Opinión Nacional

La mala conciencia de Elías

¿Será que Elías Jaua piensa a veces en los choferes dueños de los camioncitos-cava de pollo que saqueaba yquemaba en la entrada de la UCV en la Plaza Venezuela con sus panitas «los patibulosos»? Varias veces vi a los choferess llorando sentados en el brocal de la entrada de la UCV mientras su camión ardía. Así se estrenó en la vida política, entendida como la demostración de poder, el flamante nuevo canciller de la República Bolivariana en los años noventa. Hace nada pues. Buena parte del Ejecutivo venezolano tiene responsabilidades en acciones violentas de las que nunca se han hecho responsables. Empezando por el propio presidente Chávez.

Pero dejemos de lado a los militares y los golpes de Estado que es otra cosa.

Hablemos de la violencia de los civiles y sus prácticas de guerrilla urbana. Numerosos miembros del bando civilde la coalición que acompaña a Chávez en su gobierno participaron en acciones violentas y nunca han dado explicaciones sobre ellas. Nunca se han explicado ante la sociedad ni rendido cuentas ante la justicia. Nunca hanreconocido su propia responsabilidad en el fenómeno social más dramático que sacude a la Venezuela contemporánea: la banalización de la violencia. Y claro que la tienen. Porque dieron un paso adelante en la ruptura de los umbrales simbólicos de la violencia en Venezuela. Hicieron que los disturbios fueran banales,recurrentes y normales.

Dejaba mucho que desear la acción de la policía del régimen anterior, por supuesto. Pero había grupos de estudiantesmilitantes, de los cuales salieron muchos de los que hoy ocupan los poderes públicos, que tenían un»repertorio de acción» violento. Y como según ellos el neoliberalismo y el capitalismo generaban violencia, tenían el derecho de quemarle el camióncava al primer despistado que pasara por allí un jueves a las dos de la tarde.

Así de simple. Los susodichos nunca han pedido perdón, nunca han demostrado remordimientos y nunca han reconocido que su violencia revolucionaria no era legítima, así como tampoco los desmanes de las fuerzas del orden de aquel entonces. Nunca se ha hecho un balance de la violencia de los encapuchados de la UCV, nunca se ha sometido al debate público. Tenían carta blanca y era normal.

Sin ese balance, la política venezolana estará siempre marcada por la venganza, los pases de cuenta y lasretaliaciones. No queda sino constatar las profundas fallas morales de un gabinete que se ha perpetuado por rotación ya casi catorce años en el poder y que nunca ha dado cuentas de su manera originaria de concebir a lapolítica y a la vida pública.

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