Opinión Nacional

La nueva etapa

El Alto Mando Político-Militar, ciertamente más militar que político, constituye en Venezuela el centro de gravedad del poder en esta nueva etapa de la revolución. Una célula que comenzó formalmente a articularse a pocas horas de salir el presidente Hugo Chávez del país en diciembre de 2012, con destino a Cuba, para nunca más ser visto con vida.

Algunos nombres de sus integrantes son obvios.

Otros no lo son y es allí donde entra el peso de lo militar en esta etapa. Donde elementos del MBR-200 ahora en el poder están imponiendo la línea originaria de entonces.

No se trata de una lucha entre el Ejército Bolivariano Revolucionario (EBR-200) y el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR-200).

El primero solo incluye militares como en sus orígenes en 1977, mientras que el otro representa la unión cívico-militar que Chávez impuso por interés político. Se trata del ascenso finalmente al poder, de un proyecto político militar que en buena medida se vio frustrado por la propia dinámica del ejercicio de Chávez en el poder, sus intereses individuales y su personalidad.

Hoy, a más de dos décadas de los fallidos golpes de Estado del 4F y 27N, resurge el proyecto en manos de estos militares y comienza a expresarse en buena medida a través de 4 líneas de acción, que sin ser efectivas o creíbles aún, buscan acercarse al menos teóricamente, a las proclamas de 1992: 1) Lucha anticorrupción. Está consciente hoy, el poder militar al mando de la nación como lo expresó en 1992, del descontento de la sociedad por los hechos de corrupción. Un asunto sentido especialmente por los sectores populares de Venezuela.

2) El reclamo frente a Guyana, que celebra un gesto natural de soberanía y retoma la senda nacionalista de reivindicaciones territoriales del proyecto, del que Chávez ostensiblemente se apartó por intereses políticos personalistas.

3) La atención social a la Fuerza Armada Nacional a través de la Misión Negro Primero que busca paliar el descontento militar por la ausencia de una política de seguridad social en el sector, lo que ha generado casos dramáticos de desasistencia frente a escandalosos modos de vida que ostentan algunos oficiales superiores. 4) Plan Patria Segura: desplegado con urgencia para atender las consecuencias de la inflación y el desabastecimiento, evitando una explosión social que lleve a los militares a reprimir al pueblo para restablecer el orden como en el «Caracazo» de 1989.

Basta leer las proclamas golpistas de 1992 y encontrar hoy las similitudes en la práctica. Sin embargo es imposible predecir el rumbo a seguir por los protagonistas de esta nueva institución llamada «Alto Mando Político-Militar», cuando tanto poder y compromisos, haberes y deudas han acumulado como espalderos y beneficiarios directos del gobierno de Chávez por 14 años.

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