Opinión Nacional

La muerte de la República (Política y Nihilismo)

La república – cosa pública – es solo virtual – y simulacro de la acumulación del poder – desde los monopolios más mediáticos – (el poder no puede ser mediado) o representado en el mundo hiper-tecnificado del los Estados fantasmaticos modernos (también simulacros: Jacques Derrida) pues hasta los monopolios de valores y medios naturales son manejados por minorías económicas que registran lo supuestamente público.

Hace más de cincuenta años Heidegger escribió: “lo privado, no es sino el acodo de lo público y que es lo público”. Hoy cuando la «opinión» prevale y no el «saber» -sino aquello que llega al consumidor de la información que los medios controlan subliminalmente como mediatizan la pulsión del deseo y se serializa la necesidad psicótica del consumo de la imagen y de lo acústico como si fueran productos semejantes al geniol o la coca-cola.

Tal como afirma Lyotard: «a mayor información mayor forclución» termino para el profano que significa jurídicamente y luego psicoanaliticamente, «doble olvido».

Si las formas de predominio político llevan como trasfondo y fundamento las concepciones teológico-religiosas – lo económico no es solo su envío o su forma normativa.

La iglesia católica eliminó la orden jesuítica no solo por cuestiones de poder económico y dinero sino que en la oclusión de todo lo público en el estado político moderno yacen todos los estigmas de las formas más primitivas de los totalitarismos teocráticos disfrazados- y de las concepciones mesiánicas- que subyacen en las concepciones religiosas maniqueas que las tres grandes religiones monoteístas dejaron como legado a la civilización occidental desde el medio oriente.

Solo se salva el mundo olímpico helénico en cual una república de dioses se disputaron el poder y el amor – el tráfico diría Klossowski- junto y por los mortales.

¿Quien afirmó que el dios monoteísta no habla más a los mortales?
Habla – como hablaba con Moisés, Samuel, Saúl, David o los profetas a través de todos los mesianismos modernos: la diferencia política a la que nadie apunta – con excepción de Castoriadis – apunta a que el estado islámico es teocrático y el estado occidental laico.

Laicismo que rinde culto a la maquinaria de la organización técnica de lo real.

Estas y no otras son las formas que adoptan los Estados modernos en un mundo en el cual. «Millones de personas, viven en la línea de las necesidades vitales y como afirma Abel Posse, pues «el primer mundo para avanzar necesita, tres veces del territorio terráqueo, para conseguir subsistir».

Estas también y ya no las infrahumanas formas de la catequización católica para salvar almas son las que prevalecen en el estado moderno.

Necesidades que arrasan con los países del tercer mundo: nuevas formas de salvar sofísticamente lo necesario para la subsistencia de la raza humana sobre el planeta – luego de que los países del primer mundo depredaran todos recursos naturales – por medio de lluvias acidas, envenenamiento de océanos, terrorismo ético, y explosiones nucleares marinas, envenenamiento de aguas y destrucción de las pulsiones de vida en el terreno social como formas de neo colonización cultural.

¿Será posible la ucronía tonta de Carlomagno de un estado universal ahora basado en la oculta esencia de la técnica, que en nada ha superado desde el punto de vista religioso el punto de vista arqueológico de la religión zoroástrica? ¿Lucha de bien y mal – tinieblas y luz- Arriman y Ormus?.

¿ En mitad de la hiper-racionalidad de la oculta esencia de la técnica, persisten en las religiones monoteistas– y a pesar de los esfuerzos teológicos que convierten solo «la ausencia del bien» la posibilidad de lo que la teología-negativa (Chestov, Barth) sostuviera hace más de medio siglo cuando hablaba de la remota posibilidad que exista la libertad «apofantica»?.

Algo que haya escapado a la omnipotencia divina o el mal según la exacta y aceptada pero jamás leída traducción del creo en donde se afirma y pide que Dios no «exponga la fragilidad del hombre al maligno -no al mal abstracto).

Estas son solo elucubraciones retóricas religiosa que sostienen que el horror de lo subhumano en el hombre (no como afirma Lyotard de lo «in-humano que habita el hombre» sino lo sub-humano – pues el hombre carece de fundamento – y la libertad como fundamento puede ponerlo por debajo y más acá de la bestia son los resortes que mantiene en vilo a la «glomalización» en sí: (J: L: Nancy).

Volviendo a la oclusión de la representación la república como un intento del siglo de las luces que pereció a manos de la ocupación y el ataque de todo lo ente por el hombre (lo ente no es solo agua o petróleo) sino también el lo ente pasible de convertirse en energía -tanto como la velocidad de la luz-, la planificación técnica y por ello totalitaria de lo real son la sustancia de lo que desde hace mucho se denomina cultura planetaria y hoy mundialización.

La antigua riqueza de las naciones se convierte así solo un banco de datos en el cual la velocidad de la información permite que los valores hagan predominar aquello que debe ser consumido en las economías de mercado.

Lo jurídico internacional ha muerto desde la creación de la sociedad de naciones de tal modo que las ideologías y los humanismos son hoy crasa hipocresía.

Todo apunta a una debacle a escala global pues cuando las fuerzas centrípetas chocan contra las fuerzas centrifugas los volcanes comienzan a estallar.

Aquellos nacionalistas que abogan por rescatar valores de catequesis y al mismo tiempo economías de mercado – (las mayores consumidoras de crímenes de guerra, drogas, asesinatos seriales) caen en desorientaciones de concepto.

Por ejemplo la argentina hoy no tiene salida si insistimos en una «democracia» representativa que rescate la «re-publica” que conocimos: solo si con imaginación recreamos nuevas formas de «representación» y una nueva concepción de lo «humano» podremos salir del actual atolladero que nos conduce a la disgregación y la regresión hacia las más primitivas formas del estado.

P.-S. «Las palabras de Oscar Portela tal vez suenen apocalípticas pero sólo se justifican por tratarse de su mirada de la realidad, y para él – en su visión de poeta y ciudadano del mundo- la sociedad en su conjunto «está viviendo el más terrible de los eclipses, después de 200 años de hiperracionalismo ahora reina el caos: me preocupa que la Argentina durante este colapso siga prescindiendo de sus grandes pensadores y artistas. Estamos inmersos en una tragedia en constante divorcio entre la praxis, la urgencia, el análisis crítico y la especulación, al punto tal que la inteligencia ha sido declarada prescindible»: reportaje a Oscar Portela de Mariela Mioni.

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