes avances científicos y tecnológicos que nos trajeron la energía eléctrica, los transportes modernos, la medicina y genética, las comunicaciones, informática y todos los logros que transformaron la vida del hombre y lo liberaron de la miseria y el hambre, son logros de la libertad individual.

Pero la importancia de la razón y la libertad para la humanidad van más allá de los logros del conocimiento. El ser humano sobrevive mediante la razón. A diferencia de otros animales que sobreviven por el instinto, el hombre debe pensar. Otros animales pueden realizar procesos parecidos al pensamiento humano. Pero no lo hacen por elección como el hombre. La razón presupone la libertad de elegir y la responsabilidad individual, lo que significa que el hombre es dueño de su “yo”, su cuerpo y su mente.

Es posible que muchas funciones mentales relacionadas al pensamiento racional se originen en reacciones bioquímicas del cerebro. Es posible incluso que el funcionamiento de un computador tan complejo como el cerebro, el sistema más complejo del universo conocido, pueda dar la impresión de que en su estructura radica la conciencia del “yo”, del ser que ama, tiene valores morales y una historia. De hecho, un accidente, una enfermedad o una simple cirugía cerebral puede anular nuestro “yo” único.

Pero es difícil concebir de ningún sistema neuronal, por más complejo, capaz de originar el sentimiento de la libertad, el “yo consciente y libre”. Alguna vez se podrán ensamblar complejas computadoras que puedan razonar igual o mejor que el hombre. Pero, ¿podrá aprender a ser un “yo”, un ser único que sabe que algún día habrá de morir? No lo creo. Sin la “chispa divina” seguirá siendo una máquina, con circuitos y capacidad de raciocinio, pero sin sentido de conciencia o libertad. Solo Dios basta.

El hombre recibió de Dios, más que la razón, la chispa sagrada de la libertad. Su capacidad de pensar no es incondicional. Es libre de pensar pero debe hacerlo por elección. Prueba de ello es que algunos hombres todavía prefieren morir que pensar, o incluso, prefieren cambiar su libertad por la seguridad que le ofrece el Estado, dejando a los políticos decidir por ellos.

La ciencia y la religión seguirán discutiendo sobre las evidencias y la fe, quizás hasta la eternidad. El desenlace no importa mucho, lo único que realmente importa es el deber de luchar cada día de nuestras vidas por preservar la llama divina de la libertad individual.

___* Corresponsal de AIPE y presidente del Foro Libertario.

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